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Japan's highest mountain Mount Fuji (C) is seen behind the skyline of the Shinjuku area of Tokyo at sunset. Japan's trade deficit nearly doubled on-year to a bigger-than-expected 10.9 billion USD in October as the country's energy bill soared, government data showed November 20.    AFP PHOTO / KAZUHIRO NOGI        (Photo credit should read KAZUHIRO NOGI/AFP/Getty Images)
KAZUHIRO NOGI / AFP/Getty Images
Japan’s highest mountain Mount Fuji (C) is seen behind the skyline of the Shinjuku area of Tokyo at sunset. Japan’s trade deficit nearly doubled on-year to a bigger-than-expected 10.9 billion USD in October as the country’s energy bill soared, government data showed November 20. AFP PHOTO / KAZUHIRO NOGI (Photo credit should read KAZUHIRO NOGI/AFP/Getty Images)
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¿Es posible transformar el entorno caótico de las urbes para lograr su crecimiento sostenible y planificado? Con las herramientas de la era digital y el conocimiento científico se busca concretar esta utopía del siglo XXI.

En su libro El zoológico humano, el famoso etólogo inglés Desmond Morris argumenta que las ciudades modernas no deben considerarse junglas de asfalto, sino auténticas jaulas para nuestra especie. Para ilustrar su concepto del hombre atrapado por las rejas que él mismo ha construido, Morris sugiere imaginar dos escenarios: el primero es un medio agreste, rodeado de animales salvajes y vegetación, donde una tribu de 60 individuos habita un territorio de 35 x 35 kilómetros; el segundo es radicalmente distinto: un entorno urbano con seis millones de humanos confinados en la misma extensión de terreno, pero rodeados de máquinas, edificios y caminos asfaltados.

Los habitantes de las grandes urbes no sólo conocemos, sino que a menudo padecemos las consecuencias de ocupar estos zoológicos humanos: contaminación del aire, tráfico intenso, grandes niveles de estrés y abasto deficiente de agua potable, energía eléctrica y otros servicios básicos. El panorama se ve más drástico si añadimos factores como el crecimiento de la población y fenómenos como el cambio climático.

En 1800 sólo el 3% de la población mundial vivía en las ciudades; un siglo después el porcentaje aumentó a 14%. Hoy al menos 3 900 millones de personas (54% de la población mundial, o el equivalente a 184 veces la población del Distrito Federal y su área metropolitana) habitan en ciudades, y éstas ocupan sólo el 3% de la superficie del planeta. La tendencia continúa y se espera que la proporción urbana llegue al 66% en 2050, según las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En América Latina la situación es compleja. La proporción de habitantes en zonas urbanas en relación con la población total es muy elevada en países como Uruguay (95%), Argentina (92%), Chile (89%), Venezuela (89%), Brasil (85%), Perú (78%) y Colombia (76%). En Brasil Sao Paulo concentra más del 20% de la población total y Río de Janeiro alcanza casi el 13%. Durante el siglo XX México pasó de ser un país rural a uno donde la mayor parte de la población habita zonas urbanas (definidas como poblaciones de más de 2 500 habitantes). Según datos del Consejo Nacional de Población, 79% de los habitantes del país viven en metrópolis. La Ciudad de México y su zona conurbada concentran a más del 20% del total, aunque las nueve ciudades de más de un millón de habitantes, entre ellas Guadalajara y Monterrey, continúan creciendo. Asimismo, se prevé un mayor ritmo de crecimiento en las urbes intermedias, que son las que tienen entre 100 000 y dos millones de habitantes.

Gestión, el gran reto

Hoy las urbes consumen el 75% de la energía generada en el planeta y producen 80% de las emisiones de dióxido de carbono (datos de la Comisión Europea).

Como advierte John Wilmoth, director de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, la gestión de zonas urbanas es uno de los mayores retos del siglo XXI. ¿Es posible transformar lo más hostil de las ciudades y hacerlas sustentables? La meta parece una reedición de la famosa Utopía de Thomas More (o Tomás Moro), publicada en 1516, en la que se describe una comunidad ficticia con valores y organización diferentes a los de su época. Hoy muchos gobiernos, empresas, grupos de arquitectos, urbanistas, científicos e ingenieros buscan hacer realidad esta utopía mediante las llamadas ciudades inteligentes.

