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Los Guantes de Oro de Chicago, que actualmente se celebran en Cicero, están cargados de mil y una historias. Archivo Chicago Tribune
John J. Kim / Chicago Tribune
Los Guantes de Oro de Chicago, que actualmente se celebran en Cicero, están cargados de mil y una historias. Archivo Chicago Tribune
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CHICAGO –

Los

Guantes de Oro

que comenzaron esta semana en Chicago con los mejores púgiles amateurs del Medio Oeste son una fábrica de historias de vidas de deportistas con experiencias anormales para un ciudadano común.

Como ejemplos están los casos de varios protagonistas del torneo en los últimos años.

Paul Littleton, un ex campeón del torneo y actual profesional, vivió durante años en su viejo carro en las calles de Pilsen después de pasar su infancia deambulando por asilos de huérfanos de Chicago. En lugar de tomar por el camino equivocado, Littleton mantuvo su disciplina y hoy está invicto tras 10 combates como profesional.

Armando Piña, otro ex campeón del torneo y actual profesional, peleó más de una vez a las 11 de la noche después de levantarse a las 4 de la mañana para repartir cargas pesadas en UPS. En aquellos días su vida transcurría entre el trabajo, sus clases en Triton College y un intenso entrenamiento como púgil amateur.

Semajay Thomas, quien terminó en el quinto lugar en el Mundial Amateur de Armenia en 2009, pasó al año siguiente 15 meses en la cárcel tras ser acusado de un crimen cometido por otra persona en la puerta de su casa en West Town. En lugar de olvidarse de sus sueños para siempre, Thomas mantuvo su excelente estado en la prisión, usando el colchón de su cama como ‘punching ball’ contra una pared. ¿Y qué fue lo primero que hizo al salir de esa prisión? Naturalmente, fue al gimnasio a entrenar.

Está claro que la vida de algunos boxeadores está a veces muy cerca de las carencias, la desgracia o incluso de un final fatal.

Sam Colonna, un inmigrante italiano que también supo de privaciones y hoy es un conocido entrenador, cuenta que todos los días llevaba al gimnasio los dos sándwiches que su esposa Tina le preparaba para almorzar. Una y otra vez acababa comiendo uno y dando el otro a alguno de sus pupilos, que no tenía un hogar o un bocado para comer.

George Hernández, entrenador de Garfield Park, contó una vez que “me mataron 28 boxeadores, 26 hombres y dos mujeres, casi todos con pistolas”. Y otro pupilo de Hernández que fue cinco veces campeón de los Guantes de Oro local pagó con su vida su paso por el boxeo. Francisco ‘Paco’ Rodríguez falleció después de una pelea contra Teon Kennedy en Filadelfia tras sufrir un derrame cerebral. Uno todavía lo recuerda como un muchachito que era la ilusión de su padre, el tapatío Evaristo Rodríguez, allá en los tiempos en que el torneo se celebraba en el gimnasio de Saint Andrews, al norte de la ciudad.

Algunas de estas historias son tan desconocidas que a veces pasan totalmente desapercibidas incluso para gente cercana a los protagonistas. Héctor Lozano, el conocido periodista de deportes de Univisión, asistió en 2013 al Cicero Stadium para ver competir a John Hermanek después de enterarse a través del diaro HOY de que este era boxeador amateur. Lozano llevaba años trabajando con Hermanek, un vendedor de anuncios para la cadena televisiva con una historia increíble: había perdido su pierna en un accidente con su motocicleta varios años atrás y fue finalista en la división Masters con una pierna ortopédica y a los 56 años. Como si esto fuera poco, Hermanek protagonizó junto a Ralph Vara la final más explosiva e la mencionada edición.

Rafael Mondragón, quien recibió una vez el premio al “Boxeador más Duro” en una edición de los Guantes de Oro, fue uno de los contendientes menos afortunados en los últimos años pues fue balaceado una vez, luego pareció redimirse gracias al boxeo pero finalmente fue deportado a México a México en 2011 después de sufrir problemas con la ley.

Entre los participantes de Guantes de Oro de ayer y hoy hay historias para todos los gustos. En esta edición vuelve a participar Julian Smith, un muchacho mudo que entrena a las órdenes del árbitro Gerald Scott y el año pasado explicó cómo se las arregla para comprender las indicaciones arriba del ring: “Leo los labios y puedo entender todo”.

Los púgiles de esta competencia saben de esfuerzo y privaciones. Y sus entrenadores les acompañan en sus aventuras por los rings. Está el caso de Jesse Torres, un ex policía del oeste de Chicago que un día decidió abrir un gimnasio para sacar a los jóvenes de las calles. En cada edición del torneo presenta a varios candidatos y todos ellos le reconocen su dedicación. Saúl Cano, una de sus estrellas en las 108 libras, aún recuerda que una vez lo llevó a un combate en Alabama en un viaje de 16 horas.

En esta edición del torneo que se disputa en el Cicero Stadium, la afición ya está disfrutando con la acción que los mejores amateurs de Chicago presentan sobre el ring. Muchos desconocen, en realidad, las historias singulares que viven muchos de los protagonistas.

Guantes de Oro

Peleas Preliminares

Días:

Viernes 6 y Sábado 7

Lugar:

Cicero Stadium (1909 S. Laramie Ave, Cicero)

Hora:

7:30pm