Skip to content
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

“No han leído nuestra literatura. Dicen que no hemos aportado nada a la civilización occidental ni somos parte de ella”, dice Rudolfo Anaya, autor sumamente reconocido y radicado en Albuquerque, Nuevo México, desde donde conversa por teléfono.

El comenta el tema de la Ley de Arizona HB228 que en el 2010

censuró en las escuelas su libro

“Bless me, Ultima” (junto con otros noventa) y a la par eliminó todos los programas de estudios étnicos del estado.

Considerado uno de los escritores de ascendencia mexicana de mayor influencia en los Estados Unidos, Anaya nació en Pastura, Nuevo México. Criado en el seno de una familia rural, aprendió el idioma inglés en la escuela pública donde estudiaba.

Premiado con un doctorado honorario de la Universidad de Albuquerque después de haber cursado estudios graduados en literatura, ha sido galardonado autor de novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro, guiones y poesía y profesor en el Departamento de Inglés y Literatura de la Universidad de Nuevo México desde 1974 (Profesor Emeritus a partir de 1993).

Con la publicación precisamente de “Bless Me, Ultima”, de la cual se han vendido más de 300,000 ejemplares y en homenaje a la cual el gobernador de Nuevo México este año le dedicó un día, se podría decir que surgió en este país la literatura chicana contemporánea como materia de estudios universitarios.

Como muchas otras obras de Anaya, la historia se centra en la identidad cultural explorada a través de las experiencias de un niño en Nuevo México en la década de los cuarenta. Sus temas tratan conflictos que le son familiares a toda persona que vive entre nuestros dos mundos: la cultura norteamericana contra la hispana, el catolicismo versus contra los ritos paganos, la sangre española contra la herencia indígena.

A través de la literatura, considera Anaya, se presenta la cosmovisión del chicano o mexicoamericano a su propia comunidad y al mundo en general. Declara con gran énfasis: “Sí tenemos una cosmovisión. La cosmovisión nuestra proviene de la civilización occidental y la religión católica.Tiene que ver con cómo nos relacionamos el uno con el otro, las reglas éticas del comportamiento y la relación con Dios o con una fuerza universal.

La influencia española es parte de esta visión mestiza del mundo, pero también se nutre en nuestra herencia mesoamericana y al igual ha sido influenciada por nuestros vecinos, como los pueblos Pueblo, Navajo, Apache, Ute”.

Anaya, además, afirma con gran fuerza que el folklore tiene una importancia fundamental en la cosmovisión y por ende la literatura: “Nuestra literatura y nuestros cuentos los trajeron los españoles a México y al sudoeste de este país. Pero los españoles no trajeron solamente material por escrito, sino todo un folklore. Aunque no tuviéramos literatura escrita, tendríamos el folklore. Todas esas historias que nos llegaron de la India, el Mediterráneo, España y México y que se nos han transmitido a través de las generaciones – esa es nuestra herencia. Aún muy aparte de los escritores y los estudiosos, cualquier trabajador en el campo tiene esa cosmovisión que le imparte su tradición oral”.

El autor explica que la lucha a favor de que se le diera su merecido reconocimiento a la literatura mexicoamericana comenzó ya desde la década de los sesentas: “Asumimos el término “chicano” y trasladamos nuestra tradición oral a la literatura y a la palabra impresa. Esto ya ha sucedido anteriormente, como el caso de los cuentos de los Hermanos Grimm, que se contaban oralmente, y luego cuando se inventó la imprenta, se volvieron literatura. Eso fue lo que hicimos como artistas chicanos”.

Más Anaya no sólo impulsó el movimiento de la literatura chicana, sino que rompió todas las reglas al escribir sus libros utilizando tanto el inglés como el español, lo cual sigue siendo un tema algo controvertido. Es natural, responde, ya que refleja la realidad y la identidad del mexicoamericano, que es a lo que tiene que dirigirse toda su literatura: “Hay que tener sentido de quien es uno”, dice Anaya, “sino estaremos como el protagonista de mi último libro, Randy López, quien aprendió a sobrevivir en el mundo gringo, pero algo le faltaba”.

Anaya concluye afirmando con gran pasión lo que quiere que se les diga a los jóvenes: “Como latinos tenemos una larga historia en lo que hoy es Estados Unidos. Estos son tus ancestros y los muchos idiomas que hablaban – ¡siéntanse orgullosos! ¡Y luego, a volar! ¡A lograr cualquier cosa que uno quiera lograr!