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A member of the Special Antinarcotics Force (FELCN) holds a pack of cocaine, which was allegedly going to be sent to Mexico, for burning in Oruro, on January 5, 2015. The FELCN seized 412 kg of cocaine --17 million dollars commercial value-- during the Tonala operation.  AFP PHOTO/Jorge Bernal        (Photo credit should read JORGE BERNAL/AFP/Getty Images)
JORGE BERNAL / AFP/Getty Images
A member of the Special Antinarcotics Force (FELCN) holds a pack of cocaine, which was allegedly going to be sent to Mexico, for burning in Oruro, on January 5, 2015. The FELCN seized 412 kg of cocaine –17 million dollars commercial value– during the Tonala operation. AFP PHOTO/Jorge Bernal (Photo credit should read JORGE BERNAL/AFP/Getty Images)
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México es el principal mercado de cocaína para Estados Unidos, pero esto no siempre fue así. La relación comercial de venta de drogas entre ambos países data de principios del siglo XX cuando familias de origen chino, radicadas en el estado mexicano de Sinaloa, comenzaron a cultivar amapola para la producción de goma de opio y sus derivados, lo que luego vendían en las ciudades fronterizas de Baja California y Sonora.

A pesar que la venta de ciertos estupefacientes, entre ellos los opiáceos y la marihuana, se prohibió en EEUU desde principios del siglo pasado; el tráfico ilegal de estos productos no fue perseguido con entusiasmo pues era de muy bajo nivel y la prohibición del alcohol desvió los esfuerzos de las agencias del orden estadounidenses hacia ese tema.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de EEUU, necesitado de la goma de opio para la producción de morfina, que a su vez era necesaria para paliar el dolor de las heridas en los soldados, fue permisivo en el tráfico de estos productos, a pesar de su prohibición.

Durante la posguerra se dio un crecimiento de la demanda de opiáceos y marihuana, en parte debido a los movimientos sociales de la contracultura y los narcotraficantes mexicanos ven una época de auge; según datos mencionados por Sergio Aguilar Camín, entre 1975 y 1976 el 70% de la marihuana y el 60% de la heroína consumida en EEUU, provenía de México.

Los carteles colombianos habían visto el redituable negocio de la droga en el mercado estadounidense, y creado en este una fuerte demanda de cocaína. Este nuevo mercado tenía diferencias con el ya existente, esta droga no se puede producir en el territorio mexicano, pues su base, que es la hoja de la coca, solo se produce en los ecosistemas de las regiones andinas de América del Sur y la forma de hacer llegar el producto al mercado estadounidense era distinto pues se facilita realizarlo por vía aérea o marítima hacia los puertos del Mar Atlántico y el Golfo de México, en Estados Unidos; fue así como se creó la denominada “Ruta del Caribe”, en la que el paso de la droga iba de los países andinos, principalmente Panamá, y de ahí hacia las islas caribeñas, para llegar a al mercado estadounidense, uno de cuyos principales ingresos era la ciudad de Miami, Florida, la que llegó a conocerse como la “Ciudad Blanca” debido a la gran cantidad de cocaína que llegaba a ese puerto. En 1982 el residente Ronald Reagan lanzó una operación para combatir este fenómeno, la que fue denominada como “South Florida”, este esfuerzo gubernamental fue exitoso en tanto que logró cortar la ruta del Caribe; pero no acabó con la demanda interna de la droga.

Ante esta situación, las mafias colombianas, para poder continuar con su negocio, requerían modificar la ruta de ingreso de la droga y los carteles de México ya tenían este camino andado a través de las dos mil millas de frontera que este país tiene con Estados Unidos. El mercado de la cocaína ya se había creado, pero continuar en el negocio implicó aliarse con las mafias mexicanas. Ante esto, las mafias de ambos países negociaran el uso de las rutas creadas por México para la introducción de la cocaína al mercado estadounidense.

Es de esta manera, que los cárteles mexicanos empiezan a tener un gran poder e influencia en el mercado norteamericano de la cocaína; el Periódico Universal menciona que en el 2009 el 80% del mercado de dicha droga estaba controlado por los carteles mexicanos. Pero este crecimiento ha resultado en una fuerte disminución de la rentabilidad del negocio a los carteles colombianos, dado el alto costo que tiene la intermediación de los cárteles de México en la comercialización de la droga.

Respecto a la inclusión de Cuba en este proceso, es de observarse que el Subcomité para Operaciones de Terrorismo y Narcotráfico del Senado de EEUU, en diciembre de 1988, emitió un reporte en el que menciona haber recibido testimonios de que el territorio cubano, a principios de los años 80, había sido utilizado por narcotraficantes sudamericanos, en un principio a través de la permisión del paso de sus aeronaves por el espacio aéreo de la isla y después facilitando combustible y refacciones, todo esto a través de oficiales del gobierno cubano que se habían dejado sobornar.

Las anteriores reflexiones llevan a cuestionarse sobre la posibilidad de que una apertura de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos represente una oportunidad para que los carteles colombianos reabran la “Ruta del Caribe” en el comercio de la cocaína, con el costo en vidas humanas, aumento de corrupción y degradación social que esto pueda acarrear, para los países involucrados.

– Oscar Müller Creel es doctor en Derecho, catedrático y conferencista. Puede leer sus columnas en www.oscarmullercreel.com