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Tom Brady, mariscal de los New England Patriots. Getty
Dustin Bradford / Getty Images
Tom Brady, mariscal de los New England Patriots. Getty
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CHICAGO –

Comienza la temporada del football americano profesional, y comienza por tanto mi habitual pesimismo con respecto a las probabilidades de que los Osos de Chicago lleguen por fin a los playoffs.

Pero no quería hablar de eso en esta ocasión.

Hablemos mejor de

Tom Brady

. Hay muchos especialistas que ubican a Brady como posiblemente el mejor mariscal de campo todos los tiempos, o al menos en la misma zona del Olimpo de la NFL que Dan Marino, Terry Bradshaw, Joe Montana, o John Elway.

No voy a entrar en mucha discusión. Para mí el mejor de la historia es y será siempre Joe Montana y háganle como quieran, pero admito que Brady es un excelente mariscal y que ha llevado a los Patriotas de Nueva Inglaterra a lugares que ningún otro hubiera podido. Él, y el entrenador Bill Belichick.

Brady tiene factores que le granjean seguidores: atléticamente es impecable, y su inteligencia como pasador lo pone muy por encima de la competencia. Eso le ha permitido acumular un título tras otro. Y tiene otros factores que le granjean enemistades: es un niño bonito multimillonario, casado con una supermodelo, y es un arrogante insoportable.

Es decir, Brady es materia de leyenda y además está ya en ese rango de edades de los quarterbacks en que tiene que comenzar a pensar en su legado.

Es por eso que su legado puede quedar permanentemente manchado por el

deflategate

, el escándalo en torno a si Brady ordenó que desinflaran varios balones antes de la pasada final de la Conferencia Americana ante los Potros de Indianápolis.

El pésimo manejo del caso por parte de la NFL, y las contradictorias declaraciones tanto de Brady como Belichick dejan una imagen dañada para el equipo y para el jugador. El niño bonito gana feo, y para sus detractores es un sueño hecho realidad, y para sus admiradores un serio golpe en su moral.

Ni Brady ha convencido a muchos de su inocencia, ni Roger Goodell, comisionado de la NFL ha logrado establecer con claridad la responsabilidad de los Patriotas, incluyendo entrenador y jugadores. Esto último no debería extrañarnos mucho, dado el deplorable récord de Goodell en temas controversiales, incluyendo los casos de abuso doméstico por parte de jugadores, o el creciente problema de las lesiones cerebrales. Goodell ha ido tropezando de error en error, y el caso deflategate ha contribuido también a, digámoslo de esta manera, desinflarlo un poco.

No deja de extrañarme el silencio de Belichick. Posible cómplice con Brady, o instigador inclusive, el entrenador está muy calladito. Tal vez piense que guardando silencio, su foja de servicios, de por sí impresionante, no estará tan manchada como la de Brady.

De una manera u otra, estamos todos un poco desinflados.

-Gerardo Cárdenas es periodista y escritor mexicano residente en Chicago