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El lanzador cubano Aroldis Chapman durante una entrevista con la AP en Nueva York en noviembre de 2009. PETER MORGAN/AP
Peter Morgan / ASSOCIATED PRESS
El lanzador cubano Aroldis Chapman durante una entrevista con la AP en Nueva York en noviembre de 2009. PETER MORGAN/AP
Chicago Tribune
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CHICAGO –

Aroldis Chapman sabía que estaba en problemas.

Capturado en su intento por salir de Cuba en marzo de 2008, Chapman puso su carrera como beisbolista -y quizá el futuro de su familia- en juego. Con apenas 20 años, Chapman estaba preocupado por sus padres, la reacción de sus paisanos y si había destruido sus sueños de algún día lanzar en las Mayores.

“Todos te dicen traidor cuando eso pasa”, dijo Chapman en un testimonio jurado en 2013. “Pensé que ya no jugaría béisbol”.

Pero Chapman -cerrador estelar con los Cubs- volvió a jugar con el equipo nacional cubano en menos de un año, una pena menor que la normal impuesta a jugadores que intentan huir. Su indulto fue especialmente sorpresivo dada la línea dura que el régimen de Castro adoptó contra otros detractores.

El rápido regreso de Chapman al béisbol, sin embargo, coincidió con su cooperación con el gobierno cubano en los cargos contra varios hombres acusados de ayudar al lanzador a salir de Cuba.

El Tribune identificó a cuatro personas condenadas por tráfico humano en Cuba luego de que Chapman testificara contra ellos antes de su exitosa deserción en 2009. Los cuatro fueron enviados a prisión, y al menos uno de ellos -Danilo Curbelo García, en ese entonces un pequeño granjero en los suburbios de Miami- fue intercambiado como prisionero político.

Para entender ese periodo en la vida de Chapman, el Tribune entrevistó a varias personas quienes le conocieron, incluidos dos de los hombre cuyo testimonio ayudó a condenarlos. Los reporteros de Tribune también revisaron más de 4,000 páginas de documentos en cortes de EEUU y Cuba, reportes de Policía y otros documentos públicos, incluida una declaración de cuatro horas que Chapman ofreció en 2013 como parte de una demanda en EEUU por parte de Curbelo García y otros cuatro hombres que alegan que Chapman era un informante de Castro y debe ser considerado responsable por la tortura que sufrieron mientras estuvieron en prisión.

En esa declaración, Chapman negó haber trabajado a las órdenes del gobierno cubano. Chapman resolvió el caso a cambio de una cifra no revelada luego de que un juez de EEUU determinara que Chapman engañó intencionalmente a la corte en Cuba cuando dijo que no tenía planes de abandonar Cuba nuevamente -testimonio falso que contribuyó a la condena de los hombres y ayudó a Chapman a tranquilizar al gobierno.

Chapman nunca abandonó sus sueños de salir de Cuba para jugar en las Mayores. De hecho, Chapman hizo todo lo posible para que así fuera.

“Chapman se siente mal por lo que le ocurrió a esos hombres, pero no se considera responsable”, dijo Manuel García Linares, abogado de Chapman. “Fue emplazado por los fiscales cubanos y testificó con la verdad sobre lo que ocurrió. ¿Qué otra opción tuvo?”.

Para estar claros, Chapman y los cuatro encarcelados se vieron en una situación desesperada, en parte por un persistente drama de la era de la Guerra Fría entre EEUU y Cuba. Chapman quizá haya influido en los fiscales, pero también era un hombre joven que se encontró en una posición terrible de haber hecho enojar al gobierno autoritario de su país y aún querer escapar desesperadamente.

“El gobierno cubano ha hecho del tráfico humano un tema para desviarse del hecho de que esa gente está desesperada por irse”, dijo Peter Bjarkman, un experto en béisbol cubano y autor de Cuba’s Baseball Defectors: The Inside Story. “La pregunta no debería ser cómo esa gente se va. Debería ser por qué se quieren ir”.

Incluso uno de los hombres a los que Chapman ayudó para que fuera condenado acusa al gobierno cubano, no al beisbolista. Alejandro Medina, quien pasó más de tres años en prisión, fue condenado prácticamente en base al testimonio de Chapman, quien fuera su amigo.

“Era todavía un muchacho… y fue manipulado por el gobierno cubano”, indicó Medina durante una entrevista en su apartamento en Houston, donde vive actualmente. “No puedo estar molesto con él por eso”.

