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Por Anabel Hernández

Entra al restaurante con un elegante vestido negro sin mangas, una blusa rosa y con una mascada blanca en su cuello. Su bolsa es Prada. Y si trajera guardaespaldas, muy probablemente estarían afuera esperando discretamente.

Como esposa de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el notorio líder del cartel de Sinaloa, Emma Coronel Aispuro se ve ansiosa de no llamar demasiado la atención, mientras se dirige a un salón privado dentro del concurrido restaurante, un popular lugar de mariscos en las orillas del rio Tamazula. Ella sonríe suavemente y habla con tranquilidad.

“No tengo experiencia alguna en este tipo de cosas”, dice.

La ex reina de belleza de 26 años, nunca ha hablado públicamente acerca de sus ocho años de matrimonio con el hombre que ha encabezado una de las organizaciones criminales más violentas del mundo, responsable de la mayoría de la marihuana, metanfetaminas y asesinatos que se producen en México.

Ahora dice, quiere salir públicamente y dar este mensaje urgente: La vida de su esposo está en peligro. Ella teme que no va a sobrevivir a su encierro en la cárcel de “El Altiplano”, la prisión donde ha estado en confinamiento solitario desde el 8 de enero, cuando las autoridades mexicanas lo capturaron en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa, casi seis meses después de su segunda fuga de una cárcel de alta seguridad mexicana.

“Ellos quieren hacerle pagar por haberse fugado. Ellos han dicho que no lo están castigando por eso, pero sus guardias están ahí, todo el día, mirándolo”, dice Coronel. “Los guardias están ahí, todo el día, haciendo acto de presencia. No lo dejan ni siquiera dormir, no tiene privacidad, ni siquiera para ir al baño”.

Las increíbles fugas de Guzmán, la más reciente a través de un túnel de más de un kilometro de longitud que se encontraba oculto en la regadera de su celda, ha sido motivo de escarnio para las autoridades mexicanas, las que parecen determinadas a evitar que se evada por tercera ocasión. Desde su último encarcelamiento, su esposa ha tenido permiso de verlo tan solo por 15 minutos. Ella asegura que su esposo “está siendo torturado lentamente” y que está sufriendo de una peligrosamente elevada presión arterial.

“Temo por su vida”, dijo.

Guzmán, de 58 años, encara al menos media docena de delitos en los Estados Unidos. Se le acusa de encabezar una organización criminal que ha introducido a Estados Unidos y a numerosos países del mundo, 1.8 millones de libras de cocaína entre el 2003 y el 2014. De acuerdo a la fiscalía federal sus sicarios han llevado a cabo cientos de asesinatos, asaltos, secuestros y actos de tortura durante ese periodo.

Ese no es “El Chapo” que Coronel dice conocer. Ella describe a su esposo como un hombre de familia, amoroso, a pesar de haber estado encarcelado la mayor parte de sus ocho años de matrimonio. Ella asegura que conoce muy pocos detalles de sus asuntos personales.

“El es como cualquier otro hombre, y por supuesto, no es ni violento ni rudo”, asegura Coronel, quien insiste en que nunca ha visto a su esposo actuar violentamente o utilizando drogas. “Nunca lo escuché diciendo una mala palabra. Nunca lo he visto exaltarse por algo o enojarse con alguien”.

Su esposo, afirma, le dice “mi reina”.

Aunque “El Chapo” se ha convertido en una de las figuras más reconocidas del mundo, su esposa ha permanecido en el anonimato. Su nombre salió a la luz pública en septiembre del 2007, cuando la revista Proceso, publicó un artículo acerca de cómo una adolescente, al cumplir 18 años, se había casado con “El Chapo”, luego de ganar un concurso local de belleza.

Cuatro años después, Los Ángeles Times reportó que Coronel, quien nació en San Francisco y tiene ciudadanía americana, había dado a luz a unas gemelas en Lancaster, en las afueras de Los Ángeles.

Coronel es la tercera esposa de Joaquín El Chapo Guzmán. Su hijo mayor tiene 32 años de edad. Y sus hijas se encuentran entre los 19 hijos que se dice ha procreado el capo. Ella asegura que todos los rumores de que El Chapo abusa de las mujeres, son falsos.

