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Por Dan Petrella*

CU-CITIZENACCESS

Hace dos años, José Rodríguez y sus hijas dejaron Ibague, Colombia, y se dirigieron al norte de Champaign.

Vinieron siguiendo a la madre de las niñas, de quien Rodríguez está separado. Ella vino una década antes, tras conseguir un trabajo, se naturalizó estadounidense y patrocinó a Rodríguez, de 38 años, y a sus hijas, de 15, 12 y 7. Al igual que su madre, las niñas y Rodríguez se han asentado en el parque de casas rodantes Shadow Wood.

“Me gusta que es muy cómodo aquí”, dijo Rodríguez.

Es fácil pasar por alto el parque de 265 unidades, ubicadas entre la Market Street y la Canadian National Railway, justo al sur de la Interestatal 74.

En las últimas dos décadas, esta área sufrió cambios dramáticos. Pasó de tener una mala reputación a ser relativamente tranquila y segura. Durante la última década, la tasa de pobreza aumentó a 41 por ciento, según cálculos recientes del Censo.

Pero quizá el cambio más notable es la ola de residentes hispanos que se mudaron allí en los últimos 20 años.

En 1990, alrededor de una docena de los más de 600 residentes de Shadow Wood eran hispanos, según el Censo. Hoy en día hay 850 residentes y unos 600 de ellos -más del 70 por ciento- son hispanos, según el Censo 2010.

El aumento fue particularmente dramático desde 2000. Mientras que la población total del barrio aumentó en menos del 50 por ciento, la población hispana se cuadruplicó.

La zona ahora representa alrededor del 12 por ciento de la población hispana de la ciudad y cerca del 6 por ciento del Condado de Champaign; el doble que en 2000.

Los retos persisten

A pesar de las mejoras, Shadow Wood enfrenta retos.

Muchos residentes están aislados de los vecinos de fuera del parque por las barreras del idioma y la falta de servicios públicos, dijo el reverendo Eugene Barnes, quien dirige los centros Metanoia, una organización comunitaria asentada pocas cuadras al sur.

“No es que haya una actitud de autoexilio en Shadow Wood”, dijo Barnes. “A ellos les encantaría ser parte de lo que pasa en la comunidad”, añadió.

La falta de instalaciones públicas, tales como un centro comunitario, es uno de los temas abordados en un plan a largo plazo en Champaign para revitalizar Shadow Wood y dos comunidades adyacentes.

Mary Blue, gerente del parque, dijo que muchos hispanos de clase obrera fueron atraídos por Shadow Wood en los últimos años debido a lo seguro y asequible. Los residentes compran sus casas y alquilan el lote en el que se asientan por $ 222 al mes.

La familia de Heidi Zavaleta fue una de las primeras.

Zavaleta, de 31 años, se mudó hace 10 años y ha trabajado en la oficina durante los últimos tres años. Ella y su esposo Juan Ramos, cocinero en el Country Club de Champaign, decidieron mudarse allí porque es un lugar asequible para poseer una casa.

“Quería tener mi propio espacio”, dijo Zavaleta, originaria de México y madre de dos hijos. “Es un buen barrio”.

El aumento dramático en la población hispana es en gran parte el resultado de referencias hechas boca a boca. Cuando los hogares están a la venta, los residentes se lo comunican a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, comentó Blue.

“Creo que hacemos un buen trabajo si recibimos una gran cantidad de referencias”, indicó Marc Lofman, quien compró el parque en 2004 por $3 millones a Warren Huddleston.

Lofman ha estado en el negocio de viviendas fabricadas desde 1995 y dijo que decidió comprar Shadow Wood porque era un barrio que mejoraba.

Inseguridad, cosa del pasado

Sin embargo, no siempre fue así.

Edward “Zig” Isaac, un ex residente del barrio quien ahora está a cargo del mantenimiento, dijo que cuando se trasladó allí a finales de 1980, muchos residentes no se sentían seguros dejando abiertas las ventanas durante la noche.

Poco después, Huddleston, quien compró el parque con Bud Parkhill en 1976 y quien se convirtió en el único dueño 10 años más tarde, tomó un papel más activo en las operaciones diarias.

Huddleston expulsó a los residentes atrasados con sus pagos y reemplazó casas en ruinas. Entonces, el parque comenzó a atraer a una “mejor clientela”, dijo Isaac.

Actualmente, sólo hay un puñado de residentes que no pagan regularmente, comentó Blue.

Shadow Wood revisa si los solicitantes tienen antecedentes penales y no acepta que delincuentes convictos vivan en la propiedad.

Jon Swenson, teniente de la Policía de Champaign, dijo que ésta política contribuye a mantener un entorno seguro.

“Mary y los empleados hacer un buen trabajo de preselección de sus inquilinos”, dijo Swenson. “No puedo pedir más”.

De 2000 a 2010, Shadow Wood tenía menos incidentes policiales por habitante que los dos barrios adyacentes, según la Policía.

Catherine Hobbs, de 77 años y residente en el barrio desde hace mucho tiempo, dijo que el área es mucho más segura desde finales de los noventa.

Fue en ese tiempo cuando la ciudad demolió un edificio de apartamentos cercano que era “el centro de la delincuencia en la zona, que generaba una cantidad importante de tráfico de drogas”, según documentos municipales.

“Los problemas generalmente provenían del exterior”, dijo Hobbs.