A través de su agente y los Cubs, Chapman, ahora con 28 años, declinó hablar con el Tribune sobre los eventos que rodearon su partida de Cuba. Sus padres, quienes desertaron en 2013, no pudieron ser localizados para comentar al respecto.

Muchos beisbolistas cubanos que ha desertado rehúsan compartir los detalles de sus huidas porque temen que sus historias puedan poner a otros en peligro. Sus travesías son por lo general una lucha con el peligro y con frecuencia involucran a sujetos que buscan hacer dinero con la desesperación de los atletas por dejar su tierra, un país loco por el béisbol con unas dos docenas de jugadores en las Mayores este año a pesar del embargo comercial impuesto desde hace seis décadas por EEUU.

Chapman ha hablado poco sobre su fallida deserción en 2008 y su exitoso intento en julio de 2009. Lo que no ha discutido públicamente es lo que ocurrió en los 15 meses entre sus dos intentos, un periodo complejo y controversial para él.

Su vida en EEUU tampoco ha estado ajena a la controversia. Chapman llegó a los Cubs en julio como el primer jugador suspendido bajo la nueva política local antiviolencia luego de que supuestamente hubiera intentado ahorcar a su novia y haber disparado ocho veces a la pared del garaje de su casa el otoño pasado. Chapman no fue arrestado y tampoco se le presentaron cargos.

Los Cubs vieron a Chapman, quien tiene cinco de los seis lanzamientos más rápidos registrados por las Ligas Mayores de Béisbol, como una adición clave para el equipo con la mirada puesta en ganar su primera Serie Mundial en más de un siglo.

Luego de una desastrosa conferencia de prensa inaugural en la que Chapman falló en respetar la exigencia de altos funcionarios de que había sido advertido sobre la importancia de su comportamiento fuera del campo, Chapman ha mantenido un bajo perfil.

El lanzador ha logrado 16 salvadas en 18 oportunidades desde que llegó a Chicago. Para los playoffs, tiene un promedio de 1.01 carreras limpias con los Cubs y una velocidad promedio de 100.88 mph en sus lanzamientos. Es raro ver a Chapman hablar por mucho tiempo con los reporteros locales, pero a principios de año le dijo a The New York Times que prefiere ver hacia el futuro que discutir el pasado.

El comienzo

Es un pasado que empieza en Frank País, un pequeño poblado al este de Cuba donde vivió con sus padres y dos hermanas en una casa de tres habitaciones. Hijo de un entrenador de boxeo, Albertín Aroldis Chapman no empezó a jugar béisbol sino hasta los 13 años. Al principio en primera base para años después comenzar a lanzar cuando un entrenador notó la fuerza de su brazo y lo envió al montículo como un capricho.

A los 17, Chapman se unió a los Sabuesos de Holguín, el equipo de la Serie Nacional Cubana en su provincia natal. Posteriormente ayudó al equipo nacional a ganar el oro en los Juegos Panamericanos de 2007 y la plata en la Copa Mundial de Béisbol en 2007, donde fue declarado como el mejor lanzador zurdo del torneo.

Con ingresos de unos $150 al mes, Chapman siguió viviendo con sus padres y recurría a una maltrecha bicicleta como su principal medio de transporte.

Chapman quería mas.

“No tenía las condiciones que pensé merecía”, dijo durante su testimonio de 2013. “No podía ayudar a mi familia”.

En marzo de 2008, un compañero de juego de Holguín se le acercó con un plan para que ambos salieran de Cuba. Serían llevados a una casa en la playa, donde esperaría la llegada de un bote veloz para que los llevara a un país vecino. Una vez ahí, todo por lo que se les había antojado -libertad personal e incontable fortuna- estaría a su alcance. Chapman estuvo de acuerdo y se presentó con su novia a la hora indicada en la casa de la playa.

Su compañero de equipo nunca llegó.

Mientras Chapman y quien sería su contrabandista esperaban el bote, la policía estatal llegó. Los oficiales llevaron al lanzador de vuelta a la casa de sus padres y arrestaron al contrabandista.

Durante el testimonio de 2013, Chapman dijo que no podía recordar si testificó contra el contrabandista en un juicio criminal.

“¿Por qué no recordarías el testimonio?”, preguntó el abogado.

