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Por Manuel Pérez Bella

RÍO DE JANEIRO –

La samba, los redobles de batería, los conciertos multitudinarios y las fiestas electrónicas se han convertido en el pan de cada día de la Iglesia Católica en Brasil, que busca rejuvenecerse y evitar el éxodo de fieles en vísperas de la visita del papa Francisco.

Los mayores exponentes de este movimiento son los sacerdotes cantantes Marcelo Rossi, Fabio de Melo y Reginaldo Manzotti, que han convertido la lista de discos más vendidos en Brasil en una auténtica guerra de sotanas.

El pionero y más mediático es Rossi, cuyo rostro amable y su sonrisa diáfana le ayudan a congregar a cientos de miles de fieles en sus conciertos y han permitido que su fama traspase las fronteras de Brasil.

Rossi ha vendido 12 millones de copias de sus CDs y DVDs, 8.2 millones de unidades de su libro “Ágape” y ha actuado en dos películas de temática católica, que fueron un éxito en taquilla, según sus propios datos.

Los padres Rossi y De Melo se repartieron de forma alterna el liderazgo de la lista de ventas en cinco ocasiones desde 2006, con las únicas excepciones de 2010 y el año pasado, cuando fueron desplazados por cantantes no religiosos, como Roberto Carlos o Luan Santana.

El año pasado ninguno llegó a lo más alto, pero tres CDs católicos se colaron entre los diez más vendidos: dos de Rossi –”Ágape Musical” (quinto) y su versión en directo (tercero) – y “Paz e Luz” (décimo), de Manzotti.

El último en sumarse a la terna de cantantes, Manzotti es un cura más atrevido, que imprime ritmo a sus conciertos con buenas dosis de percusión y hace duetos con cantantes famosos de samba y de “sertanejo”, el equivalente brasileño del “country”.

Los números abrumadores de los curas cantantes se explican en parte por el tamaño de Brasil, un país con 125 millones de católicos, de los que 15 millones son acólitos del movimiento carismático, la vertiente de la iglesia de Roma que incorpora elementos pentecostales, como las palmas o la música gospel.

“Los padres cantores no son más que el producto de una experiencia pentecostal dentro de la Iglesia Católica”, explicó a Efe la guatemalteca Brenda Carranza, profesora de antropología teológica de la universidad Pontificia Universidad Católica (PUC) de Campinas (Sao Paulo).

Según Carranza, la proliferación de estos sacerdotes cantantes no es una reacción a la ascensión de las iglesias evangélicas a costa del catolicismo puesto que “ambos (credos) beben de las mismas fuentes, de la cultura gospel”.

La fórmula del éxito, que comparten con otros famosos cantantes evangélicos, es mezclar la música con “pequeñas cápsulas teológicas”, un discurso corto que “despierta emoción” en el público y deja de lado la reflexión típica del mensaje católico tradicional.

El movimiento carismático recientemente ha roto otra frontera, la de la pista de baile y la música electrónica, en fiestas comúnmente conocidas como “cristotecas”, que se suelen organizar en iglesias de los barrios pobres de las grandes ciudades.

El origen de estas fiestas se remonta a 2003, por obra de los sacerdotes Antonnelo y Joao Henrique, que instituyeron una misión de evangelización bajo el nombre “cristoteca”, hoy marca registrada de la Comunidad Alianca de Misericordia de Sao Paulo.

“Las ‘cristotecas’ se apropian de lugares de diversión donde el diablo puede estar presente” en forma de alcohol, tabaco y sexo, según Carranza, autora del libro “Catolicismo Mediático”.

“Los jóvenes no se contentan únicamente con misa y rosario, tienes que hablarles con el mismo lenguaje. Los atraes por la música, les pones en el mismo ambiente y en vez de alcohol, les sirves jugo, sólo les dejas agarrarse de la mano y en vez de músicas enloquecidas en inglés, tocas músicas católicas”, relató Carranza.

El productor y DJ André Jordao dijo a Efe que estas fiestas han servido para que el mensaje de Dios “haya tocado en varios corazones” descarriados.

“Tenemos testimonios de personas que estaban alejadas de Dios, que frecuentaban bailes seglares y al participar en la ‘cristoteca’ volvieron a Dios por participar de ese momento, por sentirse tocados por la palabra de Dios y por el mensaje que viene de la música house, techno o funk”, aseveró.