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Su negativa a arriesgar, de jugar de tú a tú contra Brasil, terminó costándole a México el

pasado martes

el invicto de 14 partidos bajo el mando de José Manuel de la Torre.

A pesar de jugar con un hombre más durante todo el segundo tiempo y abrir el marcador recién al minuto 10, el Tri

sucumbió

en Torreón 2-1 ante Brasil.

Víctima de su timidez y falta de hambre, México dejó crecer a un rival que demostró que a falta de futbol, también puede ganar con corazón.

Porque los sudamericanos comenzaron con todo en contra; a su escaso brillo colectivo, debieron sumarle el autogol de David Luiz al 10′ y la expulsión de Dani Alves al 44′.

El zaguero del Chelsea fue el primero en equivocarse al llegar a destiempo para cortar un centro de Pablo Barrera desde la derecha, empujando el balón a las redes de su arco.

Hasta entonces México apenas y había hecho méritos para adelantarse en el marcador, pero la suerte parecía estar de su lado.

Después del autogol, Brasil comenzó a mandar en el partido gracias a que México decidió esperarlo y aguardar para un contragolpe que liquidara el encuentro.

Por ende, las ocasiones en la portería de Oswaldo Sánchez se multiplicaron; Neymar, Hulk y Ronaldinho probaron a Sánchez, quien respondió para evitar el gol.

Fue al 44′ cuando México pudo por fin conectar más de 3 pases e instalarse en el área brasileña; lo hizo gracias a un preciso centro de Andrés Guardado, quien buscó la llegada de Javier Hernández. Y si el Chicharito no remató a plenitud fue porque Alves lo derribó, en una falta que provocó su expulsión por doble amarilla y penal a favor del Tri.

Para desazón de la tribuna, Guardado erró el penal mediante un tiro suave que Jefferson no tuvo problemas en detener.

Para el complemento la tónica no modificó, Brasil buscó el empate y el Tri apelaba a un latigazo.

Lo tuvo en la cabeza del Chicharito al 75′, pero al remate del ariete le faltó colocación y Jefferson pudo atraparlo; luego Ronaldinho no perdonó.

Con un derechazo letal, el “10” brasileño marcó de tiro libre ante la complicidad de Oswaldo, quien embelleció el gol con una estirada estéril.

Fue la antesala para la remontada brasileña, que se fraguó entre el tanto de “Dinho” y la potencia de Marcelo, quien ante la tibia marca de Sergio Pérez entró al área y fusiló a Sánchez para el 2-1.

El zurdazo del jugador del Real Madrid liquidó el invicto del Chepo y demostró que para ganarle a los grandes, hace falta corazón y futbol.