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“Hasta aquí”, “ya no hay nada qué hacer”, “me voy”, “ya no puedo más”. No importa la frase y el tono para anunciar el fin de la relación, sino encontrar el momento para hablar, sin pasiones ni arrebatos, sobre qué los llevó a esa situación; lograrlo, producirá una separación menos dolorosa y ambos estarán en mejores condiciones emocionales cuando quieran establecer una nueva pareja.

Cerrar un ciclo es importante para no repetir ni arrastrar los mismos errores a una nueva relación, por conveniencia propia y por más esfuerzo que esto amerite, es mejor reflexionar sobre lo que se hizo y se dejó de hacer para que terminara el encanto, recomienda la sicoterapeuta Christiane Regatto.

“Si queremos crecer, debemos hablar de qué pasó, porque la pareja es de dos y uno no puede ser totalmente responsable de la situación, quizá sí haya uno con más responsabilidad que el otro, pero nadie es 100 por ciento responsable”, considera Jorge Molina, profesor de la Maestría en Terapia Familiar de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Así como al inicio las parejas hablan de las expectativas que se tienen, al producirse la separación hay que hablar de lo que se cumplió y lo que no.

Lo ideal es separarse con el menor daño posible porque son varias las pérdidas que se producen: la de la persona, la del afecto y el amor, y aún en los casos que hay violencia, aparece la pérdida de una rutina, agrega Molina.

En los mejores casos, la experiencia de la separación puede representar un gran aprendizaje.

“Si no nos damos cuenta de los errores que cometimos y qué cosas nos faltaron por mejorar de manera individual para que la convivencia mejorara, los mismos errores y flaquezas van a salir en la siguiente relación, por eso es importante cerrar el ciclo”, insiste Regatto.

Tan lejos, tan cerca

Existen varios riesgos para la salud emocional de los miembros de la pareja si éstos no dedican tiempo a hablar de cómo se sienten.

Uno de ellos es que nunca se dé el rompimiento emocional, a pesar de que físicamente estén separados.

“Desafortunadamente esto sucede más seguido de lo que se cree, la separación física se da primero y más rápido por falta de tolerancia, compromiso e incluso de entusiasmo por hacer cambios y modificaciones de nuestras propias personalidades”, explica la sicoterapeuta.

A veces la separación emocional no se da tan rápidamente porque puede quedar amor y pasión de por medio, y que lo intolerable sea la convivencia en el día a día.

“Muchas veces las parejas se terminan vinculando a través de la vida sexual, encuentran un buen acoplamiento y esto los hace que emocionalmente sigan vinculados y esto, aunque se puede mantener, no es lo más recomendable”, advierte Regatto.

Los miembros de las parejas que prolongan este tipo de contacto corren el riesgo de no poder empezar una nueva relación.

“Sus espacios emocionales siempre están ocupados, conscientemente sí están en búsqueda de una pareja distinta a la anterior; sin embargo, emocionalmente todavía están involucrados con la anterior y esto les impide estar verdaderamente disponibles y abiertos a encontrar otra relación”, agrega la sicoterapeuta.

Por más doloroso que sea, lo más sano es acabar con la relación en todos los sentidos.

Molina propone a las parejas que están en proceso de separación, crear algún ritual que ayude a ambos a cerrar el capítulo que compartieron.

“En las relaciones existen rituales muy claros para iniciar o reforzar el deseo de estar juntos, desde una ceremonia de matrimonio hasta un pacto de amor y no hay rituales claros para terminar, ese es el que puede hacer cada pareja”, señala Molina.

En terapia

“¿Tu quieres continuar con él o ella?”, “¿lo o la quieres?”, pregunta el sicoterapeuta a un pareja. Si ambos contestan “sí”, el objetivo de la terapia es trabajar la reconciliación y si uno de ellos dice “no”, entonces es encontrar la manera de hacer una separación con el menor dolor posible.

Cuando hubo infidelidad el proceso puede ser más complejo, señala el sicoterapeuta.

Pero ante la separación, en ambos miembros de la pareja se debe trabajar la posible depresión, orientarlos en la creación de las nuevas expectativas y especialmente quitar las culpas.

“La ayuda psicoterapéutica sería conveniente en la mayoría de las veces, y aunque no existan problemas graves, ese proceso puede ser más rápido con la ayuda de un profesional”, agrega Molina.

La sicoterapia también puede ayudar a establecer una nueva y sana relación.

“Porque si no has cerrado el ciclo, tienes poca autoestima y estás muy frágil o vulnerable, cualquier persona que te hable bonito, te dé un poco de atención y cuidado, es probable que te enamores sin hacer una evaluación de si vale o no la pena esa persona; la pregunta que hay que hacerse es: ‘¿esta persona me satisface o es porque me siento solo (a)?'”, indica Molina.

Seguir sin ti

El paso del tiempo ayuda en los casos donde no hay situaciones muy complicadas, aunque a veces los miembros de la pareja tienen dificultad para entender que la vida continúa, porque siguen creyendo que el amor “es para siempre”.

