CHICAGO –
“¡Corre, corre por la banda, tranquilo, búrlalo ya viste que es un tronco, cambia la jugada!”. El balón en efecto cambió su curso y Carlos tuvo oportunidad de disparar de volea, pero falló la puntería y el enojo del entrenador no se hizo esperar: “ya te he dicho que debes llegar rápido y pegarle con toda tu fuerza”, gritó con desesperación el entrenador de Carlos.
En otras jugadas el calor de los espectadores subía intensamente el tono, seguía el incesante apoyo al equipo de Carlos. Otra señora con facciones hostiles trataba de hacer reaccionar a su equipo, y no necesitaba un altavoz, de su garganta emanaban escandalosos y angustiosos gritos: “esos parecen del Cruz Azul y ustedes son el América, estos ni pueden con ustedes, vamos ustedes pueden”, remarcaba con apuro.
El corto relato no haría pensar en un juego de campeonato, pero la realidad es muy diferente y muestra la falta de cordura en personas, aunque mayores de edad, carecen de mucho sentido común.
Carlos es un pequeñito de escasos siete años de edad (obviamente cambié el nombre, respetando la identidad del niño), y su equipo juega en la categoría de menores de ocho años en una liga recreacional del distrito de parques de un suburbio al norte de
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Imponer la práctica de un deporte que no es del agrado de nuestros hijos puede ser en detrimento de su desarrollo, pudiendo llegar a causarles trastornos emocionales e incluso ocasionar serios problemas en el núcleo familiar.
En el caso concreto del fútbol, el número de padres de familia que viven el sueño frustrado de ser profesionales en esta disciplina deportiva es muy alto. Esta frustración puede ser una de las causas que da inicio a una cadena de conflictos de razonamiento. Es una realidad que el deporte es parte indispensable para el desarrollo y óptima salud durante el crecimiento de los niños, así como también el apoyo de los padres de familia, más indispensable es una obligación.
Entre la comunidad latina de Chicago, la gran mayoría de los niños y niñas que practican futbol de forma organizada pertenece a clubes recreativos y en menor porcentaje se encuentran en organizaciones lucrativas con niveles de competencia de mayor rendimiento.
Sin importar donde sean inscritos ni tampoco la disciplina deportiva, existe una responsabilidad enorme de los padres de familia. Saber diferenciar entre apoyar y animar a seguir esforzándose a tener una pasión descontrolada no ayuda en lo absoluto a que los pequeños disfruten y aprendan los valores que representan ser parte de un equipo, aprender a trabajar en conjunto, socializar y ser compartido.
Es una verdadera atrocidad convertir un evento deportivo/familiar en un campo de hostilidades, donde los participantes escuchan más un repertorio de altisonantes que las indicaciones del entrenador. La niños deben crecer física y mentalmente en un ambiente sano, alejados de un entorno alejado del sentido común.
Dar a elegir entre una manzana o una naranja, obliga a un niño a comer fruta. Se puede hacer algo similar a la hora de elegir un deporte, preguntando, no imponiendo.
-Jorge Trujillo es un periodista mexicano, afincado en Chicago y conductor del programa ESPN Deportes 1220 AM que se emite lunes, martes y viernes de 11 am a 1pm.