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Por Matt Spetalnick

WASHINGTON –

A sólo dos semanas de su nueva asunción, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, actúa como si creyera que tiene una gran tarea por realizar en su siguiente mandato. La última señal de ello: su decisión de desafiar una campaña concertada contra su elección del secretario de defensa.

El presidente demócrata, reelecto en noviembre, reveló un enfoque más combativo durante el drama del “abismo fiscal” a fin de año, explotando la desorganización de los republicanos que subrayó la disfunción legislativa de Washington.

Obama también mostró una estrategia de “mano dura” en su determinación para impulsar el control de armas tras la masacre perpetrada por un hombre armado en una escuela en Newtown, Connecticut.

Las acciones reflejan la creciente confianza de un presidente que ahora se siente más libre para pararse frente a un nuevo Congreso. Su primer mandato estuvo marcado por quejas de sus bases liberales acerca de que había sido demasiado conciliador con los republicanos.

Algunos críticos dicen que Obama afronta el riesgo de extralimitarse en un momento en el que debería estar construyendo lazos con los republicanos para resolver el próximo enfrentamiento presupuestario.

La última maniobra firme de Obama se produjo el lunes, cuando nominó a Chuck Hagel para el cargo de secretario de defensa y generó una lucha por su confirmación en el Senado. Muchos críticos han atacado al ex senador republicano por su historial sobre temas como Israel e Irán.

La negativa de Obama a complacer a los opositores de Hagel, entre ellos grupos pro-Israel, figuras neoconservadoras y algunos republicanos, indicó que el presidente no permitirá que un candidato a un alto cargo en el Gabinete descarrile de nuevo.

Susan Rice, la embajadora ante Naciones Unidas elegida por Obama, perdió la consideración para secretaria de Estado el mes pasado tras haber recibido duras críticas de los legisladores republicanos por su accionar en el ataque ocurrido en septiembre contra una misión diplomática estadounidense en Bengasi, Libia, en el que asesinaron al embajador de Washington.

Un ex aliado de Obama habló en condición de anonimato y dijo que esta era una oportunidad para fijar una marca clara del segundo mandato: “Ya no hay más Sr. Buen Tipo, no hay más facilidades”, como un mensaje para amigos y enemigos políticos.

La Casa Blanca confía en que Hagel puede capear la tormenta y obtener la confirmación en un Senado liderado por los demócratas. Las nominaciones presidenciales para cargos destacados de seguridad raramente son denegadas.

Pero el estratega republicano John Feehery dijo que Obama estaba haciendo una apuesta que podía salirle mal, en especial a la luz de la resistencia de los propios demócratas para con Hagel, un republicano moderado y disidente.

“El presidente está apostando un gran porcentaje de sus fichas”, señaló Feehery. “Los presidentes a veces tienden a exagerar sus mandatos. La pregunta es si ése es el caso ahora”.

La nominación de Hagel llega tras un acuerdo de Año Nuevo que impidió la calamidad económica cuando los legisladores acordaron detener la aplicación de grandes aumentos tributarios y recortes de gasto público.

El acuerdo significó una victoria para Obama, quien antes de la elección había prometido solucionar los problemas presupuestarios en parte con aumentos de impuestos para los estadounidenses más ricos. Sus opositores republicanos se vieron obligados a votar contra un precepto de su fe conservadora.

Obama y el Congreso deben acordar para fines de marzo sobre un incremento de 16,4 billones de dólares para el techo de la deuda estadounidense, el destino de 85.000 millones de dólares de recortes de gasto postergados y la aprobación de un proyecto de ley para financiar el Gobierno tras el final de la medida temporaria.

Obama prometió no negociar por el techo de deuda y exigió que el Congreso lo eleve sin contratiempos. Sus aliados creen que la opinión pública culpará a los republicanos -y no a Obama- si la nación se ve forzada a entrar en cesación de pagos de deuda, lo que según el presidente sería “catastrófico” para la economía mundial.

De todos modos, la postura severa de Obama en la próxima ronda de obstáculos fiscales también podría limitar su capacidad para impulsar otras prioridades legislativas, como la reforma de inmigración y el control de armas.

El presidente también está mostrando señales de que asumirá una línea dura sobre asuntos de guerra y paz. Esta semana se reunió con el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, y se espera que presione por inmunidad judicial como condición para permitir que un pequeño contingente de tropas estadounidenses continúen en el país de Oriente Medio tras el retiro del 2014.