Otra dificultad para seguir un camino propio es si uno de ellos se anuló a lo largo de la relación. Lo recomendable, sugiere el experto de la UNAM, es que al separarse, cada miembro de la pareja vuelva a ser uno en sí mismo.

“Cuando dos personas viven juntas, cada una debería tener su vida, sus amistades, su desarrollo profesional y personal, y tener clara la parte que comparte con su pareja; son dos círculos que pueden hacer un conjunto, ‘yo tengo mi parte, tu la tuya y tenemos una en común’, y si se termina esa parte en común, yo sigo con mi parte y tu con la tuya, pero si los círculos han estado encimados y uno desapareció, cuesta mucho rehacerse a sí mismo, porque éste no tiene nada suyo”, explica Molina.

La comunicación franca y abierta, coinciden los expertos, debe ser bandera del proceso de creación de la pareja, de su periodo de convivencia y también, si se da, del trance de la separación.

“Uno le puede decir al otro: ‘el que no te quiera no significa que te odie o te quiera lastimar; simplemente ya no te quiero, pero sí te respeto y quiero que te vaya bien, incluso voy a hacer cosas para que así sea, haré cosas para que la separación sea menos dolorosa'”, explica Molina.

Tersa y suave

Seguir tres pasos básicos puede hacer menos doloroso todo proceso de separación:

1. Platicar ampliamente y con calma, escuchándose el uno al otro, sobre por qué y para qué sucedió la relación y a dónde los llevó, por qué ahora están incómodos e insatisfechos.

2. Aceptar los errores que cada uno cometió y que hay cosas que no están dispuestos a cambiar. Se puede decir: “yo entiendo que para ti fuera molesta tal cosa, pero eso es algo que forma parte de mi personalidad y todavía no estoy lista o listo para hacer una modificación”.

3. Reconocer que el amor cambió por el desgaste y las fricciones. Si no hubo violencia, aceptar que el otro fue una persona importante en la vida, con quien se compartieron situaciones gratas.

Tipología

Consulte los rasgos que caracterizan a las personas que son abandonadas o abandonan a la pareja.

-Eterno abandonado. Hace todo para que el otro sea quien lo deje porque no quiere cargar con la culpa de romper una relación, pero adopta el papel de víctima que no reclama, ni alza la voz para discutir. No se arrepiente cuando logra su objetivo.

Si lo dejan

Negador.

Sigue actuando y haciendo planes como si siguieran siendo pareja. Cuando el otro le dice que desea terminar, actúa como si estuviera hablando un extraterrestre en idioma húngaro antiguo.

Vive la vida loca

. Baja de peso, cambia de atuendo, revisa viejas agendas, toma clases de canto gregoriano, yoga y salsa. Se anima a hacer cosas “por primera vez” y se da la libertad de experimentar.

Insistente o acosador

. No tiene pudor ni autoestima y siempre le recuerda al otro que lo sigue amando y esperando. Su motivo para vivir es hacer todo por recordarle al otro (teléfono, correo electrónico, mensaje de texto, encuentros “casuales”) que lo o la ama y quiere estar con él o ella.

Fracasado serial.

Colecciona fracasos en forma de ex parejas porque siempre cree: “ahora sí encontré lo que buscaba”, pero siempre resulta: “me equivoqué”. Se enamora de personas que son como ellos quisieran ser.

-Romántico.

Cree que el amor es uno y para siempre aunque el otro ya no esté. Es tan idealista que cree en la persona amada y está seguro de su amor a pesar de la ausencia y el abandono.

Si termina la relación

-Nietzscheano.

Se retiran amenazando, diciendo cosas terribles y siendo terminantes, pero al cabo de un tiempo reaparecen para volverse a ir y volver a aparecer. A veces, al regresar, hacen de cuenta que no pasó nada o lo hacen en actitud resignada, despechados, apasionados o culposos.

-Impulsivo.

Decide terminar sin meditación de por medio, de un día para otro, aunque su malestar lleve años. No necesariamente es impulsivo en todos sus ámbitos, puede ser la persona más cerebral pero cuando se trata de terminar una relación amorosa, su corazón y vísceras predominan.

-Perturbado.

Abandona asegurando que aún ama a la pareja. No puede entender cuál es la causa de la separación porque se siente bien con el otro, lo o la desea y le gusta su vida cotidiana, por eso el proceso de ruptura puede ser largo.

-Obligado.

Actúa “forzado” por los hijos, las creencias religiosas, las circunstancias o diferencias socioculturales, entre otros motivos. Suele sufrir más que la pareja porque elige el camino de hacer felices a los otros, aunque le cueste su infelicidad.

-Arrepentido.

Tras la euforia de la libertad, sabe que no debió hacerlo, pero nunca se retracta pensando que se trató de una decisión bien meditada. En el fondo, se queja de sí mismo y se da golpes de pecho.

Fuente: “Rupturas”, de Esther Feldman (Editorial Grijalbo)