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Por 15 años, el centro jornalero ubicado en la esquina de las calles Harvard y San Fernando, frente a la tienda The Home Depot, albergó de 60 a70 entre hombres y mujeres que llegaban ahí en busca trabajo. Pero hoy, el local está cerrado y muchos de los que buscaban allí el pan de cada día, ahora han tenido que volver a la calle.

“Nos afecta a nosotros porque ahora no tenemos un lugar para ir al baño o tomar agua”, dijo Jorge Rujuch, un guatemalteco que por cuatro años estuvo asistiendo al centro laboral.

Este lugar cerró el 1 de julio y desde entonces, muchos de los que asistían ahí han emigrado a otros centros laborales o se han quedado en las calles, junto con otras decenas de hombres que diariamente compiten por encontrar trabajo.

Felipe López, otro jornalero que asistió al centro por unos 11 años, señaló que ahí por lo menos tenía la esperanza de conseguir trabajo regularmente, ya que los puestos eran rifados entre todos los que se presentaban.

“Ahí a veces salían 10 ó 12 en el día. Aquí tenemos que correr (para buscar posibles empleadores) y no estamos acostumbrados a eso”, dijo López.

Igual opinó Rujuch.

“Ahí no había tanta competencia como hay aquí”, señaló.

Moisés Carrillo, del Departamento de Servicios Comunitarios y Parques de la ciudad de Glendale, que cubría los 90,000 dólares anuales que costaba la administración del centro laboral, dijo que el cierre se debe a una crisis presupuestaria de alrededor de 18 millones de dólares que enfrenta la municipalidad.

“Tuvimos un recorte presupuestario significativo en todos los programas y el Concejo decidió eliminar el centro laboral”, dijo, indicando que la ciudad ha hecho recortes también en programas de recreación juvenil, al igual que mantenimiento de calles y aceras, entre otros.

“Es muy desafortunado que tengamos que hacer esto en medio de esta economía porque se hace aún más difícil para ellos, pero no teníamos opción”, dijo Carrillo.

Sin embargo, añadió que se había dado una reducción en el número de personas que asistían al centro, en parte porque muchos no querían acatar las reglas que se imponían.

Uno de ellos era José Rodríguez, quien optó por buscar trabajo afuera de la tienda The Home Depot cuando vio que ponían “reglas muy estrictas” a nuevos miembros.

“Los trabajos eran nada más para los que ya conocían. A los nuevos no les daban ‘chanza'”, dijo.

Pero igual, dijo que el cierre del centro y los nuevos jornaleros en la esquina hacen aún más escasas las pocas oportunidades laborales.

“Ahora con ellos está más tremendo”, expresó.

Así también lo cree Pedro González, quien llevaba siete años asistiendo al centro, donde en promedio dijo, conseguía trabajo dos o tres veces por semana.

“Aquí no hay esperanza”, dijo González.