“El sería incapaz de tocar a una mujer con malas intenciones, de obligarla a hacer algo que ella no quiera”, dice Coronel, mientras habla pausadamente, casi con monotonía, al tiempo que describe la vida con él, la cual dio inicio en una comunidad rural del estado de Durango, donde vivió lo que podría ser una historia de amor, intriga y miedo –miedo por el hecho de que su esposo constantemente tenía que salir huyendo, miedo por su familia, por los problemas legales internacionales que encara en Estados Unidos.

“Ha sido una vida, dice, siempre en el ojo de la tormenta”.

Pero asegura que ha aceptado el hecho de que no tiene poder para cambiar las cosas. “El hubiera no existe”, dice. Si su esposo es extraditado a Estados Unidos y enfrenta un juicio en este país, donde probablemente no podrá escapar nuevamente, ella estará presente, asegura.

“Lo voy a seguir a cualquier sitio. Lo amo. El es el padre de mis hijos”.

La historias de amor, empezó en La Angostura

Como muchas otras historias de amor, la suya empezó en un baile en La Angostura, uno de los muchos ranchos del poblado de Canelas, Durango, ubicado en el llamado Triángulo Dorado de México, en plena Sierra Madre occidental, una zona en la que los cultivos de marihuana y amapola dominan la vida agrícola de esta región controlada por el Cartel de Sinaloa.

“El estaba bailando con otra muchacha. Y yo estaba bailando con mi novio – en ese tiempo tenia novio- y entonces nos cruzamos en el centro de la pista de baile. El me sonrió con toda galanura. Un poco después una persona me dijo que ‘el hombre que me había sonreído quería bailar conmigo’, y yo dije sí, porque en los ranchos, aunque tengas novio, uno baila con cualquier persona que te pida bailar con él, y yo dije, claro que si'”.

El encuentro fue breve, dijo Coronel, y no volvió a ver a Guzmán hasta varios meses después. “Amor a primera vista no fue”, asegura.

Coronel nació el 2 de julio de 1989 en San Francisco, donde su mama, Blanca Estela Aispuro se encontraba visitando a unos familiares. Su mamá era ama de casa y su papá, un campesino que se dedicaba a la siembra de frijol y maíz. Cuando tenía 11 años, sus padres la enviaron a California, pero después de algunos años, regresó a casa, ya que extrañaba la vida en el campo y a su familia.

Meses después de su primer encuentro con Guzmán, decidió entrar al concurso anual de belleza de la Feria del Café y la Guayaba en Canelas, Durango. Ella comenta orgullosa que ganó por los votos que obtuvo esa noche y no, como la prensa mexicana lo ha dicho, porque El Chapo hubiera dado dinero para que ella resultara ganadora.

Al mismo tiempo, Guzmán se encontraba en su acostumbrado papel de fugitivo. En enero del 2001, se había fugado de la prisión de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco. A pesar de encontrarse fugitivo, El Chapo hizo numerosas visitas a la casa de Coronel, algunas veces durante las fiestas locales. Coronel asegura que nunca le dio regalos ostentosos.

“Podría decir que lo que me enamoró de él fue su forma de hablar, la forma de tratarme, la forma en que nos empezamos a tratar, primero llegó la amistad y después todo lo demás”, dice Coronel, mientras se sonroja un poco por sus recuerdos. “El tiende a ganarse a la gente por su forma de ser, por la forma en que trata a la gente en general”.

Un sacerdote en Canelas casó a la pareja en la casa de la familia el 2 de julio del 2007, cuando ella estaba cumpliendo 18 años. Ella vistió un vestido blanco, y parecía una princesa. Hubo algunos cuantos invitados entre familiares cercanos y amistades. No hubo ningún invitado de parte del novio. Sus padres habían tratado de evitar la boda”, dice Coronel.

Durante años se informó que la boda no había sido sólo una unión entre un poderoso hombre de 50 años de edad y una adolescente que se había enamorado de él, sino de dos facciones influyentes de la compleja jerarquía de producción de drogas de Sinaloa. Ignacio ‘Nacho’ Coronel Villarreal, un miembro de alto rango del cártel de Sinaloa que murió en un tiroteo con las autoridades en 2010, era frecuentemente identificado como el tío de Emma Coronel (algo que nunca fue oficialmente declarado por el gobierno mexicano, y Coronel insiste en que no es cierto).