Estos cambios ayudaron a convencer a Lester Berrío, originaria de Colombia y de 45 años, y a su esposo Max Abandja, de 40, para comprar una casa allí en 2004, después de casarse en 2003.

Berrío y Abandja han vivido en Champaign por más de 20 años. Usualmente pensaban en el parque como un lugar inseguro, pero cuando comenzaron a visitar a familias en la zona por parte de la iglesia, se dieron cuenta de los cambios.

“Shadow Wood no es lo que era”, dijo Berrío.

Cuando un amigo vendió su casa móvil, la pareja, traductores de un hospital local y propietarios de un negocio de servicios de limpieza, decidió comprarlo.

La pobreza, un problema

A pesar de las mejoras, muchos residentes viven en la pobreza y esa cifra va en aumento.

En 2000, alrededor del 30 por ciento de los residentes vivían por debajo del nivel de pobreza, comparado con el 22 por ciento en la ciudad, según el Censo.

De 2005 al 2009, alrededor del 41 por ciento vivía por debajo del umbral de la pobreza, en comparación con el 27 por ciento de la población en la ciudad, según el Censo.

Muchos residentes trabajan en restaurantes locales, hoteles, tiendas y fábricas.

Rodríguez trabaja haciendo limpieza en Wal-Mart, en el turno de la noche. Comenzó ganando a $7.25 por hora y ahora gana $10 por hora.

Se trata de una mejora con respecto a Colombia, donde trabajaba 14 horas diarias en una fábrica, dijo.

En los últimos años, varias organizaciones han tratado de cubrir las necesidades de los residentes en la zona. Los grupos han ofrecido ayuda con las tareas para los niños y clases de inglés para adultos.

Más de una docena de niños del barrio participa en un programa para después de clases con tutores voluntarios de la Universidad de Illinois. Un profesor de ciencias bibliotecarias comenzó el programa en 2006, después de que los padres del parque expresaron preocupación de que sus hijos estaban atrasados.

Barnes ha ayudado a llevar despensas de alimentos a la zona y organizó un programa de regreso a la escuela para proporcionar útiles escolares.

La ciudad y su plan a largo plazo también se ocupan de algunas necesidades.

Uno de los objetivos es crear un centro de recursos familiares para ofrecer programas después de la escuela, capacitación laboral y otros servicios para los residentes de Shadow Wood y comunidades vecinas.

Un objetivo a corto plazo es el establecimiento de grupos de vigilancia por cuadra. Hasta ahora, la idea no ha generado mucho interés en los residentes de Shadow Wood, dijo Greg Skaggs, especialista en desarrollo comunitario de la ciudad.

“Ha sido un reto”, dijo Skaggs.

A lo largo de los años, el centro East Central Illinois Refugee Mutual Assistance ha ayudado a más de 100 familias de Shadow Wood.

Guadalupe Abreu, una consejera bilingüe, dijo que algunas familias hispanas tienen conflictos con gestiones porque no están familiarizados con las reglas.

“Vivir en un parque de residencias móviles es diferente, ya que viven bajo reglas, a pesar de que son dueños de su propia casa”, dijo Abreau.

El idioma sería un problema

Debido a que los residentes alquilan sus lotes, están obligados por los términos de sus contratos de arrendamiento. Por lo que Abreau sugiere a los residentes que hablan español que lleven sus contratos de arrendamiento al Centro de Refugiados para que sean traducidos y que las reglas queden claras.

Algunos residentes hispanos sienten que no reciben el mismo trato, pero tienen miedo de expresar sus quejas, ya que podría plantear preguntas sobre su estatus migratorio, dijo.

Rodríguez, un residente permanente legal, dijo que esto no ha sido su experiencia.

“Ellos nos escuchan”, dijo.

Los residentes dijeron estar satisfechos en general con los precios económicos de Shadow Wood y su proximidad a los centros comerciales y transporte público. Pero dijeron que algunas cosas podrían mejorar.

Varios dijeron que desean que en el parque haya un patio de recreo más grande y algún tipo de centro comunitario que se podría alquilar para fiestas u otros eventos. La falta de iluminación en la noche es también una preocupación.

Una de las principales preocupaciones es la falta de refugio de emergencia que podría usarse durante tornados y otras condiciones meteorológicas adversas.

Lofman dijo que le gustaría instalar más alumbrado público, pero hacerlo sería muy costoso. Debido a que el parque es propiedad privada, la ciudad no puede pagar por la luz.

Mientras está feliz por el momento, Rodríguez dijo que no quiere permanecer en Shadow Wood para siempre. Le tomará unos cinco años terminar de pagar su casa, en tanto, trata de ahorrar dinero para el pago inicial de una casa más grande.

“No sé cuánto tiempo tomará, pero tan pronto como pueda, voy a comprar una casa”, dijo.

Rodríguez estudia inglés y espera que eso le ayude a ganarse una promoción y naturalizarse.

“Lo hemos hecho muy bien por dos años”, dijo Rodríguez. “Mucha gente que viene cree que va a ser muy fácil. Hemos trabajado muy duro”.

*CU-CitizenAccess.org es un sitio de noticias sin fines de lucro sobre temas socioeconómicos y de justicia social en el centro de Illinois. Con sede en la Universidad de Illinois, su personal incluye maestros, estudiantes y profesionales del periodismo. Puede comunicarse con ellos en hello@cu-citizenaccess.org.