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Después de 40 años de espera la afición de los Warriors pudo dar rienda suelta a los festejos y en algunos casos también burlarse de los Cavs. Getty
Justin Sullivan / Getty Images
Después de 40 años de espera la afición de los Warriors pudo dar rienda suelta a los festejos y en algunos casos también burlarse de los Cavs. Getty
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Había llovido mucho en la Bahía de San Francisco desde el último anillo de los Warriors.

Concretamente 40 años han tenido que esperar en Oakland para volver a ver a los suyos alzar el Trofeo Larry O’Brien. El triunfo del martes en Cleveland es el broche final a una temporada de ensueño donde Steve Kerr ha sabido sacar el máximo rendimiento de una plantilla en la que Stephen Curry ha puesto la magia noche tras noche.

El camino de Golden State no ha sido nada fácil en estas Finales pese a imponerse en el primer partido en el Oracle Arena. Pese a contar con la ventaja en la general de la serie desde el principio y ver cómo los Cavaliers perdían a Kyrie Irving por lesión, los Warriors tuvieron que sobreponerse a un 2-1 adverso tras el tercer juego.

Un LeBron James superlativo hizo soñar a Cleveland con abandonar la sequía de 51 años sin un gran trofeo en la ciudad de Ohio, pero al final la lógica se impuso y Golden State demostró que, con todas las bajas de los Cavaliers, son un equipo mucho más completo.

Golden State ha tenido que dejarse hasta la última gota de sudor para derrotar a unos Cavaliers que pese a contar con contratiempos de todo tipo, han peleado hasta el final por el anillo. Si hay alguien que ha personificado esa lucha es LeBron James. Con 36 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias de media, el alero de los Cavs ha estado a punto de lograr una de las mayores gestas de la historia del deporte. Para las estadísticas quedará que James perdió sus cuartas Finales en seis participaciones. Para los amantes del baloncesto, estas Finales quedarán grabadas como una de las mayores exhibiciones de LeBron desde que está en la NBA, y por qué no decirlo, una de las mejores actuaciones, sino la mejor, de la historia de las Finales de la NBA.

Decía que los Warriors no lo han tenido nada fácil, y menos aún cuando la serie se puso 2-1 para los Cavs con el cuarto partido en casa. Si en los tres primeros partidos LeBron fue una pesadilla para Steve Kerr y los suyos, en el cuarto encuentro James demostró que es humano. Sus números finales no fueron malos: 20 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias, pero estuvo muy lejos del dominio de juego demostrado en los encuentros previos.

Los elogios durante toda la temporada se los han llevado, con total merecimiento, Stephen Curry y Klay Thompson, pero muy probablemente los Warriors no tendrían el anillo de campeón de no ser por Andre Iguodala. El veterano alero acabó demostrando ser el mejor defensor posible para minimizar a LeBron James, además de superar la veintena de puntos en el partido decisivo y ser clave en el ataque de los Warriors desde el cuarto encuentro. Todos estos logros le sirvieron para llevarse el MVP de las Finales, curiosamente sin haber sido titular en ningún partido de la temporada.

Ahora toca esperar hasta el mes de noviembre para que vuelva la NBA. Unos meses que servirán para ver si los Warriors son capaces de seguir dominando la mejor liga del mundo jugando a divertirse, o si por el contrario, LeBron, con Irving, Love y Varejao, será capaz de poner a Cleveland en la cima del baloncesto mundial.