CHARLOTTE, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) – Es domingo por la mañana en la casa de Ron Rivera, quien se sienta para desayunar con su familia. El entrenador de los Panthers de Carolina come lo que ha preparado su esposa, un pan francés con canela y una gruesa rebanada de jamón.
Cada vez que los Panthers juegan en domingo, Rivera desayuna lo mismo, a la misma hora.
Rivera, de padre boricua y madre mexico-estadounidense, habla con su esposa Stephanie mientras ambos beben café. Exactamente a las 8:30 de la mañana, cuatro horas y media antes de la patada inicial, llega un vehículo para llevar al entrenador rumbo al estadio.
Una vez ahí, Rivera sigue con las supersticiones, que culminan una semana repleta de rituales rígidos.
El entrenador, quien está en su quinto año con los Panthers, lleva una camisa negra. “No es por algún motivo específico, salvo que cuando la usé comenzamos a ganar, así que sigo utilizándola”, comenta.
Se calza el mismo par de zapatos deportivos Nike negros que ha usado durante tres años. Están reservados para los días en que hay partido.
Come una galleta de avena y mantequilla de maní que su esposa le ha horneado. Entra al terreno, pero evita hacerlo por el túnel inflable.
“Es sólo para los jugadores”, justifica.
Después de eludir la estructura inflable, corre a la línea de la yarda 20, se da vuelta para mirar al público, localiza el lugar donde está sentada Stephanie, y le dice “te amo”, mediante una señal con la mano izquierda.
“Entonces estoy listo para el partido”, comenta.
Las supersticiones de Rivera parecen funcionar. Los Panthers tienen una foja de 10-0 en esta temporada y han ganado 14 encuentros seguidos de la campaña regular.
Y eso no hace sino reforzar la dependencia del entrenador respecto de sus rituales.
“Desafortunadamente, ganar provoca eso”, reconoce entre risas.
Los jugadores están al tanto de algunas supersticiones. El tight end Greg Olsen no las considera inusitadas.
“Pienso que todos en el mundo del fútbol (americano) son supersticiosos”, dijo Olsen. “Como jugadores solemos ordenar comida al mismo restaurante los jueves e incluso nos hemos sentado en las mismas sillas para comer durante 10 semanas seguidas…. Tratamos de hacer las mismas cosas”.
El quarterback Cam Newton llega a su conferencia de prensa del miércoles y se sienta junto a los reporteros, en la fila destinada para la prensa. Conversa con ellos entre cinco y 10 minutos antes de colocarse detrás del podio. Ha hecho lo mismo en toda la temporada, en medio de la racha victoriosa.
Rivera prefiere llamar “rutinas” a sus supersticiones. Sin embargo, se confiesa supersticioso por naturaleza.
Viste las mimas ropas de colores para practicar, dependiendo del día de la semana. Y se cerciora de usar un atuendo diferente en cada conferencia de prensa.
“Ahora estoy mal, pero era mucho peor como jugador”, reconoce.
Jugó durante nueve temporadas como linebacker de los Bears de Chicago. Fue parte del dinámico equipo que se coronó en la temporada de 1985 tras comenzar con una foja de 12-0 y quedarse a una victoria de la campaña perfecta, cayendo sólo ante Dan Marino y los Dolphins de Miami en un lunes por la noche.
Rivera usó únicamente dos cascos durante su carrera. Empleó el segundo sólo después de que el primero se rompió.