“¿Por qué debería?”, respondió el lanzador.

Como castigo, dijo Chapman, fue apartado del equipo olímpico en 2008, el cual obtuvo el oro en los juegos de Beijing. No obstante que el gobierno de Castro ha visto las competencias internacionales de béisbol como una forma de demostrar la superioridad política del país, Cuba aprecia de igual manera la fidelidad, si no es hasta más que la victoria misma.

“En los olímpicos… nuestros atletas en diferentes deportes lucharán para ganar el oro con más dignidad que nunca, y nuestro pueblo disfrutará sus medallas de oro como nunca lo han hecho”, escribió Fidel Castro en una columna en julio de 2008. “Será entonces que los fanáticos recordarán a los traidores”.

En Holguín, la tercera provincia más grande del país, los residentes aún hablaban sobre el castigo a Chapman cuando Danilo Curbelo García llegó el 18 de julio de 2008. Nacido en Cuba, Curbelo García dejó a su esposa e hija en 2000 luego de ganar el bombo, una especie de lotería cubana en un programa en el que los ganadores pueden emigrar a EEUU.

Cuando volvió a Cuba en julio de 2008, Curbelo García, entonces de 38 años, tenía mucho de lo cual sentirse orgulloso. Contaba con un pequeño condominio en Hialeah, una ciudad al sur de Florida donde la mayoría de la mitad de los residentes son de origen cubano. Su esposa trabajaba como estilista y su granja de dos acres comenzaba a dejar ganancias. Su hija de 16 años, Yunis, se había adaptado a EEUU y hablaba de convertirse en médico.

Curbelo García pasó la primera semana en Cuba visitando a familiares y hospedándose cerca de la casa de sus padres en Holguín. El 26 de julio, Curbelo García fue una fiesta ofrecida por los Comités para la Defensa de la Revolución, organización cuya historia incluye el reportar a los vecinos que realizaban actividades sospechosas.

A sólo días del inicio de los Juegos de Beijing, la separación de Chapman del equipo nacional fue un tema candente en la fiesta. Alejandro Medina, vecino de la infancia de Curbelo García, aficionado de hueso colorado de los Sabuesos y quien hiciera amistad con Chapman, lamentó la inminente ausencia del lanzador. Ambos tenían una relación tan cercana que Chapman llamaba padrino a Medina, según documentos de la corte.

Cuando Curbelo García dijo dudar de que Chapman pudiera lanzar tan rápido como los lugareños decían -su bola rápida había sido registrada a 102 mph- Medina ofreció presentarlo con Chapman.

Medina, proveedor de alimentos para la industria restaurantera de Holguín, apreciaba cualquier oportunidad para presumir tanto del talento de Chapman como de su relación con el lanzador.

Los documentos de la corte indican que días después Curbelo García viajó con Medina a Frank País, donde se acercaron a Chapman cuando éste iba en su bicicleta cerca de la estación de policía. Tras ser presentado a Chapman, Curbelo García inmediatamente le preguntó cuándo planeaba irse a EEUU. Los cubanos ganan millones de dólares en las Mayores, le dijo Curbelo García, y la mayoría no tenían el talento de Chapman.

Chapman le dijo a Curbelo García que no tenía planes de dejar la isla.

Medina se molestó y le pidió a Curbelo García que dejara de hablar tonterías. En la opinión de Medina la simple sugerencia de que Chapman dejara Cuba ponía a los tres en peligro.

Curbelo García diría después en un testimonio en corte que la discusión terminó ahí.

Chapman insistó en que Curbelo García fue un paso más allá y ofreció conseguir un bote veloz para sacarlo de la isla.

“(Chapman) respondió que no le interesaba”, según un reporte de la policía cubana firmado por Chapman y obtenido por el Tribune.

En cualquier caso, Curbelo García y Medina subieron devuelta a un Audi rentado y se dirigieron a la casa de sus padres. Pero la policía les detuvo y los acusó de intentar contrabandear a Chapman incluso antes de que pudieran llegar a los límites de Frank País.

Curbelo García fue arrestado el 30 de julio de 2008. Al día siguiente, Chapman y su padre, Juan, dieron declaraciones juradas acusándolo de contrabandeo junto con Medina.

Medina dijo al Tribune que él no buscó sacar a Chapman de Cuba y que no escuchó a nadie hacer tal oferta. Curbelo García, quien después resolvió su demanda contra Chapman, negó en documentos de la corte que hubiera arreglado el contrabando.

