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Lamar Odom en 2013 cuando jugaba para Los Angeles Clippers. Getty
FREDERIC J. BROWN / AFP/Getty Images
Lamar Odom en 2013 cuando jugaba para Los Angeles Clippers. Getty
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BARCELONA –

¿Se imaginan a un tipo de 2’08m bajando el balón y marcando la jugada que su equipo va a desarrollar? Ese era

Lamar Odom

, un hombre con cuerpo de ala pívot pero con mentalidad de base que siempre dejaba destellos de una clase desbordante. Digo base porque normalmente asociamos a esa posición la capacidad de imaginar cosas que el resto de jugadores en la pista son incapaces de ver.

Odom era un genio con un balón de baloncesto en sus manos. Aterrizó en la

NBA

allá por 1999 de la mano de Los Ángeles Clippers y desde el principio ya dejó muestras de que iba a hacer mucho ruido en la mejor liga del mundo. Pese a que por edad un servidor era muy pequeño, recuerdo de aquella época cómo disfrutaban jugando esos Clippers, y en especial, el tridente formado por Lamar Odom, Quentin Richardson y Darius Miles. Eran tres showmans que se lo pasaban en grande y nos lo hacían pasar en grande. Nunca ganaron el anillo, nunca llegaron a los Playoffs, pero siempre elevaron a la máxima potencia el espectáculo que es el baloncesto NBA.

Cosas de la vida, pese a que fue seleccionado por los Clippers donde realmente acabó triunfando fue en los Lakers. El equipo rico de la ciudad de Los Ángeles vio explotar a la mejor versión de Lamar Odom, pieza clave en aquellos dos campeonatos consecutivos logrados en 2009 y 2010. Aquellos fueron los Lakers de Phil Jackson, Kobe Bryant,

Pau Gasol

… y Lamar Odom.

Cuando salió de los Lakers la carrera de Odom comenzó a torcerse. Problemas de diferentes índoles que si bien no acabaron con su carrera, sí acabaron con la brillantez de su juego. El Odom que todos recordábamos era historia y su presencia en la NBA fue degenerando hasta acabar en la D-League. Un jugador que en 2011 había sido el mejor sexto hombre de la liga, en marzo de 2012 participaba en la Liga de Desarrollo.

Su decadencia en las pistas fue tal que acabó colgando las botas de manera momentánea hasta febrero de 2014, cuando para sorpresa de todos, y en especial de la afición española al baloncesto, Lamar Odom decidió fichar por el Baskonia. Dudas e ilusión nos invadieron al conocer la noticia. Íbamos a ver en España a uno de los mejore jugadores de la NBA del siglo XXI. Eso si venía dispuesto a jugar, que desgraciadamente, con el tiempo, se vio que no era así. Sin pena ni gloria abandonó el equipo y regresó a los Estados Unidos.

Pese a que volvió a intentarlo en los New York Knicks con el apoyo de Phil Jackson, la vida de Odom exigía que se preocupara por otros temas más allá del baloncesto. Recurrió a especialistas para paliar su problema con las drogas, pero no logró superarlo.

Ahora se debate entre la vida y la muerte el que durante muchos años fue uno de mis jugadores favoritos. Nunca fue el jugador franquicia de ningún equipo, pero en todas las plantillas en las que estuvo, siempre fue una de las piezas más importantes cuando llegaba la hora de la verdad.

Muchos se preguntarán cómo alguien que ha tenido facilidades de todo tipo durante su vida puede acabar de esta manera.

Quizás si supieran que se crió sin padre, que era heroinómano; que su madre murió cuando él tenía 12 años; que su abuela, la persona que le hizo crecer, falleció cuando Odom cumplió los 23; que vio cómo asesinaban a tiros a su primo; y lo más duro, que perdió a su hijo de seis meses por culpa de una enfermedad. Con todas estas experiencias vitales quizás ahora entiendan la inestabilidad del jugador. Cuando la vida te golpea tantas veces y de manera tan seguida, lo extraordinario es seguir como si nada hubiera pasado.

Desde aquí, mucha fuerza Lamar Joseph Odom.