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“Ponte ropa holgada porque vamos a ir al centro” de la ciudad. Ya perdí la cuenta de la cantidad de veces que mi madre me ha dicho esta frase.

Nací y crecí en la Ciudad de México y desde que recuerdo mi madre me ha pedido que no me ponga ropa ajustada si vamos a ir al centro o a viajar en transporte público porque “no quiero que te manoseen como me manoseaban a mí”. Lo cierto es que, aunque nunca me han manoseado ni en el centro ni en el transporte público, sí he sufrido de acoso en las calles y aún más en la zona en la que vivo en la capital mexicana.

Desde miradas lascivas hasta comentarios vulgares, hay de todo. La situación llegó a tal grado, que decidí que si mi hermano no podía acompañarme o mi mamá no podía llevarme en su auto, no saldría sola por esa zona.

Los casos de acoso sexual, tanto en la calle como en el transporte público y las escuelas, no han disminuido. Uno de los casos más recientes es el de la periodista independiente Andrea Noel. En un video captado por una cámara de seguridad, se puede ver a Noel caminando por la colonia Condesa en la Ciudad de México y a un hombre que corre tras ella y le baja los calzones.

Noel informó lo sucedido a las autoridades y también lo denunció en redes sociales. Aunque tuvo el apoyo de algunos, también recibió comentarios diciendo que ella se lo había buscado por su manera de vestir. Culparon a la víctima. La denuncia en las redes sociales también provocó acoso y hasta amenazas de muerte hacia Noel, por lo que la periodista decidió dejar el país.

Su agresor sigue libre.

No es un secreto que los mexicanos vivimos en una sociedad machista. Según datos de ONU Mujeres, seis de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de agresión en el país. Desde niñas se nos inculca que debemos cuidar nuestra manera de vestir y de actuar para evitar cualquier problema. Nunca he escuchado que a mi hermano le pidan que no se vista de cierta manera o que se cambie porque su ropa está muy pegada. Las diferencias son claras. Las mujeres debemos pasar desapercibidas para no ser objeto de acoso.

También oímos la eterna justificación en la que se culpa a la mujer: “Su falda estaba muy corta”; “Ella lo provocó”; “Había bebido alcohol”, y la lista de razones continúa. La mujer no puede vestir como quiere porque el hombre “no es responsable” de sus actos.

¿Es que las mujeres tenemos tanto poder sobre los hombres?

Según el Código Penal Federal Mexicano, a cualquier persona que cometa el delito de abuso sexual se le impondrá una pena de entre seis y 10 años de prisión y una multa de hasta doscientos días de salario mínimo, dependiendo del caso. “Para efectos de este artículo se entiende por actos sexuales los tocamientos o manoseos corporales obscenos, o los que representen actos explícitamente sexuales u obliguen a la víctima a representarlos”.

Las leyes están promulgadas, pero que se cumplan es muy diferente.

Gabriela Nava es una estudiante de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán. Nava se encontraba camino a la escuela cuando un hombre la grabó por debajo de su falda en el transporte público. Su atacante fue identificado como un trabajador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que ya tenía antecedentes en este tipo de delitos. Nava presentó una denuncia ante las autoridades.

¿Y su agresor? Sigue libre.

En diciembre de 2013, Yakiri Rubio caminaba por la colonia Doctores cuando fue raptada por dos hombres en una motocicleta, quienes la llevaron a un hotel donde fue torturada y violada. Rubio pudo tomar el cuchillo de uno de sus atacantes y lo asesinó en defensa propia. Logró huir del hotel y fue ayudada por una patrulla que la condujo al Ministerio Público. Fue entonces cuando el segundo agresor llegó al Ministerio Público y acusó a Rubio de homicidio. Rubio pasó tres meses en prisión.

Pero, ¿y su agresor? Adivinaron, sigue libre.

Hace unos días, Noel, Nava y Rubio lanzaron juntas la campaña #NoTeCalles, acompañada por un

video

en el que estas valientes mujeres cuentan su historia, alentándonos a denunciar cualquier caso de acoso sexual.

Actualmente, las tres siguen con sus demandas en contra de sus agresores. Noel decidió regresar a la Ciudad de México para darle seguimiento a su caso.

Si el sistema nos falla, ¿qué nos queda por hacer? La ley del talión no es la solución.

-Raquel Venado Bolaños es estudiante de periodismo en Columbia College Chicago