Si todavía viviera mi querido tocayo Mario Moreno “Cantinflas” (me decía tocayo por lo de Moreno), sin duda alguna se referiría a Donald Trump como el Trompudito… y no sólo por su apellido, sino por esa escandalosa protuberancia alargada, esa trompa, llamada hocico entre los animales que se les puede cerrar por medio de un cuero ajustado que les permita respirar, pero no morder.
Este despreciable sujeto, movido por el racismo, un nazismo todavía camuflado, va descubriéndose gradualmente ante el electorado estadounidense que habrá de tomar sus providencias antes de precipitar al mundo a un nuevo suicidio colectivo. Si Trump pudiera confesar sus sentimientos, no sólo construiría un nuevo muro fronterizo de 3,000 kilómetros, sino que instalaría cámaras de gas para extinguir a la migración ilegal mexicana y continuar después con las personas de piel oscura y con aquellas de una escasa capacidad económica. ¿Suena familiar?
Si Trump llegara a la Casa Blanca -no hay enemigo pequeño- podría despertar una inusitada unión entre los mexicanos radicados en EEUU para que se tomaran de la mano y, a título de amenaza y como muestra de fortaleza política, dejaran de trabajar, para comenzar, por lo menos un día en aquel país. ¿Qué pasaría si nuestros compatriotas, entre otros hispanoparlantes, se abstuvieran de recolectar productos agrícolas en California o Texas, o dejaran de trabajar en la industria de la construcción o en el sector servicios? ¿Qué tal si adquirieran sólo bienes de consumo mexicanos o de otras nacionalidades, un boicot antiyanqui inconveniente para todos? ¿Y si surgiera un nuevo César Chávez a la altura de las circunstancias? ¿A quién le conviene este enfrentamiento doméstico? ¡A nadie! ¿México va a dejar de importar productos gringos como represalia cuando el intercambio comercial entre ambos países supera los 1,000 millones de dólares diarios, gracias al TLC? ¿Se trata de quebrar el campo californiano para afectar a su banca y provocar un efecto dominó perjudicial para todos en el evento remoto de que sin la mano de obra mexicana se pudriera la huerta californiana?
¿Deberíamos abstenernos de volver a pisar EEUU cuando sus comerciantes se frotan las manos al ver entrar en sus tiendas a los mexicanos? ¿No volveremos a EEUU salvo por causa de fuerza mayor para protestar por la política xenofóbica? ¿Los aviones con destino a EEUU despegarán vacíos? ¿La población mexicana fronteriza adquirirá sólo lo que se produce en México?
¿Por qué Schwarzenegger, otro político de extracción nazi, no se sumó al arresto y expulsión de mexicanos de California en razón de su aspecto, como lo hizo la gobernadora Jan Brewer de Arizona hace unos años? Porque no ignoraba el desastre que provocaría en California. ¿Trump impediría el envío de remesas a México? ¡Ah!, ¿guerritas…? ¿Trump desprecia a las mujeres como se vio en el último debate?
El pez por la boca muere, perdón, Trump por el hocico ha de morir. Agredir al electorado femenino y a los hispanoparlantes me llena de paz porque mientras más insista en sus declaraciones racistas y misóginas, más lejos estará este trompudito de la Casa Blanca que jamás deberá pisar, ni de visita, porque las alfombras del salón oval podrían verse manchadas con la superfluidad de la digestión de un mal bicho que, afortunadamente, también padece de incontinencia verbal…
-Este texto pertenece a la serie Cuentos Políticos escritos por Francisco Martín Moreno, autor mexicano de libros como ‘México ante Dios’ y ‘Arrebatos Carnales’, entre otros títulos. Puedes comunicarte con él en fmartinmoreno@yahoo.com