Por Bernat Coll (@Bernatti)
BARCELONA
Entre la sorpresa y la incertidumbre disipada por los rumores y filtraciones,
apareció este jueves ante la prensa para explicar los motivos que le empujaron a
abandonar la presidencia
del
. Alegó “el sufrimiento y angustia que las amenazas recibidas causan a mí y a mi familia” como argumento personal, además de no querer que “ataques injustos afecten a la gestión e imagen del club”.
Rosell se fue como su legado será recordado. Con torpeza comunicativa y la sensación que hay algo que no acabamos de saber:
nombró a Ronaldinho y evitó a Neymar
, cuando si algo quedará pendiente es descubrir qué había debajo de la famosa cláusula de confidencialidad de su fichaje estrella. Muchos números, equilibrios fiscales y, verdad o no,
olor a rancio
.
No deja de ser paradójico que la ilusión de la llegada del ex de Santos se haya transformado en “injustas y temerarias acusaciones”, según dijo, medio años después de su llegada, procedentes de “la desesperación y envidia de sus adversarios, externos y del entorno”. Ahí sí tuvo razón. El Barca es un club que
tiende a la autodestrucción
, pero su diligencia al frente de la entidad no ayudó a pacificar un club adicto a las crisis semanales y las aguas revueltas. Que se lo pregunten a Martino, que debe alucinar. Rosell se
con Cruyff antes de llegar y su relación con Guardiola
en Munich de manera inesperada y sobredimensionada. No se entiende que los dos mejores técnicos de la historia del club
no quieran saber nada
de la que fue su casa, como tampoco la
con Messi, conociendo la
susceptibilidad especial
del argentino.
Rosell se va después de meritorios triunfos deportivos oscurecidos por la
opacidad
mostrada en otros casos especialmente significativos. La sigilosa entrada de Qatar al club, camuflada inicialmente bajo una fundación, y expandida hasta en los
y diseño del Camp Nou, también fomentó la sensación de impermeabilidad incómoda, como también sus
negocios turbios
en Brasil o su
con los
Boixos Nois
, el grupo radical del Camp Nou. Y si algo agradecieron los socios a la anterior junta fue su lucha contra la violencia en el estadio.
Precisamente los socios avalaron su llegada al club con los mejores resultados de la historia en unas elecciones, y a ellos se aferró para argumentar la continuidad de Bartomeu como máximo responsable del Futbol Club Barcelona. El hasta ahora vicepresidente se hará cargo del Barca sin pasar por las urnas, lo que no garantiza el apoyo de la masa social azulgrana. Basar la potestad de alargar el mandato hasta 2016 bajo los resultados de hace tres años, es como reclamar la titularidad de Puyol por su impecable hoja de servicios durante su carrera. El tiempo pasa por todos, y no son pocos los que ven en la marcha de Rosell una noticia positiva para el barcelonismo.
A pesar de lo que muchos presidentes, Laporta y Rosell incluidos, puedan creer, su mandato perdurará en el tiempo según los resultados futbolísticos del equipo y no por su gestión al frente de la entidad. El primero despilfarró tanto como trofeos levantó; mientras que el segundó se entestó en difuminar la herencia del pasado con una política austera que no fue coherente con sus silencios.
“Ha sido un honor servir a los barcelonistas”, anunció para despedirse. El honor es conseguir títulos con una plantilla competitiva y exclusiva. La duda es saber si ahora el vestuario podrá soportar el bullicio tóxico del entorno y seguir compitiendo al máximo nivel o, por el contrario, se dejará llevar por la tormenta institucional. El éxito de Bartomeu depende de dos cosas: que Messi vuelva a sonreír y que la pelotita entre más a menudo. Si esto no sucede, llegar vivos a 2016 parece algo improbable.