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CHICAGO – Durante una serie de actividades en Chicago y el resto del país, quienes apoyan una reforma migratoria le pusieron presión al Congreso federal y pidieron al presidente Barack Obama que le baje a las deportaciones.

María Sánchez dijo el sábado en un evento contra las deportaciones que cuando su hijo Octavio Nava fue deportado meses atrás no pudo despedirse o darle un abrazo.

Lourdes Moreno compartió en el mismo rally que aunque está en proceso de deportación no dejará que la separen de sus hijos, y Aníbal Fuentes, quien está situación similar, señaló que no se imaginó que los agentes que los detuvieron fueran oficiales de inmigración porque vestían chalecos en los que sólo se leía Policía. Fuentes recibió una extensión de seis meses.

Esos fueron algunos de los testimonios que participantes compartieron durante el “National Coming Out of the Shadows” y que fue una de las actividades a nivel nacional para hacerle ver al presidente Obama que “dos millones de deportados son demasiados”.

Según el Buró de Vigilancia de Inmigración y Aduanas (ICE), en el año fiscal 2013 fueron deportados 368,644 indocumentados. Fue el primer año a la baja desde 2008; anteriormente, la cifra de deportaciones aumentó año tras año.

Reportes anuales de ICE indican que esa agencia deportó en 2008 a 369,221 inmigrantes; en 2009 a 389,834; en 2010 a 392,862; en 2011 a 396,906; y en 2012 a 409,849. Según esa agencia, la mayoría de los deportados eran criminales.

Sin embargo, María Pérez dijo a una estación local que su esposo no era un criminal cuando fue arrestado en octubre y luego deportado.

“Mi esposo fue un (deportado) de más. Tenemos dos millones (de deportados) que ya son demasiados. Alto a las deportaciones”, pidió Pérez.

Precisamente esas dos millones de deportaciones le valieron al presidente Obama que el representante federal Luis Gutiérrez (D-IL) y Janet Murguía, presidenta del Concejo Nacional La Raza (NCLR), lo calificaran de “Deporter in chief”.

Según Gutiérrez al decir que el presidente puede hacer algo más para reducir las deportaciones no quiere decir que el líder de la Cámara Baja, el Partido Republicano u otros no tengan responsabilidad.

“Los republicanos de la Cámara de Representantes se sientan sobre sus manos y culpan a otros, incluido el presidente, y no hacen nada por pasar una reforma migratoria seria”, indicó Gutiérrez.

Murguía, por otro lado, reconoció que no todo puede resolverse con medidas administrativas porque son “limitadas” y “temporales”.

“Sólo el Congreso puede pasar una solución amplia, inclusiva y perecedera, y habrá consecuencias políticas si la Cámara Baja no actúa”, advirtió Murguía.

Las declaraciones de ambos vinieron luego de que los senadores Dick Durbin (D-IL), Robert Menéndez (D-NJ) y Tom Harkin (D-Iowa) pidieron al presidente usar su poder ejecutivo para detener las deportaciones de inmigrantes con lazos familiares cercanos a estadounidenses.

La presión al Congreso y al presidente continúa esta semana con actividades en Chicago y Texas.

En Chicago, activistas y familiares dan la bienvenida el lunes en Casa Michoacán a inmigrantes, quienes inician su regreso a Estados Unidos como parte de la campaña “Bring Them Home”.

En Arlington, Texas, miembros del grupo “Fast for Families” y otros activistas visitan el martes a legisladores republicanos para abogar por la reforma migratoria.

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