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No, no puedo dejar de ser novelista y, en efecto, pienso continuar con mi carrera hasta no poder detener la pluma entre los dedos de mis manos, pero, ciertamente, me parecen muy extraños los acontecimientos que, uno tras otro, se han venido dando en el mundo, mismos que debo analizar en su conjunto.

El precio del petróleo se desplomó de más de 100 dólares el barril a 25, en menos de 12 meses. ¿Qué tal? ¿Un colapso tan perjudicial para tantas economías se dio así, porque sí, o había una mano negra detrás de todo esto? Al mismo tiempo, surgió un superdólar que atrajo cientos de miles de millones de dólares a los bancos y a la tesorería de Estados Unidos, cuantiosas divisas en busca de estabilidad y solvencia en un contexto de enloquecedora volatilidad financiera. La depreciación de las monedas fue catastrófica en muchas latitudes y en muchos aspectos. Irrumpió rabiosamente la carestía en diversos países como el peor y más dañino de los impuestos a las personas. Los bancos centrales ajustaron sus tasas de interés, en tanto las secretarías de Hacienda ejecutaron recortes draconianos del gasto público para impedir un desquiciamiento financiero de tremendas consecuencias populares.

¿Más? ¡Claro! Cuando se conoció que la Volkswagen se convirtió en la compañía automotriz más grande del mundo y empezaba a acaparar los mercados, de golpe se descubre, claro que en Estados Unidos, una irregularidad técnica en los motores fabricados por la armadora alemana que producía “terribles” efectos ambientales. Aun cuando los fabricantes aceptaron cierta responsabilidad en los hechos, la verdad fue que los automóviles teutones fueron sometidos a pruebas excesivas, dentro del más extremista rigor técnico, para demostrar cómo contaminaban la atmósfera. Algo así como cuando las uvas chilenas aparecieron en las aduanas estadounidenses con alguna carga de cianuro y se cancelaron las exportaciones de estos productos a Estados Unidos. ¿Quién no se acuerda de la agresión que sufrieron las exportaciones de atún mexicano porque, supuestamente, a la hora de pescarlo se atentaba en contra de la vida de los delfines…? La Volkswagen, evidentemente, resintió un tremendo daño en sus finanzas y perdió su destacado lugar en el mercado automotriz, al menos por un rato…

Pero hay más: Al mismo tiempo nos inundan con malas noticias provenientes del imperio chino, cae el PIB chino… mienten los chinos en sus reportes bursátiles… ya no comprarán los chinos materias primas en los mercados mundiales… el mundo resentirá la caída de la economía china… ¿También porque sí?

La última noticia consiste en el surgimiento de los Papeles de Panamá que, a saber cómo, aparecieron sospechosamente en las mesas de información de un diario alemán. Los papeles, que todavía no han sido publicados, contienen nombres de diversos personajes, supuestos evasores fiscales. ¿Será…? No lo dudo… Lo que sí es cierto es que hasta la fecha no se conoce el nombre de ningún yanqui en dichas listas… raro, ¿no?

En el desplome del petróleo, en el surgimiento del superdólar, en el caos de la Volkswagen, en la contracción pavorosa de la economía china y en los papeles panameños, todo ello al mismo tiempo, ¿no hay mano negra? ¿Quién ha ganado con todo esto? ¿Usted qué cree? Habría que preguntarle, también, a los directivos internacionales de la FIFA… ¿pistas? Cuando hay mal tiempo en Veracruz se dice que hay “norte…” Jaaa.

-Este texto pertenece a la serie Cuentos Políticos escritos por Francisco Martín Moreno, autor mexicano de libros como ‘México ante Dios’ y ‘Arrebatos Carnales’, entre otros títulos. Puedes comunicarte con él en fmartinmoreno@yahoo.com