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CHICAGO- Para algunos, Guillermo del Toro ha dirigido nuestras pesadillas desde que incursionó como director en la serie de televisión “La hora marcada” (1988-1990, México, Televisa).

Siguió enfrentándonos nuestros peores miedos y temores en filmes como “Cronos”, “El espinazo del diablo” o “El laberinto del fauno”.

Sus películas, dice, nacen de un gusto personal. Se revela un “enamorado de los monstruos” desde su infancia, por lo que su filmografía y criaturas extraordinarias son una oda a sus propios gustos.

En “Pacific Rim”, su nuevo filme en cartelera este viernes, hace homenaje a todas las series japonesas de monstruos que tanto disfrutó en su niñez.

La historia nos cuenta la guerra que se desata cuando legiones de monstruosas criaturas, denominadas Kaiju, comienzan a salir del mar y que acabará con millones de vidas y consumirá los recursos de la humanidad durante interminables años.

Para combatir a los Kaiju gigantes, se ha diseñado un tipo especial de arma, unos robots enormes (al estilo Mazinger Z) llamados Jaegers, que son controlados simultáneamente por dos pilotos cuyas mentes están bloqueadas en un puente neural.

De ese mundo imaginario y su carrera, hablé con Del Toro.

‘Pacific Rim’ tiene todo el sello o referencia de las series japonesas.

Muchísimo. Cuando era niño, cuando estaba creciendo en México, había una invasión de cultura japonesa profundísima. Teníamos Ultraman, Ultraseven, Astroboy, La princesa caballero, Señorita Cometa. Era una invasión de cultura pop japonesa profundísima y (para mí) fueron gran influencia todos estos monstruos de las series de Ultraman, de las películas de Godzilla, La guerra de las Gargantúas, de Frankenstein. Un montón de películas. Desde niño ya era un enamorado de los monstruos, fue una gran infancia.

¿Cuánto tiempo se empleó en el proceso creativo y cómo se desarrolló?

La película nos llevó literalmente más de un año sólo para diseñar. Diseñamos desde el tornillo más pequeñito hasta la cosa más grande de la película que son esos robots de 25 pisos de altura. Tuvimos que diseñar todos los interiores, las maquinarias -porque son mecánicos, no puedes hacer trampa al moverlos-. Tienes que diseñarlo de verdad, que funcione como mecanismo. Había que crear panfletos, identificaciones, señalizaciones públicas, hicimos una labor de scouting muy elaborada. Por ejemplo, nos fuimos cerca de una semana a Hong Kong para fotografiar todo lo que estaba en la calle, qué color eran las banquetas, los signos en la calle, todo, todo. Es una película donde estamos creando dos mundos, uno real y otro irreal, y los dos son igualmente difíciles.

En ‘Pacific Rim’, no te centras en una gran figura o actor, para una historia. El actor lo usas como medio. ¿Cuál es su columna vertebral?

La historia requiere, en todo proyecto del cine, del director, del principio al final. El director es la figura que está ahí antes de que llegue nadie y es el que apaga la luz cuando se va todo el mundo. A nivel creativo, la figura del director es la que guía el cómo, el qué, el cuándo. Todas esas cosas son una disciplina que se da en colaboración con cientos de artistas, con cientos de técnicos, todos igualmente importantes.

Se habla de que haya una segunda parte de ‘Pacific Rim’, ¿cierto?

Bueno, ya empezamos a hablar de ella, ya estamos escribiendo. Vamos a empezar a diseñarla en unos cuantos meses, pero todo dependerá de cómo le vaya a la película en taquilla, evidentemente. Al final de cuentas, la taquilla y el público determinarán si hay una secuela o no.

¿Cuáles son los retos de estrenar en verano?

Es realmente muy difícil. Porque estás acorralado por películas enormes, cuesta mucho trabajo predecir cómo se está basando la película. Normalmente hay una película grande cada mes, en verano hay una película grande cada semana, o dos. El verano son las grandes ligas de la taquilla, es bastante difícil pero espero que nos vaya bien.

En este caso, en el filme hay la premisa de que para pelear contra un monstruo, se tienen que crear monstruos. ¿Cuáles son tus monstruos?

Para mí, los monstruos más terribles son los seres humanos, ¿no? (risas). En la vida real no hay monstruos, en lo fantástico los hay, porque creo que los monstruos son los que nos ayudan a entender la realidad.

Y cada uno tenemos nuestro monstruo.

Creo que sí. Decían alguna vez que el monstruo más temible es el del espejo.

Hay una verdad en tu cine de criaturas imaginarias. Conoces a la audiencia que quiere ver estos filmes, porque tú eres esa audiencia.

Siempre digo que yo hago las películas para mí, siempre lo he hecho así. Lo hice de chico, lo hago de grande. Nunca he cambiado. La gran fortuna es que el público al que le interesa, es suficientemente grande para permitirme hacer la que sigue. Pero nunca he pensado en hacer películas de ningún otra forma.

Como mexicano en Hollywood, ¿cómo calificarías el estado actual de la industria para los latinos?

Cuando llegamos a EEUU Alejandro (González Iñárritu), Alfonso (Cuarón) y yo, era una situación muy diferente. El cine mundial no tenía la amplitud que puede tener ahora. No existía la posibilidad de un mexicano de hacer en cine lo que quiera, la escala de películas que quiera. Los latinos en general estamos abriéndonos paso a nivel mundial y al mismo tiempo las industrias de cada país están contrayendo profundamente el compromiso. El cine mundial está dejándose de consumir como se consumía antes.

¿Qué has cambiado y que no a la hora de crear?

No ha cambiado ni la sinceridad, ni el cariño, ni el corazón que le “echo” a cada proyecto. Lo que ha cambiado mucho es la experiencia técnica, la experiencia artística, la posibilidad de acceder a un público mayor. Lo demás es conservar una parte de tu alma, una parte de tu corazón, joven siempre.