Pero Jorge Cabrera, quien creció en el mismo barrio que Curbelo García y Medina, dijo al Tribune que él y un granjero en Florida discutieron un plan para ayudar a Chapman a escapar de Cuba, aunque la propuesta nunca fue más allá de las palabras. A sabiendas de la devoción de Medina por el béisbol cubano, ellos no abordaron el tema en presencia de Medina, dijo Cabrera.

Los arrestos tenían varios propósitos, incluido el proporcionar una razón para restaurar a un lanzador fuerte en el equipo nacional y advertir a cualquier posible traficante el mantenerse lejos de los atletas estelares.

“Una vez que Chapman los acusó, ellos estaban acabados”, señaló Cabrera, quien emigró a EEUU hace cuatro meses. “Fue un caso político con un alto perfil. El gobierno quería dar una lección”.

La firma de Chapman en el reporte policía incluía su nombre y el “#52” -su número en el jersey del equipo nacional.

Los juicios

Tras seis meses en prisión a la espera de juicio, Curbelo García y Medina fueron condenados en enero de 2009 en base principalmente al testimonio de Chapman y su padre, según muestran documentos de la corte cubana. Chapman testificó que no tenía intención de dejar Cuba nunca.

“Lo dije porque iba a ir a la cárcel”, señaló Chapman en su testimonio de 2013.

En un fallo de cuatro páginas, el panel judicial cubano halló culpables a Curbelo García y Medina de intentar contrabandear a “uno de los mejores lanzadores de Cuba”.

El panel calificó los intentos de contrabando como “crímenes que afectan considerablemente los países del Tercer Mundo y especialmente nuestro país, el cual hace mucho por el bienestar de los seres humanos”, según el fallo que obtuvo el Tribune. “Sin embargo, gente inescrupulosa busca cualquier manera de afectar nuestro sistema social con el robo de talentos deportivos, personal científico, técnicos y profesionales formados por la Revolución”.

Curbelo García fue sentenciado a 10 años en prisión. Medina a siete.

Chapman fue incluido en la alineación cubana para el Clásico Mundial de Béisbol en enero de 2009, el mismo mes que testificó, dando un discreto fin a su exilio del equipo.

Tras haber dañado seriamente su propia carrera y posiblemente poniendo en peligro el trabajo de su padre como entrenador, Chapman pudo haber estado desesperado luego de haber sido desterrado, indicaron expertos en béisbol cubano. Muchos intentos fallidos de deserción han resultado en castigos de dos años en deportes auspiciados por el gobierno. Algunos jugadores no volvieron nunca al campo.

“Seguramente estaba en completo pánico”, indicó Bjarkman. “Puedo verlo estando de acuerdo con prácticamente todo a cambio de una segunda oportunidad”.

Históricamente, el gobierno cubano ha esperado que sus atletas ayuden a enjuiciar a traficantes humanos, preocupados de que las Ligas Mayores de Béisbol desangren la isla de algunos de sus más amados residentes.

Yasiel Puig, jardinero de los Dodgers y quien desertó en 2012, fue acusado de convertirse en informante con tal de recuperar la confianza del gobierno luego de haber sido expulsado del equipo nacional. Orlando “El Duque” Hernández, ex lanzador de los White Sox, se rehusó en alguna ocasión a testificar contra un hombre acusado de planear su salida de la isla y poco después fue expulsado de por vida en el béisbol cubano.

“No hay una opción real”, indicó Roberto González Echevarría, profesor de Yale, quien escribió The Pride of Havana: A History of Cuban Baseball. “Cuando una burocracia represiva te pide que hagas algo, no puedes decir simplemente que ‘no’ sin que haya consecuencias”.

Ante esa situación, Chapman y sus padres testificaron contra Raúl Mañana y Carlos Rafael Mena, otros dos supuestos contrabandistas. Los documentos de la corte indican que ambos fueron arrestados en julio de 2008 -el mismo mes que el lanzador acusó a Curbelo García y Medina de tráfico humano.

Las autoridades se enteraron de la supuesta oferta de contrabando luego de que el padre de Chapman lo reportara a la Fuerza Policial Nacional Revolucionaria y a un funcionario del partido comunista, según documentos cubanos.

