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Jacob Lew, el secretario del Tesoro, acompañado por el senador demócrata Ron Wyden, de Oregon, miembro de la Comisión de Finanzas del Senado, a la izquierda, habla con la prensa en el Capitolio en Washington, el martes 28 de junio de 2016, advirtiéndoles que habrá consecuencias generalizadas si el Senado no actúa antes del viernes en torno a un paquete de rescate para el eneudado Puerto Rico. La isla está sumida en una recesión de una década y debe un pago de 2.000 millones de dólares a sus acreedores el 1 de julio. (AP Foto/J. Scott Applewhite)
J. Scott Applewhite / AP
Jacob Lew, el secretario del Tesoro, acompañado por el senador demócrata Ron Wyden, de Oregon, miembro de la Comisión de Finanzas del Senado, a la izquierda, habla con la prensa en el Capitolio en Washington, el martes 28 de junio de 2016, advirtiéndoles que habrá consecuencias generalizadas si el Senado no actúa antes del viernes en torno a un paquete de rescate para el eneudado Puerto Rico. La isla está sumida en una recesión de una década y debe un pago de 2.000 millones de dólares a sus acreedores el 1 de julio. (AP Foto/J. Scott Applewhite)
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WASHINGTON (AP) – El senador demócrata Bob Menendez está monopolizando el tiempo para hablar en el Senado con el fin de protestar contra un proyecto de ley que ayudaría a Puerto Rico a sobrellevar la gigantesca deuda que enfrenta.

Menendez, de New Jersey, dice que el paquete de rescate para crear una junta de control financiero no da suficiente autoridad a los puertorriqueños y favorece a prestamistas de fondos especulativos por encima de los pensionados de la isla. Se ha programado una votación sobre procedimientos para el miércoles.

Menendez dijo el martes por la tarde que tomaría la palabra y hablaría durante varias horas en el Senado.

Por otro lado, el secretario del Tesoro Jacob Lew y el gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, han realizado visitas de último minuto al Capitolio en busca de votos a favor. El gobierno del presidente Barack Obama y líderes republicanos apoyan la medida.

El territorio estadounidense tiene una deuda de 70.000 millones de dólares y el 1 de julio debe hacer un pago de 2.000 millones de dólares a sus acreedores.