Skip to content
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

MÉXICO-

¿Y qué es lo que ve todos los días? Muertos. Por eso su nuevo disco, “Balas y chocolate”, habla de esa amarga alegría de vivir en México con sus sones… y sus muertos.

La oaxaqueña es más que una cantante: es un personaje que sobrepasa a su intérprete. Enamora a la cámara, la mira fijamente con aires de “La Doña”, sonríe y, de pronto, en lugar de responder una pregunta, canta. Es Lila Downs.

¿Le tienes miedo a la muerte?

Claro, por eso le canto con una sonrisa.

¿No es demasiado cantar a los muertos en un país con tantos muertos?

Quizás la música no es una solución pero sé que me va a llevar a cantarlo y a bailarlo y a entender un poco más.

¿Qué percibes del país?

Siento odio en mi México, angustia; temor, respeto, cariño, sigo sintiendo fe.

¿Crees en la mala suerte?

Creo en los ciclos de las estrellas y de los tiempos.

¿Crees en el destino y esas cosas?

Nunca lo pienso de esa manera. Creo en algo mayor a nosotros: es el universo, es la belleza, es Dios.

Nueve discos en 15 años no es una cosa de suerte ni destino…

Es lo que soy.

Podrías cantar cualquier cosa, ¿por qué escogiste la música folclórica?

Cuando estudiaba en la Universidad de Minnesota, entré a una clase de antropología social que me cambió la vida. Entendí que tenía que conocer quién soy, de dónde vengo y por qué discriminaban a mi madre y a mi gente. En ese momento comencé a estudiar el textil indígena.

¿Y cómo cambiaste todo eso por el canto?

Me acerqué al mundo de la mujer y escuché la voz de Mercedes Sosa cantando “Gracias a la vida”. Ahí decidí volver al canto.

¿Por qué dejaste de cantar?

Canté como hippie. Vivía un poco en las calles de manera marginal.

¿En qué momento dejarías tu carrera?

He aprendido a apreciar que es un regalo.

¿A quién le debes tu salto a la fama?

Nunca me he considerado así muy famosa que digamos. Jajaja. Ya me están haciendo más caso, ¿verdad?

Ya eres un fenómeno internacional…

Quiero creer que es la combinación de elementos como tu trabajo, levantarte temprano, ser constante, vocalizar, pensar en nuevas canciones, preguntarme: “¿qué quiere mi sociedad en este momento?”.

¿Por qué le gusta tanto tu música a los “hipsters”?

Eso tendrás que preguntárselo a alguno de ellos, jajaja.

Hablemos de tejidos, ¿cuál es tu trama?

Me gustan muchos los colores, aunque en este momento me siento más cómoda de negro, un negro muy profundo.

¿Por qué?

Este disco está inspirado por la posible muerte de mi pareja y de ahí la necesidad de componer acerca de los muertos. Obviamente, las noticias recientes han permeado las letras del disco. Creo en la verdad de los difuntos.

¿Qué es eso de “la verdad de los difuntos”?

Que hay información que no conocemos y que debemos conocer. No estoy dispuesta a olvidarme de cosas terribles que han pasado en este país.

Cuando hablas de la posible muerte de tu pareja, ¿es en términos generales o lo dices por algo en particular?

No, los médicos dijeron que iba a morir hace dos años; entonces empecé a componer la letra de varios de estos temas. Uno de ellos es “El son de los difuntos.”.

¿Te espantó la noticia?

He vivido de cerca con la muerte. A los 16 años entró en mi casa, cuando murió mi padre. Cuando supe lo de mi marido, me dije: “Tienes un hijito de 2 años… ¡pa’ delante!”. Esa actitud hace que responda de cierta manera, musical y espiritualmente.

¿Has visto la muerte de frente?

Cuando murió mi padre, estaba sola con él. Era adolescente y no fue fácil. Él era la persona más cercana a mí. Eso me ayudó también a apreciar la vida.

¿Con qué punto tejes tu vida?

Lo importante es que no sea tan parejo el punto, sino con mucho sabor, con mucho cariño. Que me represente algo cada punto, cada paso que doy.

¿Todo tiene un porqué?

