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Un grupo de cubanos observa desde un balcón en una vivienda de Santa Clara, Cuba, el paso del féretro de Fidel Castro, expresidente de Cuba, quien falleció a los 90 años en La Habana. Castro será enterrado este jueves en ese municipio. JOE RAEDLE/GETTY
Joe Raedle / Getty Images
Un grupo de cubanos observa desde un balcón en una vivienda de Santa Clara, Cuba, el paso del féretro de Fidel Castro, expresidente de Cuba, quien falleció a los 90 años en La Habana. Castro será enterrado este jueves en ese municipio. JOE RAEDLE/GETTY
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MIAMI –

Murió Fidel Castro, pero sigue Raúl en el poder. Y quizá más incierto aún, se marcha Barack Obama y llega Donald Trump con una postura de barricada que podría retornar el panorama político y social de Cuba a su pasado más oscuro.

Y es que un Trump combativo sería como una bolsa de oxígeno para un régimen que se había quedado ya sin enemigos reales a quien culpar de su propio error ideológico, según expertos en el tema cubano que analizan el impacto de la muerte de un hombre mientras su idealismo sigue vivo.

“No espero cambios inmediatos como resultado de la muerte de Fidel Castro. Su muerte era ya esperada y el régimen ha tenido tiempo suficiente para prepararse para la ocasión. A corto plazo, todo seguirá más o menos igual: represión política, incompetencia económica salteada con alguna que otra reforma de menor cuantía, antiamericanismo, y un éxodo creciente”, dijo Sebastián Arcos Jr., director asociado del Instituto de Investigaciones Cubanas de Florida Internacional University (FIU) en Miami.

“Si Trump decide usar mano dura, el régimen responderá incrementando la retórica antiimperialista”, agregó Arcos, ex preso político de Cuba. “Esto no cambia en nada la realidad económica y política que enfrenta Cuba, con una economía improductiva incapaz de atraer grandes inversiones de capital, y un creciente descontento popular”.

Fidel, viejo y enfermo, entregó el poder a Raúl en 2008 en lo que entonces se pensó era un mero recurso provisional.

Empero, el hermano menor pronto demostró capacidad para gobernar y, aunque por un lado siguió apretando las tuercas de un sistema comunista, encarcelando opositores y fortaleciendo las bases del partido central, al mismo tiempo aflojó su discurso antiimperialista implementando un innovador paquete de reformas económicas, suavizando las restricciones para entrar y salir de la isla y sobre todo restableciendo relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

Pero mientras muchos cubanoamericanos abrazan la política de acercamiento iniciada por el presidente Obama, otros, sobre todo el grupo de cubanos naturalizados estadounidenses e inscritos para votar, se oponen a la misma, indica Arcos.

“Eso explica que todos los representantes cubanoamericanos -que rechazan la política de Obama- hayan sido reelectos durante la pasada elección”, añade.

Uno de esas figuras simbólicas ha sido Trump, cuya postura de línea dura frente al gobierno de La Habana lo habría ayudado en Florida en las pasadas elecciones. Y frente a esta realidad, los puntos de vista tras el fallecimiento de Fidel el pasado fin de semana a los 90 años, chocan dramáticamente.

“Puede ser que la entrada de Trump le dé una preocupación a ese gobierno (cubano), los presione más para hacer algunos cambios”, señaló José Argibay, un exiliado cubano de 64 años horas después de la noticia de la muerte del expresidente cubano.

“Lo que está uno celebrando es el inicio de una posible libertad en Cuba”, añadió Argibay, quien no ha viajado a la isla desde que llegó a Miami en 1980 y no piensa hacerlo hasta que “Cuba sea libre”.

Por otra parte, María Soldani, de Pompano Beach, viaja con frecuencia a Cuba desde 2006, para ayudar a sus parientes y amistades, y asegura que es importante seguir haciéndolo.

“Hay que seguir con un tono de reconciliación, no de hostilidad porque eso no va a ayudar a nadie”, dijo Soldani, dueña de su propia empresa de relaciones públicas que salió de Cienfuegos en 1960, a la edad de 13 años.

Piensa que sería un error cambiar la política de apertura de Obama. “No podemos meter el genio de nuevo en la botella. Eso (la política de apertura) ha ayudado a mucha gente. Por ejemplo, yo le he comprado teléfonos celulares a todos mis parientes en Cuba y se los recargo desde aquí para que puedan comunicarse con nosotros y con el mundo”.

El efecto Trump

Los asesores de Trump dijeron que no ha se ha decidido nada con respecto a Cuba, pero Trump tuiteó el lunes que “si Cuba no está dispuesta a mejorar las cosas para el pueblo cubano, para los cubanoamericanos y para Estados Unidos en su conjunto, daré por terminado el acuerdo”.

El senador Jeff Flake (R-AZ), un crítico frecuente de Trump durante la campaña presidencial, se pronunció en un comunicado contra el regreso a la política “dura” que aisló a La Habana y restringió viajes y actividades comerciales. Tal enfoque, escribió Flake el fin de semana, dañará al pueblo cubano y convertirá al gobierno estadounidense en un “conveniente chivo expiatorio para el fracaso de las políticas socialistas”.

Flake, quien acompañó a Obama durante una visita a Cuba en marzo, agregó: “Es más probable que al permitir vínculos más frecuentes entre cubanos y estadounidenses se acelere el deseo de cambio en Cuba”.

