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CHICAGO – A un día del estreno de “Despicable Me 2” en cines, se puede augurar que será uno de los grandes éxitos taquilleros.

De ahí que sea muy poco favorecedor el retrato que ofrecen de su villano.

Tres años después de la primera parte, “Despicable Me 2” nos cuenta cómo ha sido la vida de Gru (voz de Steve Carell) como padre soltero y alejado de su “carrera” como villano.

Gru se desvive por hacer felices a sus hijas Margo (voz de Miranda Cosgrove), Edith (Dana Gaier) y Agnes (voz de Elsie Kate Fisher) y en su laboratorio junto al Dr. Nefario (voz de Russell Brand) se dedica con su ejército de minions a fabricar mermelada.

Su vida un tanto normal puede resultar aburrida, hasta que es contactado por la liga “Anti-Villain” para que les ayude a atrapar a un nuevo súper criminal que busca acabar con el mundo.

Gru enfrentará su peor miedo, que no es un súper villano, sino invitar a salir a una chica, Lucy (voz de Kristen Wiig), agente “Anti-Villain”.

Sin contarles más de la trama de la historia, que resulta divertida y ocurrente gracias a los minions, los adorables seres amarillos con anatomía parecida a la de un dedo, me concentraré en hablar del súper villano de la historia: “El Macho”.

“El Macho” (voz de Benjamin Bratt), es mexicano. Y el personaje en sí es la caracterización de varios estereotipos perpetuados en EEUU hasta el cansancio sobre la comunidad mexicana.

Eduardo es su nombre de pila. Es obeso, chaparro, moreno y bigotón. Calza chanclas, lleva tatuada en su pecho la bandera de México, de su cuello cuelga una cadena de oro y tiene un restaurante de comida mexicana. La indumentaria de su álter ego, “El Macho”, es un atuendo de luchador.

Su hijo, Antonio (voz de Moisés Arias) es la personificación de un “latin lover” que va a enamorando adolescentes, como es el caso de Margo, que cae rendida ante los encantos de ese “macho” en ciernes. (Por cierto, la esposa de “El Macho” no aparece en la historia).

Si la descripción física de “El Macho” no es suficiente para verla como estereotipo, luego hay otros errores en su identidad mexicana.

Por ejemplo, en su restaurante baila a ritmo de salsa -un género musical más de los caribeños-, celebra el Cinco de Mayo, con música de Pitbull (cubano) con guacamole y chips y vive en una mansión que más que hacienda mexicana, parece un castillo chino.

Y luego está la escena de la derrota de “El Macho”, que adelantaré, pero que seguro a más de uno no le caerá en gracia, sobre todo cuando el país está en proceso de una reforma migratoria y hay algunos que en la frontera “cazan” inmigrantes.

Parece que Hollywood aún no ha entendido a la comunidad mexicana que reside en EEUU.

A pesar de lo vasta y larga que es, de que prácticamente está en todos lados, se sigue cayendo en los mismos errores, como si la comunidad no existiera, como si sólo fuera la personificación que le quieren dar.

Son pocos los mexicanos que han sido protagonistas en producciones de Hollywood -Salma Hayek, Demián Bichir, Danny Trejo, por mencionar algunos-, pero la industria cuenta con un gran grupo de ellos detrás de cámaras -los directores Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón- que han logrado demostrar que los mexicanos somos más que una versión caricaturesca hecha por otros.

Lo que preocupa de cómo se trata a la comunidad en películas como “Despicable Me 2” es el alcance que tienen a nivel internacional y en la memoria colectiva y personal del espectador.

No se puede generalizar al mexicano. No se le puede encasillar y no se le puede denigrar.

El personaje de “El Macho” fue, personalmente, como una piedra en el zapato que no me dejó disfrutar del todo del filme.

Otro detalle es la elección de actores para darle voz a los dos personajes mexicanos del filme. Benjamin Bratt es peruano y Moisés Arias colombiano.

Coincido con la apreciación de que un actor no tiene nacionalidad, que eso no interfiere en su calidad interpretativa, pero si los mexicanos, siendo el grupo latino minoritario más grande en EEUU, no puede tener sus propios representantes ni siquiera en doblaje de voz, creo que como comunidad tenemos un grave problema, que debe combatirse primero con educación.

Haciendo un balance final de “Despicable Me”, debo decir que amé a los minions. Pero, no a “El Macho”.