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Quien llama por teléfono a Claudio Evangelista se encuentra con el siguiente mensaje: “Usted ha llamado al fútbol… perdón, usted ha llamado a Claudio; deje su mensaje después de la señal”.

Claro que existe una razón para la pasión inconfundible de Claudio por el fútbol.

Nació a mediados de los ’60 en Santos, en pleno apogeo del equipo que muchos consideran aún el mejor de todos los tiempos, con el ‘Rey Pelé’ como líder indiscutido, y de niño escuchó mil historias de aquel equipo de su ciudad y una increíble delantera formada por Mengalvio, Dorval, Coutinho, Pelé y Pepe.

“Mi papá me contaba que cuando yo estaba en la panza de mi mamá, Pepe pateaba unos pelotazos terribles que rebotaban en el travesaño y hacían desinflar la pelota”, recuerda Claudio hoy en Chicago.

Como cualquier niño del puerto de Santos, Claudio se moría por jugar en el primer equipo del ‘Peixe’ (el apodo del club) y su sueño se cumplió un día tras una prueba dirigida por el mismísimo Coutinho, el compadre de Pelé en cientos de asombrosas jugadas.

En el Santos jugó con el padre de Neymar, actual estrella de la selección brasileña. Más tarde pasó al Portuguesa, otro equipo de San Pablo y en una selección del estado de San Pablo coincidió con grandes nombres internacionales como César Sampaio, Neto, Muller, Silas y Zaguinho, el mismo que fue famoso con la selección mexicana.

“En esa época entrené con el Corinthians y el San Pablo, y pasé prestado al Atlético Paraná”, continúa Claudio. “También fui convocado a una selección juvenil brasileña pero me lesioné en un entrenamiento en el estadio Morumbí y no pude jugar”.

Más tarde Claudio jugó para el Madera de Bolivia y el Caracas de Venezuela. Luego regresó al Aracatuba y el Itararé, dos clubes del estado de San Pablo. Al Itararé fue como una estrella, salió campeón de Tercera división y consiguió el ascenso a segunda.

“Allí gané más dinero que en el Santos”, dice Claudio con una sonrisa irónica. En aquellos años también tuvo un paso por el Portuguesa Santista, también en Brasil, y la selección de fútbol de salón de San Pablo.

Luego llegó su gran etapa en México, adonde llegó contratado por el América, que lo cedió enseguida al Necaxa. En tierras aztecas jugó para los Leones Negros de la U. de G. y luego para los Tecos (hoy Estudiantes) de la U. A. de G. De México recuerda a varios compañeros famosos como Fernando Quirarte, Daniel ‘Travieso’ Guzmán, Alfonso Sosa y Jaime Reyes.

En las ligas locales

Carlos ‘Pecas’ Pérez, un conocido jugador campeón en varias ligas locales, dice que “Claudio es el mejor jugador que vi en Chicago”.

El argentino Daniel Sementuch, ex profesional y actual entrenador local, opina que el prestigio de Claudio “lo tiene bien merecido porque era un gran jugador”.

En realidad, habría que decir que Claudio sigue siendo un gran jugador. El año pasado, dirigiendo a su Academia Brusfa (Brasil-US-Fútbol-Academy) en un torneo regional en Indiana, se cansó de la ineficacia de sus dirigidos e ingresó a la cancha con sus 44 años a cuestas y varios kilos de más.

“Teníamos que hacer seis goles para calificar a la segunda ronda y le dije a uno de mis delanteros, si tú no haces los goles, yo voy a tratar de meterlos”, comenta Claudio. “Entré faltando 12 minutos, metí tres goles y di tres pases de gol; ganamos 7 a 0. Mis muchachos nunca me habían visto jugar”.

Claudio dice que a veces juega con sus dirigidos y usa más la experiencia que su potencia física. Parado “de poste”, de espaldas al arco rival casi sin correr, distribuye el juego para los jóvenes que corren a toda velocidad a su alrededor.

Antes, cuando corría más y metía miedo con su presencia física, fue el terror del área en las ligas de Chicago por varios años.

“Acá me trajo el Zapotlán y vine para promover el fútbol en Chicago”, comenta y luego explica que ni siquiera recuerda las fechas. Sí está claro que en 1998 ganó un campeonato regional en Cincinnati y un título nacional en Florida con el Santos Degollado de CLASA.

En la National Soccer League se destacó con Flyers, un equipo de brasileños, pero también jugó para equipos hispanos (La Piedad, Atlético Nacional, La Esperanza) en CLASA, para clubes americanos como Stingers y el Chicago Power, y para clubes europeos como United Serbs y Maroons, donde formó una temible pareja ofensiva con su compatriota Batata, ex jugador de la selección brasileña. “Con Batata metíamos goles a lo loco ahí”, dice.

Hoy Claudio entrena a niños con su estilo brasileño en la Academia Brusfa en varios suburbios de Chicago. Los padres que llaman por teléfono a Claudio para pedirle ayuda para sus hijos se encuentran con un mensaje extraño: “Usted llamó al fútbol”. Y es cierto.