“(Juan Chapman) estaba preocupado de que si no reportaba lo que se consideraba un crimen en Cuba, eso perjudicaría a su familia”, señaló García Linares, abogado de Chapman.

Magaña, quien se cree aún vive en Cuban, no pudo ser localizado para comentar al respecto.

Mena, quien es dominicano y estaba casado con una hermana de Magaña, nunca conoció a Chapman o a sus padres antes del juicio.

Las autoridades acusaron a Mena de tráfico porque estaba con Magañan en el auto que Chapman dijo sería utilizado para el plan de escape propuesto.

El abogado de Mena, con sede en EEUU, declinó comentar para esta historia. Sin embargo, en un affidavit juramentado y firmado en 2013, Mena negó cualquier participación en un plan de deserción y sugirió que Chapman testificó contra él para demostrar su lealtad al gobierno.

“Chapman testificó que además de mi, él acusaría y expondría a la seguridad del estado a la gente que se le acercó y le ofreció dinero porque era un buen revolucionario”, señaló Mena.

En el juicio de Mena, Chapman también repitió las aseveraciones anteriores de que no tenía intención de abandonar su patria, según documentos de la corte.

Pero Chapman reconoció posteriormente que eso no era verdad.

Chapman nunca abandonó su esperanza de escapar de Cuba o de jugar en el béisbol de EEUU. En su testimonio de 2013, Chapman dijo que se aferró a su sueño de desertar incluso después del fallido intento que hubiese causado estragos en su vida.

“Desde ese momento… en que intentaste dejar Cuba”, le preguntó su abogado, “¿renunciaste a la idea de dejar Cuba?”.

“No”, respondió Chapman.

En mayo de 2009, Chapman se encontró con Carlos Thompson, un excompañero de juego de su padre, para hablar sobre la deserción. Thompson había emigrado a EEUU 13 años antes a través de la lotería pero estaba de regreso en Cuba esa primavera y decidió ayudar a Chapman a desertar, según documentos de la corte y a las respuestas escritas de Thompson a las preguntas de Tribune.

Thompson desarrolló dos opciones para sacar a Chapman de Cuba, una de las cuales era salir durante un próximo torneo internacional de béisbol en Holanda, dijo.

Thompson, a través de Raymond Ausrotas, su abogado, dijo que hubo tres reuniones sobre la deserción -una en una calle debajo de un hotel, otra en la casa de Thompson en Cuba y una en un parque en Holguín.

La fuga

Tres semanas después de testificar contra Magaña y Mena, Chapman viajó con el equipo de béisbol cubano a Róterdam para la competencia. El 1 de julio, Chapman salió de su hotel en Holanda, llevándose su pasaporte.

Chapman se subió a un auto conducido por Thompson, quien había llegado a Róterdam 11 días antes para preparar la deserción. Un agente estadounidense de béisbol estaba en otro auto. Ambos esperaban obtener una tajada de las eventuales ganancias de Chapman en las Mayores.

Chapman firmó después un contrato con Thompson en el que acordó pagarle un porcentaje de sus ingresos a cambio de que Thompson le ayudara como su asistente personal. Thompson, quien ahora vive en México, demandó a Chapman en EEUU for incumplimiento de contrato, y ese caso está pendiente.

Chapman viajó con Thompson a Amsterdam, y sólo se quedaron dos días porque Chapman “tenía mucho miedo” de que el gobierno cubano lo encontrara y lo regresara a Cuba, según Thompson contó al Tribune.

Después se fueron a Barcelona, donde sopesaron sus opciones sobre dónde establecer la residencia de Chapman. Por lo general los beisbolistas cubanos evitan buscar asilo político en una Embajada de EEUU porque las políticas de las Mayores requieren que los jugadores que desertan directamente a EEUU deben ser puestos en el draft, donde hay límites sobre cuánto les pueden pagar los equipos por ser elegidos.

Aquellos que establecen su residencia en otros países -por lo general en República Dominicana o México- pueden convertirse en agentes libres internacionales y obtener contratos millonarios.

Eventualmente Chapman se estableció en Andorra, un pequeño país al este de los Pirineos, entre Francia y España, y esperó a que su visa estadounidense fuera aprobada. Chapman invirtió su tiempo en correr, entrenar y escribir a su familia, la cual ahora incluye una hija que nació luego de salir de Róterdam. Chapman pasó la mayoría de su tiempo con un investigador privado de EEUU contratado para proteger a Chapman y encargarse de la logística para llegar a EEUU. Ambos volaron juntos a Newark, New Jersey.