No hay consenso sobre la definición de ciudad inteligente, pero hay al menos algunos rasgos que definen el perfil ideal, entre ellos la gestión racional del espacio urbano y los recursos naturales, así como el uso de tecnologías digitales para procurar el bienestar de los habitantes. Para Mauricio Bouskela, consultor de la División de Competitividad e Innovación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una ciudad inteligente emplea redes de comunicación, sensores, cámaras y sistemas inteligentes para resolver sus grandes retos y mantener enlazados en tiempo real a los ciudadanos con sus gobiernos. “Estos sistemas pueden proporcionar miles de datos por segundo, que por sí solos no significan nada. El gran reto que enfrentamos en las ciudades es transformarlos en información útil que ayude a prever, o mitigar, los problemas”, explicó el experto brasileño en una entrevista. El ingeniero mexicano Jorge Buitrón encabeza la construcción de Ciudad Maderas, Querétaro, un proyecto de urbe inteligente que estará terminado hacia 2024. Según Buitrón, la idea es que antes de empezar a construir un complejo urbano se analicen las posibilidades de que se desarrolle de manera sustentable.

El ingeniero mexicano Jorge Buitrón encabeza la construcción de Ciudad Maderas, Querétaro, un proyecto de urbe inteligente que estará terminado hacia 2024. Según Buitrón, la idea es que antes de empezar a construir un complejo urbano se analicen las posibilidades de que se desarrolle de manera sustentable.

Perfil de una ciudad inteligente

Una ciudad inteligente no es simplemente una ciudad cuyos habitantes disponen de herramientas digitales avanzadas, como Internet de banda ancha, sino donde ésta y otras tecnologías se usan para mejorar la calidad de los servicios públicos y privados. Éstos son algunos de sus rasgos principales según el consultor Mauricio Bouskela, del Banco Interamericano de Desarrollo:

-Gestión racional del espacio urbano y los recursos naturales.

-Empleo de fuentes alternativas de energía y reducción de emisiones de CO

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-Uso de redes de comunicación, sensores y sistemas inteligentes.

-Manejo de grandes bases de datos para prever o mitigar problemas.

-Aprovechamiento de herramientas digitales y plataformas interactivas.

-Conexión del gobierno y los ciudadanos y realización de trámites por Internet.

-Generación de nuevos servicios y empresas de base tecnológica.

Centro desplazado

Aunque muy diversas y alejadas en el tiempo y en el espacio, las antiguas polis griegas, las ciudades renacentistas y las modernas urbes del continente americano tienen como rasgo común la concentración de los núcleos de poder político, social, religioso y financiero en un sitio emblemático: el centro histórico rodeado por las antiguas iglesias y palacios de gobierno, la plaza principal con sus monumentos a los héroes o los distritos financieros erizados de rascacielos son los sitios neurálgicos donde se organiza la vida en las metrópolis. El arquitecto y diseñador urbano estadunidense Mitchell Joachim propone ubicarlos ya no en el centro, sino en otros puntos estratégicos distribuidos en diferentes partes de la urbe. Según Joachim, esta forma de distribución permitirá suministrar y manejar en forma planificada todos los recursos vitales para el “metabolismo” de las urbes, entre ellos agua, energía, alimentos y materias primas. Joachim, profesor de la Universidad de Nueva York, es copresidente y fundador de la empresa Terreform ONE, que pretende integrar los principios de la ecología, la biología sintética (véase ¿Cómo ves?, Nos. 140 y 195) y la arquitectura sustentable en el diseño y construcción de las urbes del futuro.

