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Tanto deportiva como comercialmente, María Sharapova está sufriendo las consecuencias de su dopaje. Getty
Rich Pilling / Getty Images
Tanto deportiva como comercialmente, María Sharapova está sufriendo las consecuencias de su dopaje. Getty
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MÉXICO –

Todos recordamos aquel momento, cuando

María Sharapova

venció a Serena Williams en la final del Wimbledon en 2004 y antes de la premiación la rusa de apenas 17 años subió a las gradas, tomó un teléfono celular y les habló a sus padres para recibir sus felicitaciones. “¿Hola…?, ¿no me escuchan?”, después de varios intentos fallidos el teléfono no funcionó y mejor pasó a recoger su trofeo. La esbelta María era todas sonrisas, era la “novia” del mundo tenístico y los patrocinios no se dejaron esperar.

La Universidad de Harvard (que utiliza el método del “caso” para enseñar a sus alumnos en la escuela de negocios) escribió un caso al respecto. Era el perfecto ejemplo de un deportista que podía usar su imagen para vender cuanto producto se le antoje, y hacer de su nombre, una marca. Aquella llamada de teléfono también fue utilizada por otra compañía celular para demostrar que, si Sharapova hubiera usado sus servicios, no hubiera tenido problemas de conexión.

En el aspecto comercial María ha sido un éxito, y como el Rey Midas todo lo que toca es oro. Además de ganar más de $30 millones en patrocinios tiene su propia compañía de dulces Sugarpova.

En el aspecto deportivo no le fue nada mal, ganó cuatro Grand Slams y la medalla de plata en las Olimpiadas de Londres 2012. Sus resultados enfrentando a Serena han sido un desastre, después de aquel triunfo en Wimbledon le ganó un partido en Los Ángeles y después vinieron una cadena de 18 derrotas ante Serena, incluyendo dos finales y una semifinal del Abierto de Australia, una final de Roland Garros, una semifinal de Wimbledon, finales en Madrid y Miami, siendo casi todos derrotas en 2 sets.

La noticia de la semana pasada, en donde María acepta haber utilizado un medicamento prohibido vino a conmocionar el mundo tenístico.

María hizo lo correcto al anunciar su falta, prefirió que la prensa se entere de sus propios labios a tener que confirmar noticias de otras fuentes. Pero a todos nos resulta inexplicable que una tenista que viaja con un séquito de gente (entrenador, nutriólogo, masajista, psicólogo…., hasta estilista) se le haya ‘escapado’ un email en donde se prohíbe esa droga a partir del 1? de enero de 2016.

Nos parece imposible que una deportista que no tiene nada que demostrar, que tiene fama, dinero y buena reputación arriesgue esto solo por mantenerse a buen nivel los últimos años de su carrera.

Bárbara Tuchman, en su libro ‘The March of Folly’ (La Marcha de la Locura) nos habla de estos casos en donde personas arriesgan todo a cambio de nada. ¿Cómo se explica uno el Watergate?, ¿Cómo es posible que Nixon haga un espionaje a unos demócratas de cuarto nivel a cambio de su presidencia y de su legado? (y los ejemplos continúan).

Quizá es buen momento para que Harvard haga la segunda parte del caso Sharapova, esta vez enfocándose más en el aspecto ético.