CHICAGO- Siete años de ausencia de los escenarios locales se olvidaron en dos horas. Los hermanos Lucía y Joaquín Galán (Pimpinela) ofrecieron la noche el 29 de marzo una de esas veladas que evocan recuerdos y que permiten crear nuevos.
Las puertas del Olympic Theatre de Cicero abrieron a las 8 pm, y poco a poco el lugar se fue llenando en sus dos plantas. Como “telonero” del dueto argentino se presentó el cantante local Mario Alberto, de origen mexicano.
Luego, Pimpinela comenzaría ese viaje por el recuerdo, donde las canciones de pelea,de guerra y de conflictos de pareja fueron las grandes protagonistas en sus voces, ese viaje que ellos comenzaron en la década de los 80 siendo unos jóvenes que le cantaban a los dramas de pareja. Hoy, esos temas tienen otra tonalidad, otra interpretación que sólo pueden dar los años y las vivencias.
Parecía que, entre el público, más de uno o se había peleado o por lo menos había imaginado tener una pelea al estilo “pimpinelesco”, por lo que hubo momentos que, si uno volteaba a ver al público, podría percatarse o imaginarse que más de uno se proyectaba con lo que el dueto interpretaba en el escenario.
Teatro, drama, juego de miradas. Lo que ofrece Pimpinela es un verdadero espectáculo de la guerra de los sexos mediante la palabra. Donde el engaño, las infidelidades, las mentiras entre las parejas, se escuchan mejor cantadas.
Sus grandes éxitos como “A esa”, “Dímelo delante de ella”, “Me hace falta una flor”, “Ahora decide”, “Una estúpida más”, “Vivir sin ti no puedo”, “Olvídame y pega la vuelta”, “Ese hombre” (con Dyango, en video) fueron de los más coreados esa noche, convirtiendo en recinto en una especie de sala de karaoke y hasta de tortura para uno que otro hombre.
Bien lo dijo Joaquín al inicio: Las señoras estaban ahí para disfrutar, para cantar… y los hombres para aguantar lo que ellas quisieran cantarles.
Con arreglos nuevos y con sus interpretaciones dramáticas que los hermanos Galán le han dado a su carrera, fue de lo más agradable presenciar un concierto familiar y donde se dejó claro que el talento impera y permanece en aquellos artistas que se mantienen fieles a lo que verdaderamente es su identidad, su propuesta.
Los apoyos visuales también ayudaron a vivir la experiencia Pimpinela. Las fotografías de la vida cotidiana y familiar de los Galán, de sus seres queridos, de su carrera y de esos momentos casi íntimos, sirvieron para que el público los sintiera más cercanos.
Hubo, además del drama de los conflictos de pareja, una parte del concierto donde Pimpinela le cantó a la familia, al recuerdo de los seres queridos, como cuando interpretaron el tema “El amor no se puede olvidar”, que narró Joaquín, escribió luego de la muerte de su padre.
Al cantarlo, veíamos en la pantalla imágenes de su padre, además de figuras emblemáticas de la cultura popular, como Mario Moreno “Cantinflas”, Carlos Gardel, Elvis Presley y John Lennon.
Luego de mostrar su faceta de voceros de los problemas de pareja, de los hijos, llegó el momento de que Lucía y Joaquín mostraran esa faceta que más les llena de orgullo: La de padres, esto fue ll cantar el tema “Lo mejor que la vida me dio”, que cantan con sus hijos, Francisco Galán, hijo de Joaquín, y Rocío Hazan, hija de Lucía -e incluido en su disco “¡Estamos todos locos!” (2012)-. Mientras ellos cantaban en el escenario, el público pudo apreciar el video del tema, e imágenes con sus hijos.
Como bien lo mencionó Lucía en entrevista con HOY, dos días antes de su presentación, lo que le ha permitido a Pimpinela tener una carrera de tres décadas, es que le cantan a la familia.
Sí, hay drama. Pero lo hay en todas las familias.