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Un grupo de ingleses seguidores del equipo europeo en el Medinah Country Club donde se celebra la 39 edición de la Ryder Cup. GETTY/Mike Ehrmann
Mike Ehrmann / Getty Images
Un grupo de ingleses seguidores del equipo europeo en el Medinah Country Club donde se celebra la 39 edición de la Ryder Cup. GETTY/Mike Ehrmann
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Aficionados que buscan autógrafos de golfistas famosos, gente que se asombra por la cercanía de ciertas celebridades, fanáticos llegados desde Inglaterra con los colores de su bandera dibujados en sus ropas…

Así es el ambiente en Medinah Country Club en Medinah, un suburbio al oeste de Chicago, el escenario de la 39? edición de la

Ryder Cup

, donde los mejores golfistas de Estados Unidos y Europa disputarán entre este viernes y el domingo.

La semana previa del torneo de golf por equipos más prestigioso del mundo es muy parecida a los días previos de un Super Bowl, pues presenta una serie de eventos que mezclan a los deportistas con los aficionados y decenas de celebridades.

“Estaba tan nervioso que casi vomito antes de jugar”, confesó el nadador olímpico

Michael Phelps

, quien mostró sus habilidades golfísticas en estos días y reconoció que hubiera sido más fácil jugar vestido con un speedo (una conocida marca de trajes de baño).

Michael Jordan

, quizás el más célebre miembro del Country Club, está presente en estos días en el sitio del torneo, donde va a ser una especie de “capitán simbólico” del equipo americano. Otros personajes que se pasearon por los elegantes jardines del Country Club, remodelado a un costo de $1.5 millones, fueron los actores George López y Bill Murray, además de algunos ídolos juveniles como Justin Timberlake y su prometida Jessica Biel y deportistas locales como Brian Urlacher, Scottie Pippen y Robbie Gould, pateador de los Bears, entre muchos otros.

El tema de los “foursomes”

Los “foursomes” son los matches de a cuatro jugadores, que se enfrentan con dos por equipos (dos americanos contra dos europeos). Un tema de discusión durante la semana fue la formación de estos grupos, que suelen presentar situaciones atípicas porque, entre otras cosas, obliga a algunos golfistas a usar una marca de pelotas por primera vez en su vida.

A la mejor manera de la Copa Davis de tenis, que también se juega por equipos, ambos capitanes han sido herméticos y aún no dieron a conocer sus formaciones para los “foursomes” pero Phil Mickelson, un veterano de mil batallas con el equipo de Estados Unidos, dio a entender que su pareja va a ser un novato”.

“Voy a jugar con Keegan Bradley, eso no es un sector”, admitió Mickelson, quien va por su novena Ryder Cup. “Es divertido jugar con Keegan porque este es su primer evento por equipos y se siente la energía que trae”.

El miedo escénico

Varios golfistas, acostumbrados a definir torneos multimillonarios cada semana en todo el mundo, han reconocido que el pánico los ha acompañado en la Ryder Cup. Tal es el impacto de la célebre competencia. El español

José María Olazábal

, capitán de los europeos este año, reconoció que “temblaba como una hoja” cuando debutó en Ohio en 1987.

Tiger Woods, quizás el más grande de todos los tiempos, sólo ganó 14 puntos de los 29 que disputó en eventos de la Ryder Cup. Para Woods y otra leyenda como Mickelson, la Ryder Cup representa un baño de humildad.

“Ellos (Tiger Woods y Phil Mickelson) vinieron al equipo para tratar de ganar un montón de puntos y pensaban que eso era lo que se esperaba de ellos”, dijo el capitán de Estados Unidos, Davis Love III. “Ahora sólo se conforman con ganar”.

Otros monstruos del pasado como Hale Irwin y Lanny Wadkins no se animaban a lanzar el primer tiro en Kiawah Island, South Carolina, en 1991. Aquella edición de la Ryder Cup recibió el apodo de “La Guerra” debido a la tensión existente entre ambos equipos, a la acusación del español Severiano Ballesteros a Paul Azinger de hacer trampa y al hecho de que los americanos Corey Pavin y el propio Azinger se presentaron a una sesión de práctica vestidos como militares.

Desde entonces la guerra ha continuado en forma más civilizada pero el pánico entre algunos jugadores a la hora de golpear las pelotitas ante los ojos del mundo no ha disminuido. Este fin de semana ganará el mejor. O quizás aquel a quien menos le tiemblen las piernas.