Posiblemente no entiendo por qué nos pasan las cosas, pero como cantautora en este momento me toca cantar a los difuntos.

¿Qué harás si un día tu hijo te sale con que quiere ser músico?

Apoyarlo.

¿No es un mundo muy sufrido?

¡Cómo no! Pero yo no tuve las herramientas necesarias. Mi padre me apoyó para estudiar canto clásico, pero no supo decirme que era una carrera difícil. o quizá no se le antojó. A mi hijo, si quisiera estar en la música, trataría de darle consejos.

¿Y no sería un buen consejo decirle que se dedique a otra cosa?

¡No, claro que no! Jajaja.

Dime una cosa: ¿ocupas el trono que dejó Chavela Vargas?

¡Para nada! Chavela es Chavela y lo será por siempre. Creo que soy un poco distinta y afortunada.

¿Qué te hace distinta?

Que las decisiones que tomo no se basan en tener dinero, tener una casa grande. Esas cosas he visto que no son fines de la vida. Te pueden dar un poco de cobijo del frío, pero es más importante estar contento con uno mismo.

¿Cómo se habla con el corazón?

Siendo auténticos. Una canción como “Fallaste corazón”, no hay manera de cantarla bonita. ¿Cómo lo voy a cantar? Pues cabrón, desde dentro, me rasga porque yo me he sentido así a veces.

¿Cómo te has sentido?

Me he sentido como el rey del mundo. Ésa es la belleza de ser honesto.

¿Alguna canción te hace llorar?

Muchas de esas rancheras. Yo no pude embarazarme, cuando yo conocí a mi Benito Xilonen, que es mi hijo adoptivo, yo me cantaba: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo”.

¿La CNTE es un mal necesario?

La coordinadora. Pues yo creo que es parte de nuestra historia, tiene problemas así como todos los sistemas institucionales gigantescos que van cambiando de acuerdo con lo que surge en una sociedad, porque así es la vida.

¿Te preocupa lo que está pasando en Oaxaca, con maestros que, en lugar de enseñar, bloquean?

Debemos preocuparnos. He tenido amigos en el magisterio que me han dicho: “Lila, vamos a hacer algo por los maestros, vamos a hacer algo de música, para que haya cambios”. Pero es muy complicado.

¿Con quién preferirías hacer un dueto, con Gabino Cué o con Enrique Peña?

Ayayay. No, pues no me los imagino cantando, fíjate.

¿Ya te cansaste?

No, no me he cansado porque la mujer nunca se cansa.

¿A ti por qué sí te aplauden?

Por convicción y por honesta.

¿Y si Juárez no hubiera muerto?

Pues tendría quién sabe cuántos años, jajaja.

Como la Sandunga, ¿alguna vez has sido ingrata?

Claro, con mi madre.

¿En qué te pareces a la Llorona?

En lo terrible y en lo dulce.

Como cantas en “Paloma negra”, ¿hay momentos en los que quisieras mejor rajarte?

Claro que sí, pero nunca me rajo.

¿Sientes perdido a México?

¡Claro! Por eso escribí “La Patria madrina”, porque necesito pensar que mi patria todavía existe, que la mayoría de la gente es buena. Necesito decírmelo porque veo demasiadas cosas oscuras que pasan.

Cuando cantas, ¿en quién piensas?

El yo como que desaparece. La verdad es que me agarra el sentir de la canción.

¿Te posee?

No, no me posee. (Lila Downs canta de pronto, a capela, y la piel se eriza). “Tú eres la patria de toda mi ilusión, el que no respete le parto el corazón, como me la pinten yo le brinco ese son; y al son que me toquen yo bailo esa canción”. ¿Ves? Eso somos nosotros. Podemos poéticamente lidiar con las cosas terribles que nos están pasando.

¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida?

Estos últimos años, desde que salió “Pecados y milagros”, han sido milagros de la vida, de la familia, del canto, de poderte dar cuenta hasta dónde puedes trabajar.

¿Cuál es tu mayor milagro?

Esta vida que tenemos. Podemos hacer algo para cambiar las cosas y seguir cantando.

¿Qué canción te gustaría que se cantara en tu funeral?

La cruz de madera y que la cante Ramón Ayala.

_Por Miguel de la Vega