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La tenista estadounidense Reneé Richards nació siendo hombre pero se sintió mujer toda su vida. A
Kerry Coughlin / ASSOCIATED PRESS
La tenista estadounidense Reneé Richards nació siendo hombre pero se sintió mujer toda su vida. A
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CHICAGO –

Eran la Olimpiadas en Montreal en 1976, Bruce Jenner corría los 1,500 m planos en la última de diez pruebas del decatlón. Con su playera azul, shorts rojos y calcetines blancos, Jenner corría con una soltura que parecía que la prueba era tan fácil como untar mantequilla en un pan tostado.

En la época de la Guerra Fría, Jenner se convirtió en un símbolo del éxito estadounidense. Desde entonces, las cámaras no lo han dejado de seguir: desde anuncios de cereal, películas, telenovelas, shows de reality, además de ser empresario exitoso y agente deportivo, pero nada como el posible anuncio que tarde o temprano nos estará dando: “Soy transexual.”

En nuestra sociedad la palabra transexual aún causa a muchas personas incomodidad, pero en la mayoría de los casos es por ignorancia. La sociedad aún esta en pañales en este tema, inclusive no hay una definición aceptada, pero quizá la que más se acerca es que “la transexualidad es una situación que define la convicción por la cual una persona se identifica con el sexo opuesto a su sexo biológico, por lo que desea un cuerpo acorde con su identidad y vivir y ser aceptado como una persona del sexo al que siente pertenecer”.

En el deporte este tema siempre ha sido tema de mucha polémica, sobre todo con las personas que nacieron siendo (lo que conocemos como) hombres pero se consideran mujeres. Tal es el caso de Reneé Richards, tenista que nació siendo hombre, pero se sintió mujer toda su vida. Nótese, la manera correcta de referirse a Reneé es en femenino.

Richards era una tenista tan destacada que hizo méritos propios para calificar al Abierto de EEUU en 1976, pero su admisión fue negada pues el reglamento decía que “las participantes tienen que nacer como mujeres, para participar en la rama femenil”.

Richards demandó a la USTA en la corte federal y después de muchos “tejemanejes” ganó el caso, por lo que en 1977 se le permitió competir en el Abierto de tenis de EEUU. Después de un tiempo Richards se retiró, y regresó a ser una exitosa oftalmóloga.

“El transexualismo es muy complicado…”, me comentaba una profesora de la Universidad de Toronto, “…pero existen explicaciones científicas al respecto, y en ocasiones tienen que ver con la estructura de los cromosomas XX y XY de las personas en cuestión”.

El debate no se limita a los deportes competitivos, no todas las universidades y preparatorias tienen una política establecida para los transexuales que practican los deportes. Muchos directores de estas escuelas argumentan que son muy pocos los transexuales como para tener que destinar recursos a este tema. El contraargumento es contundente: no se necesitan destinar recursos materiales, lo que se necesita es destinar recursos para educar a nuestra sociedad.

Es difícil predecir lo que pasará con los transexuales en el deporte en un futuro, pero no cabe duda que la sociedad va a tener que encontrar una solución para que estos sean tratados de manera digna y respetuosa.