“Vi a un hombre determinado a jugar en las Mayores y estaba enfocado en entrenar duro y hacer lo que tuviera que hacer para lograrlo”, comentó Sean Crowley, el investigador con sede en Nueva York y un ex oficial de policía de esa ciudad. “Aroldis nunca pareció preocupado o inquieto por algo”.

Mientras esperaba llegar a EEUU, Chapman dio su única entrevista extensa sobre su deserción, al indicar a ESPN The Magazine que se reunió con el presidente cubano Raúl Castro luego de su fuga fallida en 2008. Thompson también confirmó al Tribune que Chapman le dijo que se reunió tanto con el presidente como con Tony Castro, uno de los hijos de Fidel y funcionario nacional de béisbol.

Chapman negó la reunión en su testimonio de 2013. El gobierno cubano no respondió a nuestras peticiones de comentarios.

En enero de 2010, Chapman firmó un contrato de seis años y $30 millones con los Cincinnati Reds. En su primera temporada, Chapman lanzó una bola rápida a 105.1 mph, la cual se mantiene como el lanzamiento más rápido nunca antes registrado.

Mientras Chapman disfrutaba su Sueño Americano, Curbelo García y Medina seguían presos en Cuba convencidos de que sus propios sueños se esfumaban.

Curbelo García se encontraba en una celda de 4 por 6 pies con otros cinco hombres en Holguín, una de las cuatro instalaciones de máxima seguridad donde cumplia su sentencia. A Curbelo García le servían alimentos infestados de gusanos y con frecuencia se le negaba atención médica, según entrevistas y documentos de la corte.

Curbelo García recibía una sola cubeta de agua turbia cada mañana, la cual debía racionar durante el día para beber e higiene personal. En una ocasión pasó seis meses sin ver la luz del sol, contó Juan Carlos Herrera Acosta, su compañero de celda, al Tribune.

“Nos trataban peor que a perros”, dijo Herrera, un periodista disidente preso por más de siete años como parte de una campaña represiva en 2003. “Sufrimos cada minuto de cada día”, dijo.

Las autoridades con frecuencia ofrecieron a Curbelo García un acuerdo, indicó Herrera. Si Curbelo García aceptaba repatriarse -renunciar a la residencia en EEUU y volver a Cuba- el trato que recibía mejoraría.

Curbelo García se rehusó.

“Tu vida no significa nada si no tienes honor”, dijo Herrera, quien fue liberado de prisión en 2010 y ahora trabaja como empleado de mantenimiento al norte de Nueva York.

En tanto, Medina fue enviado a una prisión de máxima seguridad en Holguín, donde, dijo, su dieta consistía principalmente de pan, agua endulzada y comida que su esposa le contrabandeaba. El hedor de orina y excremento era tal que en ocasiones le resultaba difícil respirar.

En el primer aniversario de su encarcelamiento, un compañero de prisión le vertió agua hirviendo en la espalda. Su hombro aún muestra las heridas.

“La cárcel es el peor infierno que te puedas imaginar”, dijo Medina. “No se lo deseo a nadie”.

La repercusión

En 2012, Maylen Turruellas, esposa de Curbelo García, entabló una demanda en una Corte de Distrito de EEUU, acusando a Chapman de haber hecho acusaciones falsas que condujeron a la tortura del granjero.

El caso, al cual Mena se unió como codemandante, fue resuelto fuera de corte luego de que un juez federal determinara que Chapman fue deshonesto cuanto testificó en Cuba contra Curbelo García.

La jueza federal Cecilia Altonaga fue más allá y dijo que Chapman dio falso testimonio a pesar de ver en corte el estrago físico que la prisión causó en los acusados.

“Los vio y sin embargo se levantó y dio falso testimonio que resultó en sus condenas”, añadió Altonaga, según una transcripción de una audiencia de noviembre de 2013.

Poco después de la audiencia, Altonaga rechazó la petición de Chapman de desechar el caso.

“Durante el juicio a Curbelo García, Chapman dio falso testimonio sobre sus intentos de desertar con la finalidad de quedar bien con el gobierno cubano y evitar consecuencias penales, como la prisión”, determinó la jueza. “Si bien el alegato de Chapman de que el encarcelamiento de Curbelo García no fue su culpa, sí fue una probable causa de su testimonio contra Curbelo García”.