Muchos centros de investigación trabajan también en el diseño de prototipos y modelos urbanos que se ajusten a las necesidades de los ciudadanos del siglo XXI. Por ejemplo, el Laboratorio de Ciudades Inteligentes del Instituto Tecnológico de Massachusetts explora seis líneas de estudio que van del análisis, modelado de datos y simulaciones de movimientos de personas y vehículos en las urbes, hasta la proyección de edificios inteligentes y el trazado de las redes de abasto de energía. En la primera de estas líneas se realizan análisis de indicadores de actividad económica, comportamiento humano, patrones de movilidad y consumo de recursos para diseñar nuevos modelos urbanos basados ya no en los designios de un gobernante o de un grupo empresarial, ni en el crecimiento anárquico de la población, sino en las evidencias empíricas. El Instituto de Investigación Colaborativa de la empresa Intel, que tiene sedes en el Imperial College y en la University College, ambos de Londres, pretende mejorar el bienestar social, económico y ambiental en las urbes con métodos combinados que incluyen el cómputo avanzado, las ciencias sociales, el diseño y la arquitectura. Por otro lado, la red Smart Cities, encabezada por la Universidad Napier de Edimburgo e integrada por consejos y socios académicos, trabaja desde 2009 en el desarrollo de una red de innovación para la región del norte de Europa. Su meta es mejorar los servicios y las gestiones en línea que llevan a cabo los ciudadanos, además de impulsar los negocios.

Espacios del futuro

Llevar las ciudades inteligentes de los planos a la realidad parece tan utópico como futurista pero ya se han dado los primeros pasos en varias partes del mundo y muchas empresas están participando en este esfuerzo. En 2014, Intel, IBM, Cisco, General Electric y AT&T integraron el Consorcio Industrial de Internet, con el que buscan mejorar el acceso público y privado a las grandes bases de datos y mejorar la integración de los ámbitos digital y real en las urbes.

Uno de los frutos de esta alianza se puede observar en la ciudad sudcoreana de Songdo, cuyas autoridades pretenden conectarlo todo: personas, autos, edificios y redes de energía. Con apoyo de la compañía Cisco, buscan también instalar sistemas de video para teleconferencias en cada hogar, escuela y entidad pública dentro de sus límites territoriales. Songdo integra con las nuevas tecnologías para enlace digital los elementos tradicionales de otras urbes: un parque central como el de Nueva York, una casa de la ópera como la de Sidney y un canal al estilo de Venecia. Los ciudadanos pueden interactuar desde cualquier edificio a través de pantallas sin remplazar los encuentros directos.

Otro ejemplo es Masdar, en Abu Dhabi (el mayor de los Emiratos Árabes Unidos), una ciudad en medio del desierto que comenzó a construirse en 2008 bajo la dirección del estudio del arquitecto británico Norman Foster. Masdar fue concebida como la primera urbe sustentable del mundo, con la ambiciosa meta de reducir a cero sus emisiones de carbono. Para materializar esta ciudad, los constructores combinaron recursos y tecnologías modernos con otros del pasado; por ejemplo, construyeron carreteras pequeñas, propiasde la época de los carruajes, que ayudan a mantener el microclima y la circulación del viento, pero escogieron fuentes renovables de energía (eólica y solar) para proveer electricidad y refrigeración.

Guadalajara digital

En el Parque Morelos de la capital de Jalisco este año se inició con apoyo del gobierno federal la construcción de la Ciudad Creativa Digital (CCD), que congregará empresas de cine, televisión, videojuegos, animación digital, medios interactivos e Internet en una superficie de 180 hectáreas. El Plan Maestro de la CCD, elaborado por el arquitecto Carlo Ratti, consultores internacionales y expertos del Instituto Tecnológico de Massachusetts, contempla la renovación del Centro Histórico de Guadalajara en áreas como diseño urbano, infraestructura, movilidad, sustentabilidad y tecnologías interactivas.

En México

Según el ingeniero Buitrón no es necesario partir de cero ni cambiar toda la configuración de una urbe para hacerla inteligente; su transformación puede comenzar instalando en los vecindarios sistemas de alumbrado que respondan a las condiciones de luz o servicios de recolección de basura que operen en forma programada vía Internet. Éste es el modelo en el que se basará Ciudad Maderas, que inicialmente abarcará unas 400 hectáreas de superficie con espacios abiertos e interconectados pensados para una población de hasta 100 000 habitantes. El complejo, financiado con recursos de los gobiernos federal y estatal, alojará una universidad, un hospital y un grupo de empresas dedicadas a generar nuevas tecnologías. Buitrón, quien preside el Consejo Nacional de Clústeres de Software y Tecnologías de la Información, señala que la finalidad es buscar las mejores condiciones y la mejor calidad de vida para los habitantes. Este desarrollo queretano ha sido catalogado como la primera ciudad inteligente del país, aunque existen otras iniciativas sustentadas sobre todo en la expansión de la conectividad y las tecnologías digitales, que se han definido de manera similar en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey.

