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Entrada principal al parte de Los Migrantes en Intipucá, El Salvador, que fue construido, junto con otras obras, gracias al dinero que envían los salvadoreños desde EEUU. JOSÉ CABEZAS/GETTY
JOSE CABEZAS / AFP/Getty Images
Entrada principal al parte de Los Migrantes en Intipucá, El Salvador, que fue construido, junto con otras obras, gracias al dinero que envían los salvadoreños desde EEUU. JOSÉ CABEZAS/GETTY
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INTIPUCÁ, EL SALVADOR –

Intipucá simboliza la pujanza de los salvadoreños radicados en Estados Unidos, que con sus remesas la han transformado en una comunidad moderna y dinámica, pero sus pobladores temen que la política migratoria del presidente Donald Trump les corte esa fuente de ingresos.

Por las calles de esta ciudad, ubicada 170 km al sureste de San Salvador, poca gente camina. Muchas de las grandes y coloridas casas adornadas con molduras de hierro forjado están vacías, sus propietarios residen en Estados Unidos y las ocupan cuando regresan en épocas especiales, como la Navidad.

En el parque frente al ayuntamiento hay una estatua dedicada a Sigfrido Chávez, el primer intipuqueño que migró a Estados Unidos en 1967.

Cerca de la estatua, camina un hombre con sombrero que habla por su teléfono celular. Se llama José Corpeño y cuenta que hablaba con su hija que reside en Estados Unidos desde hace un año y “ahora vive una pesadilla”.

“Nos sentimos preocupados, cerca de donde ella vive ha llegado la gente de Migración”, dice angustiado.

La joven, cuyo nombre Corpeño mantuvo en reserva, vive en el estado de Maryland. No posee papeles de estadía. Es la primera de sus nueve hijos que se fue al norte y aún está pagando los 10,000 dólares que le cobró un traficante de migrantes para guiarla en su viaje.

“Trabaja, pero con temor a que en un momento pueda ser encontrada y detenida”, indicó Corpeño. Ella envía dinero a su familia, que se dedica al cultivo de maíz en escala de subsistencia.

“Si la llegaran a deportar, pues ya nos sentimos inseguros. Nosotros somos pobres y esa remesita que envía nos ayuda”, afirmó Corpeño.

Esa misma angustia la vive en Guatemala Victoria Flores, de 70 años, cuyo hijo Estuardo, de 50 años, trabaja en Los Angeles como técnico dental y le manda remesas para el pago de la hipoteca y los servicios de luz, agua y teléfono.

“Es una situación difícil y de angustia todos los días, porque este presidente (Trump) ha dicho que va a deportar a todos los que estén ilegales en Estados Unidos”, dijo Flores.

Para la mujer de tez morena y baja estatura, es “injusta” la postura antiinmigrante de Trump, pero también culpa a su antecesor, Barack Obama, de lo que sucede actualmente por no haber impulsado una ley migratoria.

Las valiosas remesas

Juan José Rivera, concejal de Intipucá, asegura que la mayoría de los habitantes de esa localidad tiene “al menos un familiar en Estados Unidos”. Los envíos de remesas no fallan y muchos las invierten en consumo.

En Centroamérica, en especial en el Triángulo Norte compuesto por El Salvador, Honduras y Guatemala, el peso de las remesas en la economía es importante y una caída en los ingresos de divisas por ese rubro impactaría negativamente.

“Un 90% de las remesas va para consumo y una disminución del consumo impactaría en los ingresos fiscales”, comentó Mauricio Díaz, coordinador del no gubernamental Foro Social de la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (Fosdeh).

Los tres países son una de las mayores fuentes de migrantes a Estados Unidos, a donde viajan en un trayecto lleno de peligros huyendo de la pobreza y la violencia en sus comunidades.

Las remesas familiares en Honduras pasaron de 3,730 millones de dólares en 2015 a 3,949 en 2016, mientras que en El Salvador crecieron de 4,270 a 4,576 millones de dólares en el mismo periodo, según cifras oficiales, y equivalen a alrededor de 16% del Producto Interno Bruto.

Guatemala es el país que recibe mayores ingresos por remesas: 6,284 millones de dólares en 2015 y 7,160 en 2016, un monto cercano al total de exportaciones del país, de 10,000 millones anuales.

En una visita a Guatemala en febrero pasado, John Kelly, secretario de Estado de EEUU, negó que vaya a haber deportaciones masivas de indocumentados.

No obstante, el departamento a cargo de Kelly publicó ese mismo mes dos circulares internas con lineamientos para reforzar la captura y la deportación más rápida de los indocumentados.

Cifras oficiales indican que en 2016 fueron deportados desde Estados Unidos 21,340 salvadoreños, 21,500 hondureños y 35,465 guatemaltecos.