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Por años los vendedores ambulantes de Chicago, mexicanos en su mayoría, se han quejado del acoso de las autoridades sanitarias y de la Policía, y han intentado sin éxito legalizar su situación. Ahora que ya se presentó una propuesta ante el Concejo Municipal, la idea parece no ser del agrado de todos, pues algunos temen que se les desplace al no poder cubrir los requisitos para obtener una licencia.

Raimundo Piñarrieta tiene 23 años en el negocio como ambulante. En sus carritos ofrece “ricos diablitos, agua de alfalfa, tamales oaxaqueños y champurrado”, entre otros antojitos. El comerciante de Pilsen dice que le encuentra “varios peros” a la propuesta para reglamentar a los vendedores ambulantes de Chicago.

Frente a sus dos carritos de acero inoxidable, colocados frente a su casa sobre banquetas lavadas, Piñarrieta dice que los ambulantes están mejor sin ser reglamentados. Lo mejor, dice, es “no moverle” al asunto “o saldremos perdiendo”.

Tras analizar la medida, señala que teme que muchos vendedores tendrán que dejar la actividad si ésta es aprobada. Según Piñarreta, las ganancias son pocas y la mayoría “no podrían desembolsar todo el dinero que se necesitará para acatar las exigencias de la ordenanza”.

Augusto Aquino, promotor de la medida y presidente de la Asociación de Vendedores Ambulantes (AVA), coincide hasta cierto punto con Piñarrieta y dice que el que crea que el negocio no le da lo suficiente para acatar la medida “que deje de vender”.

Aquino señala que “ésto no es un jardín de flores”, que el que quiera legalizar su carrito debe invertir tal como lo hace cualquiera que quiera establecer un negocio en la ciudad.

La propuesta para reglamentar a los ambulantes fue presentada en el Concejo Municipal la semana pasada por el concejal Roberto Maldonado (D-26) y requeriría que los ambulantes cambien sus carritos -la mayoría de madera- por carros de acero inoxidable; que éstos sean almacenarlos en depósitos cerrados para evitar contaminación de roedores, les prohíbe a los ambulantes, ya sean eloteros, tamaleros o taqueros, cocinar en casa, y les otorgaría una licencia anual por $100.

La propuesta impulsada por AVA, organización que representa a unos 1,500 vendedores, fue escrita en colaboración con el Institute for Justice Clinic on Entrepreneurship (IJCE) de la Escuela de Leyes de la Universidad de Chicago, la cual apoya el desarrollo de pequeños empresarios.

La institución considera que ya es hora de dar una oportunidad a esos comerciantes “de bajos recursos de emprender un pequeño negocio y alcanzar sus sueños”, según Elizabeth Kregor, directora de IJCE, quien mencionó que como miembros de Street Vendors Justice Coalition, participaron en el diseño del plan, formularon la propuesta para el Concejo Municipal y cabildean para lograr que se apruebe.

Piñarrieta, quien comentó que desde que tenía 7 años de edad es vendedor ambulante, considera que en promedio los ambulantes ganan entre $50 y $60 al día, y que si la propuesta se convierte en ley muy pocos podrán comprar un carrito impermeable que cuesta alrededor de $5,000.

“Hay familias que tienen tres o cuatro carritos y les sería muy difícil cambiarlos a ese precio”, dijo Piñarrieta, quien desde hace más de dos décadas vende en Chicago, y dice que en sus dos carritos de acero inoxidable tiene invertidos más de $5,000.

La empresa Candy Concepts Inc. ofrece en su sitio web un Classic New Yorker Hot Dog Cart de acero inoxidable por $4,259, según la descripción, el carrito -muy parecido al tipo de carros de los que habla la propuesta- cuenta con refrigerador, espacio para cientos de perros calientes, lugar para 65 bebidas, lavabo, lugar para almacenar alimentos secos y una sombrilla. La empresa ofrece financiamiento con pagos mensuales de $118.

Aquino, líder de los ambulantes de AVA, coincide en que el precio de los carritos es de varios miles, sin embargo propone negociar con fabricantes para que bajen el costo si los compran en grandes cantidades. “Hasta podríamos negociar comprar a crédito”, ofreció.

Pero para Piñarrieta, quien instala sus dos carritos ambulantes a las 7:30 am y los retira 12 horas después, hay otros factores negativos en la propuesta, como el hecho de tener que cocinar en establecimientos con licencia sanitaria, como las de iglesias o restaurantes.

“No hay un lugar que tenga tantas estufas como las que se puedan necesitar. No hay una iglesia que tenga cien estufas para los vendedores del barrio. Ya sea restaurante o iglesia, los vendedores deberán pagar por usar los espacios y eso va a estar muy difícil porque todos van a querer cocinar a la misma hora, y eso va a ocasionar muchos problemas entre los vendedores”, indicó Piñarrieta, de 71 años, quien comentó que su residencia está bien acondicionada para lavar y guardar sus dos carritos en el garaje.