Tras cuatro años en prisión y 11 meses de trabajo forzado, Curbelo García fue confinado a la casa de sus padres en Holguín. El gobierno cubano le otorgó un pase de tres meses para dejar el país y Curbelo García volvió a EEUU en junio de 2014 con ninguna intención de volver para completar su sentencia.

Cuando llegó a Miami descubrió que todo por lo que tan duro había trabajado en EEUU había colapsado en su ausencia. Su casa estaba bajo ejecución hipotecaria, su auto decomisado y su negocio arruinado. No tenía trabajo ni dinero y su hija de 22 años a quien prácticamente ya no reconocía había logrado ir a la universidad por su cuenta. Pronto su matrimonio fracasó y terminó separado de su esposa.

“Estaba muy molesto la primera vez que volvió a casa”, dijo su hija Yunis Curbelo. “Había trabajado muy duro para abrirse paso y todo se había ido. Era como si tuviera que empezar de nuevo”.

La familia resolvió la demanda contra Chapman por una cantidad que se desconoce uno cinco meses después de que García Curbelo regresó.

Curbelo García declinó hablar sobre Chapman o la acusación de contrabando cuando un reportero y un fotógrafo de Tribune se encontraron con el al sur de Florida, argumentando un acuerdo con la demanda y preocupado porque sus padres aún viven en Holguín.

Curbelo García vive ahora en una granja avícola a unas 30 millas al sur del centro de Miami. Según documentos públicos, compró una parcela de cinco acres en noviembre por $150,000.

“No nos obsesionamos con el pasado”, dijo Yunis Curbelo. “No nos podemos sentar a pensar sobre el tiempo perdido. Quizá nunca sea igual, pero trabajamos para volver a lo que teníamos cuando yo estaba más joven. Intentamos ser felices”.

Una tarde reciente de septiembre, Curbelo García se sentó en el patio de concreto de su propiedad y se fumó un habano cubano mientras veía cómo se ocultaba el sol sobre su granja. Al igual que Chapman y su hija, Curbelo García insistió en que quiere enfocarse en el futuro en lugar de ver al pasado.

“Quedé destrozado por la prisión. Me cambió la vida completamente”, dijo. “Pero el tiempo ayuda”.

Medina no demandó a Chapman, pero dijo que recibió unos $30,000 como parte del acuerdo negociado por el abogado de Curbelo García. Agregó que utilizó parte del dinero para financiar su huida y la de su esposa hacia EEUU. Ambos llegaron a Texas el año pasado luego de escapar a Ecuador y luego viajaron por tierra 29 días a través Centroamérica antes de llegar a la frontera México-EEUU.

Con 44 años, Medina trabaja ahora en un autolavado de Houston y vive en un estrecho apartamento de una recámara al suroeste de la ciudad. El mes pasado, cuando los Cubs fueron a la ciudad a jugar contra los Astros, Medina se enteró que Chapman estaría en un centro nocturno local donde una banda cubana iba a tocar. Medina fue a verle.

Medina dice que se acercó a Chapman y que su reacción iniciar fue como si hubiera visto a un fantasma para luego decir que no reconocía a su antiguo amigo, a quien le falta un dedo y tiene una cicatriz que le baja por la frente. Medina dijo que el lanzador eventualmente lo reconoció, pero que el saludo distante le lastimó.

“Quería que dijera que lamentaba el que yo hubiera sufrido”, comentó Medina. “Era su amigo”.

En lugar de eso, Chapman posó para una foto con Yadira, la esposa de Medina y a quien también conocía en Holguín. Cuando se fueron, Chapman abrazó a Medina, le besó una mejilla y le dio su número de celular, cuante Medina.

Medina afirma que le ha escrito y llamado varias veces desde que se vieron, pero que aún espera respuesta.

A pesar del silencio, Medina dijo que apoyará a Chapman durante los playoffs de los Cubs que empiezan este viernes.

“¿Por qué no?”, se preguntó mientras encendía un cigarrillo. “No tengo nada contra Aroldis. Sólo quiero que se acuerde de que tuvimos una amistad y que yo era inocente”.

-Este artículo fue escrito por Stacy St. Clair y Jodi S. Cohen, con la contribuyción de Abel Uribe, fotógrafo de Tribune