Por Paloma Villanueva
Cuando el momento de parir se acerca y empiezan las contracciones, la mujer necesita un entorno seguro y de soporte emocional para lograr el parto natural. Esa es la labor de una doula.
Sharon Finkelstein, psicóloga especializada en educación perinatal y doula certificada por Doulas of North America (DONA International), explica que su labor es acompañar a la mujer embarazada desde que empiezan las contracciones hasta que se establece la lactancia.
“Lo que significa la palabra doula en griego es ‘sirviente de la mujer en trabajo de parto’. La mujer necesita porras, que la alienten a entender que la labor de parto es un trabajo muy arduo y pesado pero muy satisfactorio.
“El apoyo es moral pero también es físico, les ayudamos a encontrar las posturas adecuadas que las reconfortan y les alivian un poco la molestia de la contracción, eso es importante para que el parto fluya porque quiere decir que el bebé se está acomodando bien”, detalla.
El trabajo de una doula está enfocado en lograr el parto natural y recurrir a la cesárea sólo si es indispensable, como establece la OMS.
“Si la mujer me llama y me dice que ya tiene contracciones cada hora, mi apoyo está básicamente en tranquilizarla, en decirle: ‘Perfecto, vas muy bien, sin embargo aún estás en una etapa muy temprana. Puedes quedarte todavía en casa, trabajar con las posturas, descansar, comer algo’, porque eso ayuda a que no se vayan tan rápido al hospital y sean sometidas a intervenciones innecesarias”, señala Finkelstein.
Reconoce que muchos médicos no aceptan la participación de las doulas en el parto, por eso recomienda a las mujeres que desean tener un parto natural, comentarlo ampliamente con su médico tratante.
Si el médico permite la colaboración de una doula, su labor durante el parto es guiar a la mujer sobre cómo respirar, cómo pujar, en qué posición acomodarse y procurar que el papá participe brindando apoyo emocional a la mujer y esté cómodo para recibir al bebé.
“Una vez que el bebé nace, parte importante de mi labor es propiciar el contacto piel a piel para lograr que el bebé esté bien prendido al seno, que la posición de succión sea la correcta y que la mamá esté cómoda con la lactancia”, destaca.
Lauren French, partera fundadora de Madre Luz, colectivo que defiende el derecho de las mujeres al parto natural, aclara que una doula no realiza las mismas funciones que una partera.
“Una doula apoya a la mamá y la familia, pero no tiene preparación clínica, no toma signos vitales, no hace tactos vaginales, no es quien atiende el parto y recibe al bebé.
“Y una partera tiene preparación completa para atender un parto sin la supervisión de un médico, pero sólo atiende a mujeres con embarazos de bajo riesgo, si la maá tiene alguna enfermedad o problemas en el embarazo debe ser atendida por el ginecoobstetra”, aclara.
‘Ella me tranquilizó’
Alejandra es mamá de un niño de 4 años y otro de 8 meses. Su primer hijo nació por cesárea y el segundo por parto natural con el acompañamiento de una doula.
“Empecé a sentir lo que yo pensé que eran contracciones un viernes en la noche y entré en pánico porque pensé que iba a parir en ese momento, pero le llame a mi doula y ella lo que hizo fue calmarme, de hecho todavía pasaron dos días más antes del parto”, comenta.
“El lunes en el hospital todavía estuvimos haciendo ejercicios, me dio un té, me acompañó y cuando llegó el momento del parto y las contracciones eran tan fuertes que yo sentía que me iba a morir ella me tranquilizó”
Cuenta que la doula le explicó el proceso de una manera que le dio seguridad.
“(Me dijo) que era porque el bebé estaba a punto de nacer, de repente dijo que ya se veía la cabeza, que tocara a mi bebé y todo eso facilitó muchísimo el parto”, comparte.
