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Contrario a lo que se pensaba, los jóvenes que acosan constantemente a otros en la escuela no se sienten rechazados por sus compañeros.

En realidad, estos agresores escolares tienen una alta autoestima social, lo que significa que tienen la idea de que llevan buenas relaciones con los demás en la escuela.

Éste fue uno de los resultados que más llamaron la atención a los psicólogos María Elena Villarreal González, Juan Carlos Sánchez Sosa y Gonzalo Musitu Ochoa, quienes recibieron el Premio de Investigación Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) 2010 por su estudio “Un Modelo Predictivo de la Violencia Escolar en Adolescentes”, en la categoría de Humanidades.

“Socialmente, el joven tiene un autoconcepto de que lleva buenas relaciones con los demás, se siente querido y valorado por los demás, pero esto no lo logra a través de conductas adaptativas, sino desadaptativas y disruptivas”, señala Villarreal González, profesora de la Facultad de Psicología de la UANL.

El estudio

En el 2008, los investigadores aplicaron a mil 285 jóvenes, de entre 12 y 17 años de edad, un instrumento creado por Musitu Ochoa de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla.

Encontraron que el 16 por ciento de los jóvenes evaluados manifestó tener conductas violentas en la escuela.

De acuerdo con los expertos, un alumno bully puede ejercer dos tipos de violencia en la escuela: hacia los objetos o hacia las personas.

Puede maltratar pupitres, pizarrones, paredes, materiales educativos o incluso los autos de los maestros; pero también puede molestar a sus compañeros.

Villarreal González indica que puede causar maltrato físico, como las peleas; verbal, como insultos o amenazas; psicológico, como el acoso; o social, al excluir a la víctima de los grupos.

“Hemos encontrado que mucho de lo que mueve a los jóvenes a realizar este tipo de conductas es una búsqueda de autonomía, de independencia, de aceptación social”, señala.

Pero la investigación permitió medir también cinco dimensiones de la autoestima: la familiar, la académica, la social, la emocional y la física.

“Si revisas todos los comportamientos violentos, lo que mueve a los muchachos es conseguir un elevado estatus social”, explica Villarreal González.

“De hecho, obtienen poder y dominación con sus compañeros. Se sienten justicieros, imponen sus leyes y normas sociales; desafían mucho a las autoridades y se oponen a los controles y normas que haya en los sistemas educativos”.

La importancia del ambiente

La autoestima social alta, reitera, es un factor de riesgo dependiendo del contexto familiar, escolar y social del joven.

“Regularmente en algunas investigaciones te dicen que el hecho de que el alumno esté inmiscuido en un ambiente escolar es un factor protector, pero no necesariamente”, comenta la también investigadora del Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias de la Salud de la UANL.

“Un alumno que está inmerso en un ámbito escolar, pero que no tiene expectativas académicas, que tiene bajo rendimiento escolar, que tiene problemas interpersonales, ese alumno va a tener problemas con conductas disruptivas”.La psicóloga señala que los jóvenes con alta autoestima involucrados en acoso escolar no tienen comunicación con sus papás.

“Hay poca empatía, de hecho, los padres ni siquiera saben lo que hacen o no hacen. Reportan que sus padres no se interesan por sus actividades”, agrega.

En el ámbito escolar, continúa, tienen bajas expectativas académicas, no les interesa asistir a la escuela y tienen bajo rendimiento escolar. Además, estos jóvenes viven en contextos sociales donde hay mucha violencia.

“En el barrio en el que viven ven violencia, pandillerismo o grupos que se involucran en conductas violentas”, explica.

El malestar sicológico

Otra variable directamente asociada a la violencia escolar, es el malestar psicológico.

“El malestar psicológico es aquel que está conformado por el estrés y la sintomatología depresiva”, explica Villarreal González.

“¿Quiénes muestran problemas depresivos? ¿Quiénes muestran estrés? Aquellos que tienen conflictos en la familia, quienes tienen problemas de comunicación con los padres, quienes tienen problemas en la escuela”.

Para Sánchez Sosa, la importancia de esta investigación, incluida en el capítulo 7 del libro Bio-Psycho-Social Perspectives on Interpersonal Violence (Nova Publishers), es que contempla factores contextuales y personales.

“Nosotros quisimos ir a un modelo explicativo que contemplara todas las variables”, destaca.

Y los tipos de violencia

De acuerdo con los expertos en la escuela se ejercen dos tipos de violencia:

– Hacia los objetos: Al maltratar pupitres, pizarrones, paredes, materiales educativos y hasta los autos de los maestros.

– Hacia las personas: Puede ser física (se manifiesta con peleas); verbal (se expresa con insultos o amenazas); psicológica (se pone a la vista a través del acoso) y social (se da al excluir a la víctima de los grupos).

Distintas esferas del autoconcepto

El estudio analizó las dimensiones relacionadas con la violencia; la social fue la más vinculada al acoso escolar:

– Social: Es la opinión que el adolescente tiene de las relaciones que establece con sus iguales.

– Académica: Opinión que el alumno tiene en relación a sus aptitudes académicas.

– Emocional: Es el concepto que tiene el alumno sobre sus propias emociones, el control que tiene de ellas.

– Familiar: Es la valoración que el adolescente tiene de cómo son las relaciones en casa con su familia.

– Física: Es la opinión que tiene en relación a las características físicas que él posee.

Andrea Menchaca