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CHICAGO_ Más de un año y tres meses ha pasado desde que Jennicet Eva Gutiérrez logró algo que parecía casi imposible: Sacar de sus casillas al presidente Barack Obama

al pedirle con un grito para llamar su atención, un alto a las deportaciones.

Ese episodio ocurrido el 24 de junio de 2015 en La Casa Blanca en la reunión convocada por el primer mandatario para celebrar el mes del Orgullo de la comunidad LGBTQ (lesbiana, gay, bisexual, transgénero y “queer”), logró que esta mexicana originaria de Tuxpan, Jalisco -una indocumentada, inmigrante y mujer transgénero- encabezara los titulares noticiosos.

Algunos aplaudieron su hazaña, otros la reprobaron. Pero nadie puede negar que su desobediencia la puso en el centro de atención. Y eso no lo hizo ni para ganar fama ni reconocimiento.

“Es muy interesante seguir reflexionando sobre lo que pasó”, comentó Gutiérrez a HOY, en una entrevista realizada en la casa donde se hospeda en el barrio mexicano de Pilsen.

Este 30 de septiembre Jennicet participará en la conversación “La nueva era de desobediencia civil en EEUU y México”, junto al escritor Alejandro Almazán, evento con el que comienza “Signos y reflexiones: Segundo encuentro de Autorxs Latinxs en Chicago”, presentado por El BeiSMan, organización cultural sin fines de lucro, y que durante dos días -30 de septiembre y 1 de octubre- ofrecerá charlas y paneles con autores, entre otros eventos.

Porque si de algo está consciente Jennicet es que lo que hizo en la Casa Blanca y que le valió la sacaran del lugar escoltada, fue un acto de desobediencia civil

Y asume las consecuencias, porque lo que hizo no fue sólo como integrante de la comunidad LGBTQ, ni como mujer.

“Hice una conexión con la campaña ni una deportación más, retándolos (a cambiar las leyes migratorias), aseguró.

La vida luego de incomodar a Obama

Pasada la tormenta y las críticas de ese momento, Gutiérrez siente una responsabilidad mayor de seguir hablando por las comunidades de las que es parte: La indocumentada, la inmigrante y la LGBTQ, más ahora en cara a las próximas elecciones.

“Ha sido un reto difícil seguir en pie de lucha,con tanta crítica que hubo; sí me afecta emocionalmente hay momentos en los que digo ‘ya no puedo’, pero cuando doy discursos, me da fuerzas para seguir adelante. Va a ser algo en el que voy a reflexionar el resto de mi vida”, dice de su encontronazo con uno de los hombres más poderosos del mundo del cual ya no hay marcha atrás, sólo pasos hacia adelante.

“Mientras nuestras comunidades sigan sufriendo injusticias, es crítico que hagamos actos de protesta”, aseguró.

Y que existan plataformas que representen a esas comunidades; Gutiérrez no tiene reparo en seguir interrumpiendo -al presidente o a quien sea- con tal de demandar ser parte de las conversaciones en todo nivel donde se definan el presente y futuro de un país y que afecten a los que considera suyos.

“Gane quien gane es importante seguir organizados como comunidades y desmantelar telas de prejuicios; unidos y unidas vamos a ser un movimiento más fuerte aquí, en México y en Latinoamérica”, agregó.

¿Y no teme a las reacciones o consecuencias de ser, tan claridosa, tan directa, y sin complejos?

“Sí me preocupa”, reflexiona durante la entrevista, mencionando en cierto momento los asesinatos de sus “hermanas” de la comunidad transgénero.

“A veces me da miedo, pero creo que tenemos que estar como comunidad muy preparados, hablando de una forma organizada y juntos tenemos que seguir en pie de lucha”, detalló.

Una mujer, punto

Y como comunidad no sólo se refiere a las mujeres transgénero, algo que no ve como una trinchera ni una condición.

“Como mujeres enfrentamos muchas críticas, no importa con qué hayas nacido en medio de las piernas; no hay una definición única de lo que es ser mujer, es más complicado que eso. Somos personas fuertes que luchamos por tener los mismos derechos. Es una batalla constante tener que defender mi existir”, agregó sobre los estereotipos y los ataques.

Ella, que nació en el seno de una familia mexicana, numerosa- criada por una madre soltera con 9 hijos- tradicional y muy católica, siempre supo quien era.

Se identificaba con sus hermanas, con las artistas y actrices que veía en la televisión. Y si bien su abuela -extremadamente religiosa- en ocasiones no la comprendía, un buen día la aceptó.

“Porque ella entendió que su pasión, su fuego en el corazón, fue lo que le permitió entender que era un ser humano por sobre todas las cosas. Ese es el mejor ejemplo que por más cerrado que alguien sea, puede aceptar y si no, que simplemente deje vivir”.

Hoy sabe que otras mujeres transgénero la ven como modelo. “Es una responsabilidad”.

Y por eso no piensa ser obediente, pero sí responsable siendo quien es.

La nueva era de desobediencia civil en EEUU y México

Conversación con Jennicet Gutiérrez y Alejandro Almazán

Cuándo: 30 de septiembre, 7 p.m.

Dónde: Museo Nacional de Arte Mexicano, 1852 19th St.

Admisión: Gratis

Información:

www.elbeisman.com