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Por Tim Gaynor

PHOENIX –

Ricardo, un indocumentado mexicano en Estados Unidos, sale todos los días antes del amanecer para trabajar como obrero de la construcción sin saber si volverá a casa junto a su esposa y sus tres hijos o si será capturado en una redada de agentes de inmigración.

Sin embargo, últimamente siente que el temor cede poco apoco.

Ricardo, de 46 años, es uno de millones de inmigrantes latinos que, al margen de su estatus inmigratorio, sienten un renovado optimismo esta semana debido a una nueva voluntad de los republicanos de considerar reformas para evitar alienar aún más a los votantes hispanos, que probaron ser clave en la reelección del presidente demócrata Barack Obama.

Algunos republicanos destacados han mostrado un distanciamiento de la postura única de aplicar la ley contra los indocumentados y el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo que “desde hace tiempo se necesita una postura abarcadora”.

“Cuando salimos (…) siempre es con temor de que no volvamos a casa”, comentó Ricardo desde un sillón en su apartamento en Phoenix junto a su esposa, Alicia, de 43 años.”Pero ahora puedes ver la luz al final del túnel”, agregó.

En una medida que aumentó el apoyo de votantes latinos, el gobierno de Obama declaró en junio que relajaría las reglas para deportación (a través de la acción diferida), de modo que muchos jóvenes indocumentados (conocidos como “dreamers”) que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños pudieran quedarse y trabajar en el país.

El domingo, el senador demócrata Charles Schumer dijo que él y el republicano Lindsey Graham acordaron reiniciar conversaciones sobre una propuesta que incluye un camino a la ciudadanía para indocumentados en el país, que suman cerca de 11.2 millones de personas.

Los hispanos y otros inmigrantes no habían escuchado palabras tan prometedoras desde que el ex presidente George W. Bush planteó una amplia reforma inmigratoria en 2007, que finalmente pereció en el Senado.

Los latinos son la mayor minoría y el grupo demográfico de mayor crecimiento en Estados Unidos, sumando un 10% del público votante en las elecciones de la semana pasada, superior al 8% que conformaban en 2008, según el Centro Hispano Pew.

Ellos también respaldaron en su mayoría a Obama, que obtuvo cerca del 66% de los votos emitidos por los hispanos, según datos de Reuters/Ipsos, más o menos en línea con el porcentaje total de hispanos que votaron por él hace cuatro años.

Pese a que algunos republicanos han expresado su disposición a considerar una reforma migratoria, otros, incluyendo a la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer, se han opuesto al gobierno de Obama en lo que respecta a política migratoria y han resistido dichos llamados.

Brewer, en cuyo estado es obligatorio que la policía revise el estatus migratorio de cualquier persona a la que detengan y de la que se sospeche que se encuentra ilegalmente en el país, advirtió en un comunicado en contra de apresurarse “a una ‘solución’ que sólo empeore las cosas”.