Y también contó que una vez que cierra, se pone a cocinar tamales con la ayuda de su esposa María, de 60 años; en la cocina de su casa la cual dice, ha acondicionado con el paso del tiempo.

“En mi casa todo está limpio, la clientela confía en nosotros, vienen a buscarnos de los suburbios, de otros estados, saben que tenemos higiene”, mencionó el comerciante.

Si la propuesta pasa, los ambulantes perderían mucho tiempo “acarreando todo lo que necesitan para cocinar, y empujando el carrito para ir a guardarlo a un depósito”, agregó Piñarrieta, “hay muchos vendedores que no manejan ni tienen carro para hacer todo eso”.

“Esto no es ‘enchilame otra’, deben analizar bien lo que proponen”, añadió el vendedor ambulante. “¿Y en el invierno? Cuando no hay ventas hay que seguir pagando la renta para mantener el carrito guardado. ¿Cuánto va a quedar de ganancia si hay que pagar renta del lugar, luz y agua?”, pregunta Piñarrieta.

Aquino, el líder de los ambulantes, dijo que no todo será tan severo, que los comerciantes pueden coordinarse para alquilar un garaje o lugar seguro, cerrado y limpio cerca de sus puntos de venta, “incluso pueden comprar un garaje portátil y mantenerlo bien cerrado en casa”, indicó.

Maldonado consideró que la propuesta exigirá estándares mínimos y sugirió que los vendedores consideren la compra de un carrito nuevo “como una inversión, algo que a la larga van a recuperar”.

El concejal agregó que el asunto de la cocina podrán solucionarlo comprando los tamales hechos en lugar de cocinarlos ellos mismos. Y dijo que el espíritu de la medida es beneficiar a consumidores, ambulantes y hacer de Chicago una urbe que ofrezca opciones de comida a sus visitantes y residentes.

También el consumidor pagará parte de la factura, consideró Piñarrieta, ya que la medida indudablemente aumentará el costo de los productos, “y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, porque todos perdemos”, el consumidor deberá pagar más por comerse un elote, un chicharrón o un agua fresca, agregó.

Piñarrieta cree que todo aumentará entre .50 y $1, “probablemente muchos preferirán comprar elotes en el supermercado y cocinarlos en su casa y dejarán de comprarle al ambulante”. Si aprueban la propuesta “saldrían beneficiados los supermercados que ya venden la fruta picada en charolitas”, indicó Piñarrieta al momento que abría la puerta de su casa y mostró su refrigerador comercial, del cual sacó cuatro piñas gigantes y algunos mangos petacones, amarillos, “de primera calidad”.

La gente que se dedica a esto es porque no tiene papeles, dependen de este trabajo, la ley los estaría obligando a dejar de vender, añadió.

Aquino, líder de los ambulantes, no vende en un carrito, vende fruta entera en un tianguis, y comentó que aunque muchos no están de acuerdo con la medida, “todos tendrán que obedecer el reglamento” y añadió que “los que quieran seguir en el negocio deberán hacer el esfuerzo de cumplir”.

El líder de AVA también dijo que muchos quieren ganancias sin pagar impuestos, ni pagar licencia, “el negocio da para pagar todo eso. Hay eloteros que ganan entre $210 y hasta $250 al día, y el que crea que no se puede, pues que dejen de vender y que se dediquen a otra cosa”, dijo.

Aquino agregó que ya son muchos años tratando de reglamentar a los ambulantes y que la finalidad es trabajar responsablemente y sin acoso de las autoridades, y disminuir el número de comerciantes clandestinos.

Con la medida, los vendedores deberán usar maya en el cabello, guantes desechables y buscar sanitarios entre los comerciantes establecidos para cubrir sus necesidades. “Hasta podemos pagar un sanitario portátil para que pase por los carritos varias veces al día”, propuso Aquino.

Y respeto al alza en el costo para el consumidor, AVA dijo que sí, que el precio subirá, pero “muy poquito”, la ventaja sería que el precio sería uniforme en todos los puestos y la competencia sería justa.

El presidente de AVA dijo que una vez aprobada la medida los ambulantes podrían organizarse en una cooperativa y comprar los productos en grandes cantidades y pagar menos por frutas, delantales o guantes.

El concejal comentó que está en busca del apoyo de sus colegas para conseguir los votos que necesita. Mencionó que no sabe cuánto tiempo podría tomarle eso.

Por lo pronto la propuesta será discutida en el Comité de Licencias del Ayuntamiento a mediados de junio.

Mientras cada vendedor mantenga su carro limpio e higiene en su persona, “no necesitamos representación ni ninguna ordenanza”, comentó Piñarrieta, quien criticó a los ambulantes que venden comida recalentada, hacen sus necesidades en los callejones y no se preocupan por la limpieza.