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Manifestantes protestan en contra de la propuesta a la reforma migratoria el martes en Washington, D.C. l Drew Angerer/Getty Images
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Manifestantes protestan en contra de la propuesta a la reforma migratoria el martes en Washington, D.C. l Drew Angerer/Getty Images
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Por Marc Arcas

Washington – Centenares de trabajadores poco cualificados, muchos de ellos afroamericanos, marcharon este martes por las calles de Washington, DC, para protestar contra la propuesta de reforma migratoria aprobada en junio por el Senado, dado que, a su juicio, ésta conllevará una bajada generalizada de los salarios.

De salir adelante la reforma tal y como la contempla el texto del Senado, los once millones de inmigrantes indocumentados que se calcula que residen en EEUU verían legalizada su situación, por lo que accederían al mercado laboral como miembros de pleno derecho, sin las restricciones que encuentran actualmente.

“Más trabajadores significa salarios más bajos. Así es como funciona el libre mercado”, se dirigió a la multitud concentrada en las inmediaciones del Capitolio el senador republicano por Alabama Jeff Sessions, quien aseveró que rechazará “cualquier medida” que pueda derivar en una reducción de salarios a la clase trabajadora.

El temor de los trabajadores poco cualificados y de parte de la comunidad afroamericana (apoyados por algunos sectores del Partido Republicano como el Tea Party) es que el incremento repentino de mano de obra que derivaría de la legalización pudiese repercutir negativamente sobre sus intereses.

“Vivimos unos años de paro crónico en los que no tenemos bastantes trabajos para los propios estadounidenses”, aseguró el senador Sessions.

La tasa de paro se situó en junio en un 7.6%, una cifra que, pese a ser ligeramente inferior a las registradas en los últimos tiempos, sigue estando muy por encima de las medias de 4 ó 5 % que se registraban en los años previos al estallido de la burbuja hipotecaria en 2008 y la crisis económica que la sucedió.

Organizada por la Alianza del Liderazgo Afroamericano (BALA por su sigla en inglés), la marcha de contó con numerosos participantes blancos y negros, desplazados a la capital desde distintos estados del país para hacer llegar al Congreso y a la Casa Blanca su disconformidad con la reforma.

“No estamos en contra de la inmigración, pero defendemos nuestros intereses como es natural. Los trabajos que se ofrecen en EEUU deben ser, en primer lugar, para los ciudadanos estadounidenses, puesto que para ello hemos luchado durante años”, indicó a Efe Nestor Hunt, desempleado residente en Tennessee.

Bajo multitud de banderas estadounidenses y carteles en los que se podía leer “Debemos evitar la amnistía” o “Haced cumplir las leyes migratorias”, los centenares de trabajadores poco cualificados reunidos ante el Capitolio escucharon respetuosamente el himno nacional, al que sucedieron los discursos de políticos y personalidades afines a la causa.

“No os sirváis de la gente pobre y de los negros para lograr vuestros réditos políticos”, espetó a los congresistas el reverendo Jesse Lee Peterson, religioso y activista afroamericano de Los Ángeles (California), en alusión al interés de demócratas y republicanos por ganarse el voto hispano.

“El Congreso debe legislar de acuerdo con el interés de los ciudadanos estadounidenses y no de grupos de presión formados por no ciudadanos”, recalcó Lee.

Con la propuesta de reforma migratoria del Senado aprobada a finales de junio, la pelota se encuentra ahora en el tejado de la Cámara de Representantes -controlada por la mayoría republicana-, de donde deberá salir otro texto que permita avanzar en ambas cámaras hacia una ley definitiva.

Sin embargo, los congresistas presentes en la marcha, todos ellos republicanos, aseguraron que en ningún caso asumirán el texto del Senado como punto de partida para las negociaciones en la Cámara, al rechazar frontalmente uno de sus pilares fundamentales: la legalización de los indocumentados.

“La amnistía es perdón y, además, un premio por saltarse la ley”, indicó el representante republicano por Iowa y miembro del Tea Party Steve King, quien dijo que apoyan la reforma “los políticos que quieren ganar votos de la manera más fácil” y “los empresarios que contratan a inmigrantes porque les salen más baratos que los estadounidenses”.