En 2013, el Departamento del Tesoro de los EEUU identificó al padre de Emma Coronel, Inés Coronel Barreras, un importante traficante de drogas –y uno de los principales lugartenientes de Guzmán- bajo la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros, lo cual permitió al país bloquear sus activos. Coronel Barreras, de 48 años, y su hijo, Inés Omar Coronel Aispuro, fueron detenidos por tráfico de drogas en 2013, en base a alegatos de que Coronel Barreras –popularmente conocido en el cártel como ‘El suegro’- coordinaba envíos de drogas desde México hacia Arizona para el cártel de Sinaloa.

Emma Coronel ha dicho que, tanto su padre como su hermano son inocentes de los cargos, que se creen fueron un intento del gobierno para tomar el control de los activos de la familia. Su hermano menor, Edgar, fue arrestado en agosto pasado por haber ayudado a Guzmán a escapar de prisión el mes anterior.

Coronel sostiene que su vida ha transcurrido entre observar y esperar.

Una vez casados, la mujer se trasladó a Culiacán, base de operaciones de Guzmán; terminó la escuela secundaria e ingresó a la universidad para estudiar periodismo. Vio a su esposo fugitivo sólo esporádicamente; a veces era cada fin de semana, otras debía esperar meses antes de ser convocada para un encuentro.

Aunque la revista Forbes nombró a su esposo como uno de los hombres más ricos del mundo, Coronel afirma que nunca llevó una vida de opulencia y que su marido descreía de esta lista, a menudo preguntándose: “Uno debe preguntarle a la revista: ‘¿Dónde está todo este dinero? ¿Ustedes saben? Porque yo no sé dónde está'”.

Del mismo modo, Coronel dice que nunca vio a su marido con drogas o armas. “Me fui cuando él ya se encontraba en un lugar establecido y muy tranquilo”, recuerda Coronel.

Ella comenzó a ver con otros ojos esa inusual dinámica familiar en agosto de 2011, cuando nacieron sus gemelas, en un hospital en Lancaster. “Cuando uno tiene hijos, la forma de pensar y de ver la vida cambia”, explica. “Para mí, fue entonces cuando empecé a pensar acerca de la situación, de que todo era un poco complicado”.

Emma comenzó a preguntarse si sus hijas, ahora de cuatro años de edad, pasarían sus vidas pagando el precio de todo lo que había sucedido. “Me apena profundamente pensar eso en esos momentos en los que no pueden ver a su padre; pensar que podrían ser juzgadas cuando sean mayores, que alguien podría señalarlas por hechos de los que ellas no tienen idea”.

En cuanto a su esposo, Coronel afirma que nunca le ha visto temeroso o agitado, ni siquiera en momentos de gran tensión. “Él no muestra en ningún momento que está preocupado por algo”, dice la mujer, quien describió a su marido como “muy inteligente” pese a carecer de educación formal. Lo que sí le molesta a él, dijo, fue su creciente estatus de ‘narco-leyenda’ y su imposibilidad de contar su propia historia.

Guzmán había deseado por mucho tiempo colaborar en una película acerca de su vida, en parte para contrarrestar lo que él entendía como falsedades y sensacionalismo. “Para poner las cosas exactamente como son, y mostrar todo lo que ha ocurrido hasta ahora, contado por él”, explica.

Kate del Castillo entra en la historia

La actriz mexicana Kate del Castillo, conocida por su papel como capo femenina de la droga en una popular telenovela, exploraba la posibilidad de realizar el film luego de que Guzmán, un admirador, se contactara con ella. Fue Del Castillo quien se asoció con Sean Penn, el actor y director de Hollywood, para realizar una visita clandestina a Guzmán el año último, mientras el narcotraficante estaba aún desaparecido. Penn escribió un colorido artículo para la revista Rolling Stone acerca de este encuentro.

