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Un hombre posa para una foto frente a los aros olímpicos el sábado, 20 de agosto de 2016, en la playa de Copacabana en Río de Janeiro. (AP Photo/Leo Correa)
Leo Correa / AP
Un hombre posa para una foto frente a los aros olímpicos el sábado, 20 de agosto de 2016, en la playa de Copacabana en Río de Janeiro. (AP Photo/Leo Correa)
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RIO DE JANEIRO (AP) – No fueron perfectos, pero sí memorables. Igual que su país anfitrión.

Desde aguas sucias hasta aguas verdes, un caso telenovelesco de robo inventado y el adiós de dos leyendas, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro dejaron recuerdos para todos los gustos, un legado cuestionable para Brasil y un abanico de lecciones e interrogantes para el próximo anfitrión Tokio.

A continuación lo más destacado al bajar el telón de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica:

BRASIL CUMPLIÓ… A MEDIAS

Las advertencias a los viajeros olímpicos parecían sacadas de un manual de supervivencia: no toque el agua contaminada, cuidado con los mosquitos, ojo con el crimen. Pero más allá de algunos incidentes sin consecuencias graves, la justa fue principalmente una fiesta de 17 días, si bien con bastantes menos visitantes de lo que esperaban los organizadores.

En medio de su peor recesión en décadas, Brasil tuvo que montar el espectáculo con enormes recortes presupuestarios. Aunque no afectaron las pruebas deportivas, se sintieron en la reducción de voluntarios, la ausencia de material promocional en la ciudad y otros detalles de logística. Hasta hubo problemas con el agua de las piscinas de clavados y waterpolo, que súbita e inexplicablemente se tornó verde en medio de las competencias, y muchas sedes estuvieron medio vacías.

“Ha sido difícil”, comentó el vicepresidente del COI, John Coates. “Para ser justos, en parte se debe a la situación económica y política que impera”.

Los organizadores vendieron la idea de que uno de los legados de la justa sería la limpieza de los cuerpos de agua de la ciudad, especialmente la Bahía de Guanabara. Desde hace meses fue evidente que esa meta no se lograría, y los vecinos de Río terminan los Juegos tal como los empezaron: con un deficiente sistema de aguas residuales y rodeados de cloacas.

Al menos cumplieron con la construcción de una extensión del metro que conecta el centro de Río con el suburbio de Barra da Tijuca, donde se ubicó el Parque Olímpico, y con la restauración de una zona portuaria que estaba en el olvido. Después de varios retrasos y sobregiros, la nueva línea fue inaugurada unos pocos días antes del inicio de los Juegos a un costo de 3.000 millones de dólares, 25% más de lo que originalmente se presupuestó.

La cuenta total de los Juegos fue de unos 12.000 millones, entre fondos públicos y privados.

“En Brasil hacemos las cosas a lo latino, lo que a veces enloqueció a algunos miembros del COI”, señaló el alcalde de Río, Eduardo Paes. “Si quieren ser justos con Río, no pueden compararnos con Tokio, Chicago o Madrid. Esas son ciudades con mucha mejor infraestructura, en países desarrollados. Comparen a Río con Río”.

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LA DESPEDIDA DE TRES GRANDES

Usain Bolt y Michael Phelps. Dos nombres sinónimos de Juegos Olímpicos. Hasta ahora.

El mejor corredor y el más grande nadador de todos los tiempos disputaron sus últimas justas y se despidieron a lo grande. Con su espectáculo de siempre, Bolt logró su tercer triplete en las pruebas de velocidad y se marcha del escenario olímpico con nueve medallas de oro, las mismas que Carl Lewis y Paavo Nurmi.

“Soy el más grande”, proclamó el jamaiquino después de ganar su último oro con el relevo 4×100. Hasta que aparezca otro extraterrestre de su altura, nadie puede disputarle esa afirmación.

Bolt anunció que su retiro de todas las pistas será el próximo año en el mundial de Londres. En el caso de Phelps, se trata de un adiós definitivo.

El nadador estadounidense sumó a su inigualable botín con cinco oros y una plata, para totalizar 23 medallas de oro y 28 totales desde Atenas 2004. Ahora se dedicará a su faceta de padre -su pequeño hijo Boomer fue una de las sensaciones de Río- y a ser un embajador de la natación.

“Sólo quiero verlo crecer”, dijo Phelps. “Es lo más importante”.

Río también fue el último concierto de Manu Ginóbili, el cabecilla de la llamada “Generación Dorada” del básquetbol argentino. Ginóbili colgó las zapatillas junto con Andrés Nocioni, otro de los integrantes del plantel que ganó el oro en los Juegos de 2004 en Atenas, uno de los hitos del deporte latinoamericano.

“Los Juegos Olímpicos son especiales, quería vivirlos de nuevo y lo pude hacer”, comentó Ginóbili.