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Los créditos finales de la última película comienzan a proyectarse sobre las pantallas en los teatros Landmark y el

Instituto Cervantes.

Pronto se encenderán las luces y los directores contestarán las últimas preguntas del público acerca de su película, poniendo punto final a esta vigésimo octava edición del

Festival de Cine Latino de Chicago

.

El Festival termina hoy, pero seguiremos trabajando no tan sólo en la planificación del siguiente Festival, sino en los muchos otros eventos que producimos durante el año. También tendremos un periodo de evaluación interna en donde analizaremos que funcionó, qué no, y cómo podemos mejorar. No es un proceso nuevo pero sí necesario.

Este fue un año de transición para nosotros. Al igual que muchos otros festivales de cine, tuvimos que enfrentar el rápido cambio de celuloide a digital que se está dando en muchas salas del país. Reconociendo estos cambios, algunos de los directores invitados sometieron sus películas tanto en 35 milímetros como en formatos digitales (DCP, HDCam y discos Blu-Ray). Falta por ver qué impacto tendrá esta transformación digital sobre aquellos países y aquellas salas de teatro que todavía no tienen acceso completo a esta tecnología.

Esta transformación digital va más allá de un mero cambio de formato en las salas de cine. Ahora también tenemos que lidiar con el hecho de que varias de las películas seleccionadas para el Festival estaban ya disponibles en la red de manera lícita y quizá también ilícita. Esto nos obligará a ser aún más selectivos a la hora de programar el Festival. Ojo, no hablo necesariamente de exclusividad, pero sí de asegurar al público una experiencia única y de gran calidad.

Otro reto al que nos enfrentamos este año fueron los continuos cambios que se siguen dando en los medios de comunicaciones latinos y no latinos. Muchos medios impresos han reducido el espacio editorial que antes le deban a la cobertura de festivales como el nuestro. Otros se han visto obligados a hacer más con menos a raíz de las avalanchas de despidos y pérdidas monetarias que siguen sacudiendo a esta industria.

Aun así, tuvimos un enorme respaldo de varias publicaciones en español (y algunos en inglés) y de sus páginas web (incluyendo Hoy para el que escribo esta columna), al igual que de emisoras de radio independientes y universitarias, y de otras páginas web que publicaron casi a diario entrevistas con los directores y reseñas de sus películas. Pero el abrirnos un espacio entre los medios anglos sigue siendo un reto –siguen insistiendo en ignorarnos. A pesar de que muchos expertos siguen hablando de un “boom” latino (dado los nuevos números del Censo) y cómo se debe sacar provecho del mismo, los medios en inglés siguen ignorando la gran cantidad de eventos e iniciativas culturales latinas que se dan en nuestra ciudad.

A pesar de este gran apoyo, reconozco que la asistencia durante los primeros días del Festival no cumplió con mis expectativas. En parte se debe precisamente a la disponibilidad de ciertos títulos por medio de canales digitales. Pero también debo reconocer que son tantos los eventos, tantas las actividades y distracciones, que se necesitan de otras estrategias para llamar la atención del público. Sí vimos un aumento considerable de tráfico en las salas del Landmark durante la segunda semana del Festival y ventas totales de varias películas, resultado de la agresiva campaña promocional de nuestro equipo, liderado por un gran experto, el encargado de los medios de comunicación, Alejandro Riera.

Hemos aprendido muchas nuevas lecciones en este Festival, lecciones que aplicaremos en la vigésimanovena y trigésima edición del mismo y en los eventos que están por venir, como la serie de “Cine en el parque”, nuestro club de cine “Reel Film” y el Festival de Música Latina de Chicago.

No puedo concluir esta columna sin antes expresar mi más profundo agradecimientos al apoyo de nuestros auspiciadores y de la Junta de Directores de nuestra organización, pero más aún al equipo de trabajo que incluye a voluntarios (bajo la dirección de Dave Yang) y personal –la directora asociada de desarrollo y mercadeo, Sylvia Hevia, la gerente de operaciones, Berenice Vargas, y la coordinadora de tráfico de películas Christine Pérez. Este equipo de trabajo es el verdadero corazón del Festival. Además, el equipo de Hospitalidad, liderado por Pamela Díaz de León, quien por más de 20 años ha hecho que los invitados se sientan como en casa y se regresen a sus casas con un recuerdo inolvidable de Chicago y del Festival.

Parece increíble, pero estamos por cumplir 30 años de existencia. Y eso nos obliga a mejorar, a cuidar de la calidad en cada uno de estos eventos, de desarrollar el mejor equipo de trabajo posible, de seguir creciendo y madurando.

Pepe Vargas es el fundador del International Latino Cultural Center de Chicago y director del Festival de Cine Latino.