Buitrón señala que Ciudad Maderas tiene el aval de una asociación no gubernamental llamada Territorios del mañana, la cual registra las mejores prácticas que conforman una ciudad inteligente. Sin embargo, aclara que cada ciudad es diferente no sólo en su ubicación geográfica, sino en su densidad de población, infraestructura y recursos, e incluso dentro de sus propios límites puede tener distintos usos de suelo, por lo cual no es posible comparar los modelos aplicados en diferentes localidades. “No se hará copy-paste, sino que se buscará documentar las experiencias exitosas para llevarlas a otras partes del país”, anticipa el ingeniero mexicano.

¿Ciudades para todos?

Una de las mayores críticas a los modelos de ciudad inteligente es que son inaccesibles para los habitantes de clases medias y bajas, las cuales en principio podrían quedar excluidas del desarrollo. Así lo ha expresado, por ejemplo, el antropólogo Nicholas Simcik, del Programa Ciudades del Futuro de la Universidad de Oxford, quien alerta sobre el riesgo de que se fomente un apartheid de clases sociales. El académico, quien ha cuestionado algunos aspectos del plan del gobierno egipcio anunciado este año para construir una nueva capital modernizada que supere a la histórica El Cairo, también alerta que las nuevas ciudades con frecuencia se quedan cortas en el objetivo de dar empleo a sus habitantes más pobres, así como sistemas de transporte adecuados que les permitan desplazarse desde las zonas periféricas. Otro argumento en contra es que cuando los gobiernos intervienen en estos proyectos de nuevas metrópolis, suelen utilizarlos con fines propagandísticos y generar falsas expectativas de sustentabilidad que en la práctica muy pocas veces se materializan. Ante estas críticas, Buitrón responde que las necesidades de los habitantes no deben pasarse por alto y menciona que la nueva ciudad queretana no será exclusiva para ricos, pues habrá servicios de transporte público y empleos de base tecnológica para los residentes.

Desafíos

América Latina es la segunda región más urbanizada del planeta, con una tasa de urbanización que pasó de 64% en 1980 al 79% en 2010. Y de seguir esta tendencia, aproximadamente el 87% de la población de la zona vivirá en ciudades en el año 2050 (datos del BID). Además, el 82% de la población de América Latina habita en zonas costeras de baja altitud, muy vulnerables a las lluvias, las inundaciones, los deslaves y los huracanes. Todos estos desafíos deben tomarse en cuenta para impulsar modelos propios de desarrollo que se ajusten a las necesidades económicas, sociales, geográficas, políticas y demográficas de cada urbe, señala por su parte Bouskela. Como respuesta a estos desafíos se creó la iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles en América Latina y El Caribe, que impulsa la transformación de urbes de tamaño intermedio, con poblaciones de entre 100 000 y dos millones de habitantes. El BID, que aporta recursos técnicos y financieros para tal fin, estima que estas metrópolis tendrán un mayor crecimiento económico y demográfico en los próximos años. Tres urbes mexicanas -La Paz, Jalapa y Campeche- ya estaban incluidas en la iniciativa, y este año se integraron dos más: Toluca y Puebla. La iniciativa contempla aspectos como sustentabilidad ambiental, desarrollo urbano, solvencia fiscal y prácticas de buen gobierno, y permitirá a las ciudades identificar y evaluar sus principales problemas, para después buscar las mejores soluciones. “Pero por avanzada que sea toda su infraestructura física y tecnológica, por amplia que sea su conectividad, la ciudad inteligente debe proveer mejores servicios y elevar la calidad de vida de sus pobladores; de lo contrario, no se considera como tal”, opina Mauricio Bouskela.

-Este artículo fue escrito por Alberto Flandes para la revista ¿Cómo ves? El contenido de la revista puedes consultarlo

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