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Una avioneta rocía naled en el vecindario de Wynwood, en Miami, con la esperanza de contener una epidemia e zika. JOE RAEDLE/GETTY
Joe Raedle / Getty Images
Una avioneta rocía naled en el vecindario de Wynwood, en Miami, con la esperanza de contener una epidemia e zika. JOE RAEDLE/GETTY
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MIAMI –

Los habitantes de Miami se preguntan si no será peor el remedio que la enfermedad cuando ven volar la avioneta que fumiga la zona afectada por el zika con un pesticida que está prohibido en Europa.

Desde el hallazgo hace dos semanas del primer brote de zika autóctono en Estados Unidos, una avioneta sobrevuela ocasionalmente el norte de Miami rociando un químico llamado naled que mata al nefasto mosquito Aedes aegypti, vector del virus.

El zika se manifiesta con síntomas leves, pero puede causar malformaciones en los recién nacidos como la microcefalia.

A esta inquietud se suma ahora el recelo hacia el pesticida con que las autoridades buscan evitar una epidemia.

“No sabemos en qué consiste ni qué hace y no confiamos en el gobierno”, dice Fermín González, un diseñador gráfico de 38 años. “Saludable no creo que sea”.

Algunos comerciantes de Wynwood, el vecindario turístico epicentro del brote de zika, comienzan a organizarse y en el fin de semana un grupo protestó contra las aspersiones aéreas.

El naled es considerado por científicos y activistas como un severo neurotóxico que afecta además el aparato respiratorio y podría estar vinculado a la leucemia infantil.

Su uso fue prohibido en la Unión Europea en 2012 porque representa “un riesgo potencial inaceptable” para la salud humana y el medio ambiente.

De este lado del Atlántico, el condado de Miami-Dade conduce las aspersiones de naled con la bendición de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), según las cuales este pesticida es seguro si es rociado con mesura.

Pero “si no es seguro para Europa, ¿por qué sí es seguro para Miami?”, se pregunta Michelle Harriott, directora científica de la ONG Beyond Pesticides, con sede en Washington.

Nada en exceso es bueno

Pero a veces incluso la ciencia parece ser una cuestión de fe.

Tom Frieden, el jefe de los CDC, ha garantizado en incontables ruedas de prensa que este pesticida, usado en Estados Unidos desde 1959 para controlar a los mosquitos, no es dañino en las bajas cantidades en que se dispersa.

La página web de la EPA explica que “es improbable que la gente respire o toque nada que tenga suficiente insecticida como para que le haga daño” y que “la exposición directa no debería ocurrir”.

Pero también aconseja a las personas sensibles a los químicos mantenerse dentro de sus casas con las ventanas cerradas durante las fumigaciones.

En efecto, las autoridades “usan pequeñas dosis por vez, pero a lo largo de varios meses eso se va sumando”, dice Harriott. “Todo depende de cuánto tiempo estarán fumigando. Si lo hacen durante el resto del año, sí deberíamos preocuparnos”.

El naled es altamente neurotóxico, coinciden sus críticos.

“Experimentos con animales apuntan a que la exposición al naled en concentraciones altas puede causar náusea, vómito, (…) debilidad, parálisis, convulsiones, entre otros síntomas que pueden incluir paro respiratorio e inclusive la muerte”, dice la ecóloga Elvia Meléndez Ackerman, profesora de ciencias ambientales en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

Por otra parte, el naled genera un residuo llamado diclorvos, que ya en 1991 la Organización Mundial de la Salud calificaba como “posiblemente cancerígeno para los humanos”.

El trabajo de la Agencia para la Investigación del Cáncer de la OMS determinó entonces que aunque la evidencia en humanos era escasa, sí era suficiente en animales.

Otro estudio, publicado en 2013 en la revista de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), concluye tras el análisis de 600 investigaciones que los organofosforados están vinculados a la leucemia en niños y al mal de Parkinson.

El naled pertenece a la familia de los pesticidas organofosforados.

Este químico además no mata sólo a los mosquitos. Es tóxico también para las abejas, las mariposas, los peces y otros organismos acuáticos.

Emergencia en Puerto Rico

La ecóloga Meléndez fue muy activa en el movimiento contra la fumigación con naled en Puerto Rico, que finalmente fue bloqueada en julio por el gobernador Alejandro García Padilla.

La isla está siendo rociada solo con BTI, un larvicida natural que también es usado en Miami.

El viernes pasado, la Secretaría de Salud de Estados Unidos declaró estado de “emergencia de importancia nacional” en Puerto Rico, luego de que la isla reportara el contagio de 10.690 personas, de ellas 1.035 embarazadas.

En el Estados Unidos continental se cuentan más de 1,600 casos, todos de personas que se contagiaron en el exterior. Florida es el estado más afectado, con 471 infecciones vinculadas a viajes y 28 transmitidas localmente.