Skip to content
Un grupo de manifestantes anti tortura lleva a cabo una demostración de las prácticas a las que eran sometidos algunos presos sospechosos de terrorismo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EEUU. TIMOTHY A. CLARY/GETTY
TIMOTHY A. CLARY / AFP/Getty Images
Un grupo de manifestantes anti tortura lleva a cabo una demostración de las prácticas a las que eran sometidos algunos presos sospechosos de terrorismo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en EEUU. TIMOTHY A. CLARY/GETTY
Author
PUBLISHED: | UPDATED:

WASHINGTON –

Que en los años posteriores a los ataques del 11-S Estados Unidos torturó a presuntos terroristas no es algo nuevo. Sin embargo, los escabrosos detalles revelados por un informe del Senado han dejado a la nación frente a un duro examen de conciencia.

“Hay controversia respecto a algunos detalles, pero lo que no es controvertido es el hecho de que hicimos algunas cosas que transgredieron lo que somos como pueblo”, dijo el presidente del Gobierno, Barack Obama, en una entrevista con Telemundo y Univisión tras conocer el contenido del informe.

El documento, que analiza los polémicos métodos de interrogatorio a sospechosos de terrorismo en los ocho años posteriores al 11-S, concluye que la Agencia Nacional de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) llevó a cabo prácticas “más brutales” de lo que había admitido hasta ahora.

Asfixias simuladas, baños en agua congelada, privación de sueño de más de una semana, alimentación e hidratación rectal, y amenazas de abusos y muerte entre otras crueles prácticas fueron expuestas este martes a la opinión pública nacional e internacional desde el Capitolio de EEUU.

“Así no es cómo los estadounidenses deben comportarse. Nunca”, considera el Washington Post en su editorial de hoy, titulado “Los horrores en calabozos de EEUU que nunca debieron haber ocurrido”.

“La tortura está mal, dé o no dé resultados. Como un miembro del Gobierno de Obama dijo este martes ‘La razón por la que prohibimos esas técnicas es porque eran contrarias a nuestros valores'”, añade el rotativo.

La oposición republicana y destacados miembros de la Administración de George W. Bush, incluido el propio ex presidente, criticaron el informe y defendieron que las prácticas de la CIA permitieron abortar tramas terroristas y salvaron vidas.

“Somos afortunados de tener a los trabajadores de la CIA sirviendo para nuestro bien. Ellos son patriotas. Si el informe menoscaba la contribución de la agencia a nuestro país, entonces está equivocado”, dijo Bush antes de su publicación.

En el lado opuesto están los que consideran que no existe justificación para prácticas semejantes: “Que algunos de los detenidos fueran altamente peligrosos no autoriza a someterlos a un trato ilegal que avergüenza a Estados Unidos y sirve de herramienta a los terroristas para reclutar nuevos miembros”, esgrime en su editorial el New York Times.

“Los republicanos actúan como si fuera la publicación del informe sobre la tortura y no la tortura en sí misma lo que hace daño al país”, añade.

En paralelo al debate sobre la legitimidad y efectividad de los controvertidos interrogatorios de la CIA discurre el de la oportunidad de publicar un informe con capacidad de avivar la ira contra EEUU en muchas partes del mundo.

“Nunca hay un momento bueno para dar a conocer un informe como este pero es importante para nosotros admitir nuestros errores cuando hacemos algo mal. Esto es lo que nos diferencia como país”, esgrimió Obama.

“Ningún país es perfecto. Pero una de las fortalezas que hacen excepcional a esta nación es nuestra voluntad de confrontar nuestro pasado abiertamente, afrontar nuestras imperfecciones, corregirlas y hacerlo mejor en el futuro”, añadió.

En el mismo sentido se pronunció una de las más firmes defensoras de poner luz y taquígrafos a las prácticas de la CIA, la senadora demócrata Dianne Feinstein, presidenta del comité y encargada de presentar el informe ante el pleno de la Cámara alta este martes.

“Era necesario para restablecer los valores del país”, sentenció.

-Este artículo fue escrito por Cristina García Casado