Varias aerolíneas iniciaron rutas a otras ciudades cubanas a inicios de este año. El vuelo de

American Airlines

de la mañana del lunes fue el primero del nuevo servicio con destino a La Habana y el primero de cuatro vuelos diarios que planea la compañía desde el Aeropuerto Internacional de Miami.

El periódico The Miami Herald reportó que Jet Blue inició el martes un servicio de dos vuelos diarios desde Orlando, y el miércoles desde Fort Lauderdale.

El jueves, Spirit Airlines y Frontier Airlines iniciaron su vuelo desde Fort Lauderdale, y partirán vuelos de Delta de Miami, del aeropuerto JFK de Nueva York y de Atlanta. Southwest comenzará un servicio diario desde Fort Lauderdale el 12 de diciembre.

No obstante estos cambios impensables durante los años más radicales de la guerra fría, un gran número de isleños no ve con optimismo el futuro de Cuba. Al menos mientras se mantenga la misma mentalidad creada por Fidel.

Una encuesta de FIU de 2014 también encontró que el 67 por ciento de los cubanoamericanos no piensan regresar a vivir en Cuba en un futuro, y que la mayoría opina que las condiciones de vida en la isla no van a mejorar bajo Raúl Castro.

“En los últimos días hemos visto muchas celebraciones, pero es difícil discernir qué exactamente están celebrando”, dijo Jorge Duany, director del Instituto cubano de FIU. “La figura odiada que representaba el gobierno cubano ha muerto, pero el sistema sigue intacto”.

Otros criterios

La muerte de Castro también impactó otras comunidades latinas, como los venezolanos que han abandonado un país gobernado ahora por simpatizantes de la revolución cubana.

Castro “es un símbolo de todo lo malo que está pasando en Venezuela. Es la semilla que él sembró y que dio fruto en (Hugo) Chávez y luego en (Nicolás) Maduro”, dijo Juan Carlos Sánchez, residente de Pompano Beach y un líder de la oposición venezolana en el exterior. “Fidel terminó con la democracia más sólida de Latinoamérica”.

Sánchez opina que Venezuela será más fácil reconstruir que Cuba porque el país sudamericano tiene más recursos. Comparó a Castro con Stalin y Franco, pero dice que la diferencia es que Fidel “tuvo más tiempo para hacer más daño”.

Otros grupos de latinoamericanos residentes en el sur de Florida observan confundidos el drama cubano.

Por un lado se identifican con el dolor de un pueblo oprimido por un régimen totalitario, pero por el otro consideran injusto los múltiples beneficios que gozan exclusivamente los cubanos con la política migratoria de Estados Unidos.

Y particularmente cuando algunos se aprovechan de la generosidad de EEUU y viajan una y otra vez a Cuba tras gozar de ciertos privilegios como seguro social, subsidio por incapacidad o cupones de alimento.

¿Volver o no volver?

Robert Menéndez, de 60 años y residente de Boynton Beach, indica que la muerte de Castro le permitirá visitar Cuba por primera vez en 55 años.

Menéndez abandonó la isla cuando tenía 5 años en compañía de su fallecido padre y le prometió a éste que no volvería mientras Castro estuviera vivo.

“He mantenido esa promesa. Y no sólo fue el deseo de mi padre, sino también el de mi suegro, mi suegra y mi madre, que aún sigue viva”, sostuvo Menéndez, quien opera una camioneta de comidas. “Esperamos tomar unas vacaciones allá en algunos años. He estado por todo el Caribe. Cuba es la excepción”.

Elena García, directora ministerial del departamento de Caridades Católicas de la Diócesis de Palm Beach, indica que no ha vuelto a Cuba desde que salió cuando contaba con 13 años durante la Operación Pedro Pan.

“No me puedo imaginar como turista en las ruinas de La Habana, donde nací, crecí y asistí a la escuela”, precisó .

Su esposo, Sixto García, sin embargo, sí ha visitado Cuba y en su más reciente viaje encontró personas dispuestas a expresar su descontento con el sistema.

“El que haya personas con el deseo de hablar puede ser una señal de que el gobierno está colapsando”, dijo.

Mientras tanto en Miami, Thomas Wenski, arzobispo de la ciudad, pidió paz y reconcialiación a través de un comunicado.

“Fidel Castro murió. Ahora le toca el juicio de Dios que es misericordioso y también justo. Su muerte provoca muchas emociones, dentro y fuera de la isla”, expresa el comunicado del líder católico. “Sin embargo, más allá de todas las posibles emociones, el deceso de esta figura debe llevarnos a invocar a la patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad, pidiendo la paz por Cuba y por su pueblo”.

Recuerdos

Cuando se enteró de la muerte de Castro, Arcos, quien salió de Cuba en 1992, pensó en su padre Sebastián, quien salió de una cárcel cubana enfermo de cáncer, y en su tío Gustavo Arcos, dos de los disidentes más prominentes de la isla. El académico cubano no salió a la calle a celebrar; más bien reflexionó sobre el significado de la muerte de un caudillo.

“La Cuba que deja Fidel Castro no sólo es mucho más pobre y más triste que la que encontró, sino que también es una nación que se disuelve con el escape continuo y creciente de sus hijos… Su fatídico legado va a afectar negativamente a la nación cubana por mucho tiempo”.

-Esta nota fue escrita por Aurelio Moreno y Deborah Ramírez en

El Sentinel, con información de AP