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Bob Leverone / AP
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CHICAGO –

Con las enfermerías a rebosar y los juzgados echando humo con escándalo tras escándalo, la NFL no ha tenido ni un día de tranquilidad desde el inicio de la nueva temporada. Y eso que sólo llevamos dos jornadas de campeonato.

La epidemia de lesiones que sufre la liga bien valdría un estudio de la dureza de este deporte donde sus jugadores tienen que salir con auténticas armaduras para proteger sus huesos y un casco para cuidar sus sesos. Un tema que invita a una reflexión profunda.

Lo cierto es que los jugadores caen lesionados como chinches y tras dos partidos elementos del calibre del mariscal de los Washington Redskins, Robert Griffin III, o el de los Arizona Cardinals, Carson Palmer; los esquineros

Charles Tillman

de los

Chicago Bears

o Jason McCourty de los Tennessee Titans; los corredores de San Diego Chargers, Ryan Matthews, Mark Ingram de los New Orleans Saints y Knowshon Moreno de los Miami Dolphins; el ala cerrada de los Jaguars Marcedes Lewis, el receptor de los Bengals A.J. Green y así una larga lista de hombres importantes que están obligando a sus entrenadores a colocar parches de urgencia y trastocar sistemas. Una situación que merma el potencial de los equipos y por tanto, la NFL.

“Es lamentable, pero es parte del juego”, afirma Mike McCoy, entrenador de los Chargers.

El caso de ‘Peanut’ Tillman es especialmente grave porque el dos veces Pro Bowl volvió a romperse por segunda vez en 10 meses el tríceps derecho, lo que a sus 33 años podría acabar con su brillante carrera de 12 años en la NFL.

La lesión de ‘RGIII’ también es significativa. El prometedor y joven mariscal de los Redskins, segunda selección del draft de 2012, se ha dislocado el tobillo y lleva dos graves lesiones en dos años. Por lo que el equipo de Washington, que ya se ha acostumbrado al suplente Kirk Cousin, empieza a barajar la idea de traspasarlo.

Y si las lesiones son una plaga, los problemas delictivos son una lacra que en algunos casos dan la razón a ese viejo tópico de que los jugadores de fútbol americano tienen “mucho músculo pero poco cerebro”. O aquel otro de que el fútbol americano “hace violentos a sus jugadores”.

El corredor estelar de los Vikings de Minnesota,

Adrian Peterson

, volvió a ser el centro de atención al ser acusado y detenido en Texas por presunto maltrato físico a un hijo de sólo 4 años. Delito del cual es reincidente con otro hijo menor al que, por lo visto, pegaba con una vara.

Lo irónico e increíble fue la reacción del jugador al ser acusado: “Jamás imaginé estar en una posición donde el mundo me juzga por mis habilidades como padre o me llama abusador de menores por la disciplina que administro a mi hijo”.

Antes que se diesen las acusaciones contra Peterson, la NFL también estaba envuelta en el caso de violencia doméstica, uno más a la colección, que le costó a otro corredor estelar

Ray Rice

, ser despedido por los Ravens de Baltimore y suspendido indefinidamente por la NFL, tras dejar inconsciente de un puñetazo a la entonces su prometida en un ascensor en Atlantic City.

“Amo a mi marido y lo apoyo. Quiero que la gente respete nuestra privacidad en este problema familiar. La prensa nos ha hecho mucho daño. Pero continuaremos creciendo y mostrando al mundo como es el amor verdadero” dijo Janay, ahora su esposa, sobre el asunto. Lo que me hace pensar que esta mujer es masoquista, realmente le afectó el tremendo zurdazo que recibió o que el estar casada con un hombre que gana $35 millones conlleva sus sacrificios.

La escalada de escándalos con la ley ya ha empezado a tener repercusiones donde más le duele a la NFL: entre sus patrocinadores.

Marcas como la cervecera Anheuser-Busch se agregaron al grupo de voces que desaprueban los escándalos por violencia doméstica y abuso infantil, y aunque no han retirado su publicidad de la NFL, ya han dado el primer aviso y piden mano dura con los castigos.

Visa y Campbell Soup también externaron su preocupación, posturas que llegan después de que la cadena de hoteles Raddison informó que puso fin fin a su contrato para patrocinar a los Vikingos de Minnesota.

Sea lo que sea, la NFL tiene un grave problema. Y lo peor es que lo que viene de abajo, el fútbol americano colegial, no trae tampoco mucho trigo limpio.