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El lunes, el alcalde Richard Daley pasará a ser un ciudadano común luego de desempeñarse en el cargo por 22 años.

Alabado en ocasiones y criticado en otras, Daley dice que se retira feliz porque disfrutó cada minuto del “mejor trabajo en Estados Unidos”.

Daley, de 69 años, se retira mientras su esposa Maggie lucha contra el cáncer, cuando una de sus hijas servirá en la administración de su sucesor Rahm Emanuel, y mientras se cuestiona la participación de un sobrino en una muerte tras una riña afuera de un bar de Chicago.

Daley será recordado como uno de los alcaldes más ambiciosos para transformar Chicago, cuyos planes para mejorar la ciudad que dice amar no siempre correspondieron a su alcance.

Será recordado por su esfuerzo por la conservación del centro de la ciudad y consolidar la reputación de Chicago como una bella ciudad a la orilla del lago, mientras fomentó el desplazamiento en ciertos barrios.

Durante su mandato, mantuvo puño de hierro en el Consejo Municipal. Fue raro ver votos en contra a cualquiera de sus presupuestos u ordenanzas.

El consejo no respaldó a Daley en dos ocasiones en los últimos años -una vez porque vetó el aumento al salario mínimo necesario para subsistir holgadamente para los trabajadores de grandes almacenes, y cuando anuló la prohibición del consumo de paté de ganso.

“Fue un maestro de la infraestructura”, comentó en concejal George Cárdenas (D-12). “Construyó escuelas, bibliotecas, estaciones de Policía y de Bomberos; no hizo todo lo que se necesita, pero deja un gran legado”, indicó.

El alcalde Daley también viajó por el mundo promoviendo Chicago como sede de los Juegos Olímpicos, pero la comunidad internacional rechazó la candidatura.

Y aunque es considerado un político con un enfoque ambiental, no fue capaz de poner en marcha un programa de reciclaje en toda la ciudad.

Uno de los escándalos más sonados de su administración fue el de contrataciones municipales a cambio de favores políticos, acerca de lo cual dijo no estar enterado.

Se le acredita haber mantenido el control político utilizando la diversidad de Chicago para extender su influencia en lugar de aislar a los grupos raciales y étnicos al igual que lo hizo su difunto padre, Richard J. Daley, ex alcalde de Chicago.

Fue su padre quien lo mandó a Springfield, primero como delegado a la convención de 1970. Ahí es donde Michael Madigan, el poderoso presidente de la Cámara baja de Illinois, fue asignado por Richard J. Daley, para mantener un ojo sobre el joven Daley, que en 1972 fue electo para el Senado estatal.

Los primeros años de Daley en Springfield fueron marcados por un estilo arrogante que reflejaba el poder de su padre. La muerte de éste en 1976 lo debilitó, pero empezó a crecer políticamente por su cuenta.

En 1980 se postuló para fiscal estatal del Condado de Cook, derrotando a Ed Burke, (actual concejal D-14). Daley ganó dos reelecciones en el cargo.

La muerte del primer alcalde afroamericano, Harold Washington, sólo meses después de ganar la reelección en 1987, obligó a elecciones especiales en 1989. Daley derrotó a Eugene Sawyer en la primaria, y a Tim Evans en la general.

Entonces, Chicago era todavía presa de la división racial política, pero Daley pudo sentar las bases para ampliar su base política más allá de los blancos.

A medida que la población latina de la ciudad creció, sus principales asesores políticos le ayudaron a crear la Organización Democrática Hispana (HDO) para respaldar al alcalde y sus concejales aliados. HDO cayó cuando fiscales federales atacaron esa maquinaria que beneficiaba políticamente a funcionarios a cambio de contrataciones, entonces la popularidad del alcalde sufrió, pero nunca fue acusado.

“Como alcalde, hay que tratar con los problemas del día a día y a la vez ver hacia el futuro”, ha dicho Daley, quien desarrolló una ciudad turística con la renovación de Navy Pier, la ampliación de McCormick Place y el desarrollo del museo Field, el acuario Shedd y el planetario Adler, y en 2004 el parque Millennium, y se encuentra en curso la ampliación del Aeropuerto Internacional O’Hare.

Tuvo logros y fracasos. La falta de vivienda asequible fue en su gestión una queja constante.

En cuanto a educación, Daley refrendó siempre su compromiso con el tema e invirtió gran parte de su energía en reformar el sistema educativo, creó las escuelas especializadas, desafió al sindicato de maestros y creó los consejos escolares locales para dar a los padres más participación en las decisiones de las escuelas de sus hijos.

Para Gema Gaete, activista comunitaria quien estuvo en huelga de hambre para lograr que se contruyera una secundaria en La Villita, la administración de Daley ha sido fatal en el tema educativo. “Inició la privatización de la educación y no ha respondido a las necesidades de los barrios como lo ha hecho en el centro de la ciudad”.

Pero para otros como, el concejal Daniel Solís (D-25), aunque aún hay necesidades escolares, el Plan 2010 del Alcalde para mejorar la educación ayudó a combatir la sobrepoblación escolar “sobre todo en la comunidad latina”.

lespinosa@tribune.com

Con información de Chicago Tribune