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LOS ANGELES (AP) – Debbie Reynolds era la encarnación del optimismo estadounidense de la posguerra al bailar con Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia”.

Carrie Fisher le puso el sarcasmo y el cinismo de los Baby Boomers a sus películas, libros y espectáculos teatrales, incluso cuando interpretaba a una princesa en “Star Wars”.

Madre e hija, separadas por tantas diferencias personales y generacionales estarán proporcionalmente ligadas en la memoria pública tras sus muertes ocurridas en días sucesivos.

Reynolds murió el miércoles a los 84 años, justo cuando ella y el resto del mundo lamentaba la muerte de su hija, quien perdió la vida el martes a los 60 años, a pocos días de sentirse mal a bordo de un vuelo.

Incluso después de un año estremecedor de constantes muertes de famosos, los golpes consecutivos de Fisher y Reynolds le dieron un final impresionante al 2016.

El hijo de Reynolds, Todd Fisher, dijo que la muerte de su hermana fue “demasiado” para su madre.

“Dijo ‘quiero estar con Carrie”’, señaló Fisher a The Associated Press por teléfono desde el Centro Médico Cedars-Sinai, donde Reynolds murió tras ser llevada de emergencia en el día. “Y después murió”.

No se ha revelado la causa de la muerte de ninguna.

Tanto la madre como la hija disfrutaron de las mieles del éxito en el espectáculo pero también sufrieron en los abismos de los problemas personales. A lo largo de los años su relación pasó de distante a inexistente, un tema que Fisher solía abordar en sus libros, pero hacia el final de sus vidas se volvieron aliadas y confidentes en medio de sus problemas.

Reynolds perdió a su primer esposo cuando éste la dejó por Elizabeth Taylor, sus otros dos maridos quitaron millones de dólares.

Desde temprana edad, Fisher tuvo problemas de adicción a las drogas y de salud mental.

“Hubo varias ocasiones en las que pensé que perdería a Carrie”, dijo Reynolds cuando Oprah Winfrey las entrevistó a las dos en 2011. “He tenido que superar muchas tristezas, pero ella lo vale”.

Cuando Fisher le marcó su distancia a Reynolds, casi no habló con ella por una década.

“Es muy difícil cuando tus hijos no quieren hablarte y tú quieres hablar con ellos, y quieres tocarlos, quieres abrazarlos”, dijo Reynolds a Winfrey. “Era un distanciamiento total”.

La reacción a la muerte de Reynolds fue muy emotiva.

“Debbie Reynolds, una leyenda y mi mamá en el cine. No puedo creer que esto haya ocurrido un día después de Carrie. Mi corazón está con Billie”, tuiteó el actor Albert Brooks, quien dirigió y actuó con Reynolds en la película “Mother” de 1996.

“No me puedo imaginar cómo está pasando esta semana la familia de Carrie Fisher y Debbie Reynolds. Les mando todo mi amor”, tuiteó la comediante Ellen DeGeneres.

Reynolds, cuyo nombre verdadero era Mary Frances, pasó lo primeros ocho años de su vida en medio de la pobreza por la Gran Depresión en El Paso, Texas, donde nació el 1 de abril de 1932. Su padre, un carpintero del Southern Pacific Railroad, fue transferido al sur de California y su familia se estableció en Burbank, cerca del estudio Warner Bros.

La chica floreció en California, donde fue una Scout excelente, destacó en los deportes y tocó el corno francés y la viola en la Orquesta Sinfónica Juvenil de Burbank. Sus amigas la convencieron de que entrara al concurso de belleza de Miss Burbank y se granjeó a los jueces al hacer la pantomima de cantar al compás de un disco de Betty Hutton.

Se volvió una superestrella rápidamente. Tras algunos papeles menores, el jefe del estudio MGM Louis B. Mayer la eligió para “Cantando bajo la lluvia” a pesar de las objeciones de Kelly.

A los 19 años y con poca experiencia de baile Reynolds logró igualar a Kelly y Donald O’Connor, dos de los mejores bailarines del cine, paso por paso.