BUENOS AIRES –
El primer amor de Karen Arias terminó en tragedia a los 16 años, cuando su novio usó un arma “para asustarla” porque lo dejaba y la asesinó. La justicia argentina lo condenó a 24 años de cárcel, pero no lo consideró “feminicidio”.
Dos semanas duró el juicio en un tribunal de La Matanza, en las afuera de Buenos Aires. Allí saltó el dolor de dos familias rotas y la desconfianza en la justicia. La familia de Karen pedía cadena perpetua para Facundo Rodríguez, de 20 años, por el agravante de feminicidio.
“Pero no se pudo y ese fue otro golpe”, dijo sin comprender las razones María Reinoso, la madre de Karen.
El 21 de abril, la adolescente se escapó de la escuela a la casa de su novio y en la discusión murió de un disparo. Facundo confesó: “Nunca fue mi intención asesinarla sino asustarla”.
La sentencia este mes fue por homicidio agravado. “Tenía que pudrirse en la cárcel”, gritaron amigas y vecinas de Karen a la salida del juicio.
“No puedo entender por qué nos la quitó así. Ese día nos mató a nosotros también”, cuestionó ahogado de pena José Arias, taxista y albañil de 60 años, que perdió a la menor de sus ocho hijos.
La madre, de 57 años, e Isabel Arias, hermana mayor de Karen, convirtieron el duelo en lucha para que este crimen no quedara impune. “Luchamos para que este asesinato no fuera olvidado con la excusa prejuiciosa de que en los barrios pobres son balas perdidas de todos los días”, indicó la hermana.
“La mató por ser mujer, ella ya no quería estar con él”, sostuvo Isabel. Argentina suma cada año casi 300 muertes por violencia machista. El caso de Karen en un barrio obrero se repite sin distinción de clases.
La mujer como una cosa
Una batalla ejemplar de organizaciones civiles en Argentina condujo a aprobar en 2012 una ley que castiga con cadena perpetua al hombre “que mate a una mujer o a una persona que se autoperciba con identidad de género femenino”.
Pero no es fácil que se aplique. “Falta capacitación en los jueces y fiscales. Es un tema cultural”, señaló Fabiana Tuñez, presidenta del Consejo Nacional de Mujeres.
“Nos matan a las mujeres por una cuestión cultural. Se la entiende como a una cosa, como un objeto de pertenencia de un hombre”, apuntó Tuñez. “Ésta es una cultura machista que nos atraviesa a mujeres y hombres”, agregó.
Sigue intacta la lucha que llevaron las activistas, muchas de ellas víctimas de violencia de género. Se avanzó en conciencia social con las marchas del 3 de junio en los dos últimos años. Bajo el lema “Ni una menos”, se juntaron cientos de miles de personas contra “esta pandemia social”, según Naciones Unidas.
Las leyes contra los asesinatos de mujeres tienen adversarios. ¿Por qué feminicidio, si es un crimen como otro? ¿Acaso la vida de una mujer vale más? ¿Y si fue un crimen pasional? En el juicio lo cuestionaron familiares, amigos y abogados de la defensa.
“La cultura machista hizo que cuando se asesina a una mujer, se busque siempre la manera de justificar al agresor”, dijo Tuñez. Matar a una mujer es tan grave como a cualquier persona. Pero “siempre se busca algún atenuante como, ‘porque estaba alcohólico o drogado o porque ella estaba con otro'”, resumió.
Miles de Karen
En Argentina, cada 30 horas una mujer muere a manos de su pareja o expareja, según la asociación civil La Casa del Encuentro.
Estos crímenes ocurren en matrimonios de clase alta, en parejas maduras de clase media, en noviazgos jóvenes que no distinguen en su nivel educativo, la prosperidad o infortunio económico.
“Aquí nunca nos levantamos la voz él y yo, y ella era una niña sana, cariñosa”, recordó la madre de Karen, de la mano de su esposo desde hace más de 30 años.
María Reinoso aprendió en este año y tres meses sin Karen que hay formas de detectar y ayudar a posibles víctimas de violencia machista. Por eso ha contado su experiencia en escuelas ante cientos de chicas adolescentes.
“Él la celaba de nosotros, de sus amiguitas, no la dejó más ir a jugar a la pelota, no quería verla hablando o texteando en el celular cuando estaban juntos”, contó la madre.
Reinoso aprieta los dientes de impotencia. Solloza frente a un afiche con la foto alegre de su Karen colgado en la sala de su casa: “Todas esas conductas son ‘de librito’, hay que estar atentos cuando una mujer está viviendo eso”, lamentó.
Se impone reeducar a la sociedad, “para que asesinar a una mujer no sea lo mismo que robar un auto dos veces”, remarcó Tuñez.