Lo que despertó la ira de Coronel –y la de su esposo, según cree- es un video publicado con este artículo, en el cual Guzmán, sentado frente a una valla en un entorno campestre, reconoce que ha trabajado en el tráfico de drogas desde sus 15 años de edad, atraído a ello por la gran pobreza de las zonas rurales de montaña.

Coronel afirmó que publicar ese video, cuyos derechos fueron cedidos no por Penn sino por la compañía productora de Del Castillo, fue “una traición”. Su marido, afirmó, creyó que el material sería utilizado únicamente como información de base para el artículo escrito.

El abogado de Del Castillo, el abogado Harland Braun, de Los Ángeles, afirmó que el capo de la droga había entendido claramente que la actriz estaba allí para hablar de una película, un proyecto en el cual todavía está involucrada: “Él admite [en el video] ser un narcotraficante. Y el hecho de estar en el negocio de la droga, ¿es eso lo que lo avergüenza? El objetivo mismo de la película es que él está en el negocio de la droga. Lo que dice ahora no tiene ningún sentido”, expresó.

Además, había un afectuoso intercambio de mensajes entre su esposo y Del Castillo, que se filtró en la publicación mexicana Milenio luego del arresto de Guzmán. “Eres tan hermosa, amiga mía, en todo sentido”, decía ‘El Chapo’ a la actriz en uno de ellos. “Te cuidaré más que a mis propios ojos”.

Coronel afirmó que ese intercambio de mensajes no le resultó problemático. “Creo que era la primera vez que se veían. ¿Cómo podría ser una relación personal?”, se preguntó. “En ningún momento me sentí celosa de Kate”.

Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, uno de los mayores capos de la droga mundiales, ganó ese estatus durante los más de diez años que transcurrió prófugo de la justicia, evadiendo a las autoridades gracias a su habilidad para construir túneles secretos en sus muchos escondites de montaña, casas urbanas seguras y apartamentos costeros, así como su habilidad para sobornar, persuadir y matar.

El final de su temprana vida juntos

El final de su temprana vida juntos comenzó en febrero de 2014, cuando fue súbitamente llevada al encuentro de su marido en la Torre Miramar, en el puerto de Mazatlán, Sinaloa.

Era temprano en la mañana del 22 de febrero cuando las autoridades llegaron. “A las 6 de la mañana oímos unos ruidos, como si estuvieran golpeando la puerta”, recuerda Coronel. Hombres armados ingresaron en el cuarto gritando: “¿Dónde está ‘El Chapo’?”. Su esposo salió del baño y les dijo: “Cálmense. Aquí estoy”. Coronel cree haber escuchado a agentes de control de drogas de los Estados Unidos en esa escena.

No fue hasta un mes después que ella y sus hijas pudieron visitar a Guzmán en El Altiplano. Irónicamente, lo vio más seguido durante ese período que nunca antes. Luego, el 11 de julio de 2015, escuchó la noticia de su nuevo escape, esta vez a través de un complejo túnel.

Según Coronel, entre julio de 2015 y enero de 2016 tuvieron sólo dos encuentros con su esposo, ahora de nuevo en su familiar papel de fugitivo. “Él sólo quería pasar un lindo momento con sus hijas”, dice la mujer. “Estar en paz”.

Luego, el 8 de enero, escuchó informaciones de que su esposo había sido recapturado en Los Mochis, mientras escapaba en un automóvil robado. Coronel volvió a viajar hasta la prisión El Altiplano. Esperó tres días antes de recibir un permiso de 15 minutos con su esposo. Esta vez, estaba claro, los guardias no correrían ningún riesgo.

“Estaba completamente encadenado, esposado; los guardias se quedaron allí con nosotros todo el tiempo, a pocos centímetros de distancia”, dice Coronel, quien aseguró que rompió en lágrimas al ver el estado de su marido. “Estaban armados y encapuchados. Tenían cascos con cámaras y estaban siempre grabando”.

Al salir de la prisión, recuerda, su esposo tuvo unas pocas palabras de aliento. “No te preocupes”, le dijo. “Todo estará bien”.

ACERCA DE ESTE REPORTE: Este artículo se publicó como una colaboración con el Programa de Periodismo de Investigación de la Escuela de Periodismo de UC Berkeley, del cual participa Anabel Hernández. La entrevista también se transmite por Telemundo.