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CHICAGO

– Para Sabino Pineda, ser indocumentado es una situación que le ha costado el trabajo y enfrentar la discriminación, pese a ello declaró ante decenas de personas que no tiene documentos.

Pineda, de 43 años, fue parte de un grupo de inmigrantes indocumentados que “salieron de las sombras” y expusieron el sábado su situación migratoria en el centro de Chicago como parte de la manifestación anual “undocumented, unafraid, and unapologetic” por una reforma migratoria.

Pineda indicó que en una ocasión fue a reportar un robo, pero como no tenía una identificación o licencia de conducir fue hostigado por los oficiales.

“Fui a buscar justicia, y lo que encontré fue discriminación”, dijo Pineda a los reunidos en la Plaza Federal de Chicago, en el evento que viene realizando el grupo

Comunidades Organizadas Contra las Deportaciones

(OCAD) desde el 2010.

Al coro de: “Queremos reforma migratoria ahora”, los manifestantes portaban una manta gigante que decía: “Faltan siete millones de personas, y yo soy uno de ellos”.

El rally en está ocasión se enfocó en aquellos indocumentados de Chicago que serán excluidos de las órdenes ejecutivas del presidente Barack Obama,

DACA

extendido y

DAPA

.

Según los organizadores, “al tiempo que las cortes mantienen como rehén las acciones del presidente, casi siete millones de personas a nivel nacional seguirán excluidas de cualquier forma de alivio migratorio”.

“En el Condado de Cook, un 52% de inmigrantes indocumentados no calificará para el alivio, de acuerdo con datos del instituto de Política de Migración (MPI), eso es más de la mitad de la población indocumentada”, indicaron los organizadores en un comunicado.

Rosi Carrasco, una miembro de OCAD, es un ejemplo de esa situación, ya que mientras sus dos hijas recibieron el alivio temporal bajo DACA, ella no es elegible para el programa.

Carrasco dijo al diario Chicago Tribune, que no debemos dejar que nos dividan entre quien merece (ser elegible para el alivio), y quien no”.

Martha Ávila, de 30 años, fue a pedir por su esposo, quien fue detenido por autoridades migratorias hace dos meses cuando regresaba del trabajo a su casa.

Ávila dijo al Tribune que su esposo “no es un criminal. Es un buen padre y esposo”.

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