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Hace unos días visité un sitio de internet el cual reporta los incidentes violentos que ocurren en Chicago, el nombre del sitio es un poco extraño: heyjackass.com. En él se reportan las estadísticas, números, direcciones de los tiroteos, asesinatos, datos de crímenes con armas de fuego y más que ocurren en nuestra ciudad. Nada agradable, pero los datos son reales y fríos.

Me llamó mucho la atención un dato que informa que en chicago una persona recibe un disparo cada 4 horas y 10 minutos: 4:10, pero según esa fuente una persona es asesinada cada 22 horas y 52 minutos: 22:52.

Según el Chicago Tribune, en los tres primeros meses de este 2015 los homicidios en Chicago aumentaron con respecto al mismo período del año pasado, a pesar de que se mantuvieron cerca de los niveles de hace cuatro años, cuando el alcalde Rahm Emanuel fue elegido.

La mayor parte de la violencia que permanece afecta a grandes franjas del sur y oeste de la ciudad. Esto, reporta el diario, a pesar de que la ciudad pasó por un invierno frío y nevado.

A nivel nacional, los números son igualmente escalofriantes. Todos los días 34 personas son asesinadas con armas de fuego y otros 54 mueren a causa de accidentes de armas o suicidio.

Los ciudadanos en Chicago nos hemos malacostumbrado a leer y escuchar sobre estas tragedias, y poco a poco esto se convierte en algo normal. Recuerdo que en el primer año que llegue a Chicago me asustaban las historias de terror que me contaban algunos amigos y familiares sobre las pandillas, el cómo se matan entre sí, no sabía lo que era un “drive-by shooting” o las señales de los “gangueros”, las advertencias de no salir en la noche o vestirse con los colores de las pandillas.

Después, poco a poco mi temor se convirtió en costumbre y después en algo previsto. Creo que a todos nos pasa.

Pero nunca es tarde para solucionar esta crisis de violencia. Debemos trabajar juntos para ponerle fin y construir comunidades más seguras. Los crímenes con armas tocan todas las ciudades de EEUU. Durante mucho tiempo, la lucha por el cambio ha sido frustrada por el cabildeo a favor de las armas en Washington y por los líderes que se niegan a tomar medidas con sentido común para salvar vidas. Debemos unirnos para hacer nuestras propias comunidades más seguras. Juntos debemos luchar por los cambios que sabemos salvarán vidas. El desarrollar soluciones basadas en datos es fundamental y el trabajar con los legisladores y personas como usted y yo para aprobar leyes y políticas que salven vidas es sólo sentido común.

Hay muchos Latinos que les gusta las armas y apoyan el derecho a portarlas, aunque a en lo personal nunca me han gustado pienso que el apoyo a la segunda enmienda va mano a mano con el mantenimiento de armas fuera de los delincuentes y otras personas peligrosas. Debe haber un compromiso para llegar a un acuerdo por ambas partes. Se debe cortar el fácil acceso a las armas a los pandilleros, delincuentes, psicópatas o simplemente las personas equivocadas al conseguirlas, dando lugar a todo tipo de violencia, desde el abuso doméstico, suicidios y tiroteos escolares.

Muchos políticos y líderes piden más policías, pero un análisis realizado por el Proyecto de Justicia de Chicago encontró que la adición de 2,000 oficiales en el Departamento de Policía de Chicago y mantenerlos empleados durante una década costaría a los contribuyentes más de $ 2,100 millones. El Proyecto dice que hay poca evidencia de que simplemente añadiendo oficiales se convertirá en una reducción correspondiente en la violencia. Si queremos salvar vidas, debemos reorientar las cuestiones de política a las causas de la violencia, y no soluciones que no resuelven nada.

Hay estrategias probadas en otras ciudades como Nueva York para prevenir la violencia armada y mantener a nuestros niños y familias a salvo de cualquier daño. Podemos trabajar juntos para hacer nuestra ciudad más segura y exigir que los legisladores sigan nuestro ejemplo. Algunas responsabilidades y estrategias de nuestros legisladores debe ser el mejorar nuestras leyes de armas, la sensibilización constante sobre la violencia armada, educar al público sobre las leyes de armas de sentido común y asegurar la tenencia responsable de un arma. Algo muy importante es escuchar a los sobrevivientes de la violencia, en muchos casos los padres de las víctimas.

Las estadísticas muestran -y los policías confirmarían- que las leyes de seguridad pública con sentido común reducen la violencia y salvan vidas. Podemos ayudar a poner un alto a las más de 31,000 muertes por armas que ocurren cada año. Y podemos hacerlo de una manera en la que se respete la Segunda Enmienda. Bajemos del 4:10 Chicago al nivel mínimo posible. Provocar el cambio no sólo puede provenir de unos cuantos en una comunidad; va a tomar tiempo, pero debe venir de todas las comunidades de Chicago. La meta es hacer de Chicago una de las ciudades más seguras de Estados Unidos, tarea difícil pero no imposible.


-Javier Salas es exasesor del gobernador de Illinois. Síguelo en twitter en @javiersalas