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WASHINGTON, EEUU –

El largo proceso de la elección presidencial en EEUU entra en la fase decisiva con la celebración en las próximas dos semanas de las convenciones en las que los dos grandes partidos de este país, el republicano y el demócrata, proclamarán a sus candidatos y lanzarán sus plataformas electorales.

A partir del martes, en Tampa, Florida, los republicanos se reunirán en su 40 convención nacional para designar al ex gobernador y ex financiero Mitt Romney, de 65 años, como su candidato a la Casa Blanca, y al joven congresista Paul Ryan, de 42, como candidato a la vicepresidencia.

Los demócratas, por su parte, celebrarán su convención inmediatamente después, del 4 al 6 de septiembre en Charlotte, Carolina del Norte, donde confirmarán la candidatura a la reelección del presidente Barack Obama y, probablemente, del vicepresidente Joe Biden.

Obama y Romney no han esperado a las convenciones para retarse mutuamente y lanzarse a la conquista del electorado, pero después de Tampa y de Charlotte habrá empezado la cuenta atrás hacia la elección del 6 de noviembre.

La sorpresa en Tampa ha venido no de las divisiones internas del partido republicano, sino de la fuerte tormenta tropical Isaac que amenaza las costas de Florida y mantiene en vilo a los organizadores de la gran fiesta republicana.

Los dirigentes del partido decidieron el sábado retrasar del lunes al martes el comienzo efectivo de los trabajos como medida de precaución y para no complicar más el dispositivo de protección frente a la tormenta.

“Nuestra primera prioridad es garantizar la seguridad de los delegados, suplentes, invitados y miembros de los medios de comunicación que asisten a la Convención Nacional Republicana, y de los ciudadanos del área de la bahía de Tampa”, declaró el presidente del partido, Reince Priebus, mediante un comunicado en el que anunció el aplazamiento.

No es la primera vez que los republicanos ven alterada la programación de su cónclave cuatrienal debido a las inclemencias meteorológicas.

En 2008 también tuvieron que acortar su convención, que celebraban en Saint Paul, Minesota, a causa del drama y el trastorno causados por el huracán Gustav en el Golfo de México.

Esta vez, la amenaza de huracán se cierne sobre la sede misma de la Convención, aunque los organizadores confían en que Isaac termine virando hacia el oeste y no obligue a cancelar completamente el encuentro.

Según las previsiones, unas 50,000 personas, entre delegados, activistas de uno y otro signo y medios de comunicación tienen previsto acudir a Tampa en los próximos días con ocasión de la gran asamblea republicana, que ha suscitado enorme interés.

Después de una campaña de primarias demasiado larga, en la que los aspirantes republicanos se han enzarzado en disputas fratricidas que han debilitado la imagen del partido entre los electores moderados, ha llegado la hora de la unidad en torno a un candidato.

Mitt Romney ha contado desde el principio con más fondos y apoyos que sus rivales, pero ha sufrido el desgaste de unas críticas severas, desde dentro de sus propias filas, que lo han presentado unas veces como un financiero sin escrúpulos, otras como un político titubeante en sus valores conservadores y, en alguna ocasión, como miembro de una confesión sospechosa, la mormona, considerada por muchos cristianos una secta.

El encuentro de Tampa ha sido organizado para proyectar el mensaje de que él, por su exitosa experiencia empresarial, y no Obama, sabe cómo “poner la economía de nuevo a funcionar”, principal preocupación de los estadounidenses.

Los republicanos, que perdieron la Casa Blanca en 2008 en medio del desplome financiero, depositan su esperanza de victoria en la inquietud que siente la ciudadanía ante la situación económica.

El país atraviesa momentos de ansiedad, con una economía que no termina de despegar después de la peor recesión desde 1929, un riesgo creciente de ruptura social y un liderazgo mundial cada vez más cuestionado por potencias emergentes como China.

La convención que se abre en Tampa pretende cumplir la múltiple función de restañar las heridas en las distintas familias políticas que han combatido durante las primarias -ultraconservadores del movimiento Tea Party, evangélicos, conservadores de la vieja escuela y moderados-, reformular el mensaje del partido para atraer a independientes e indecisos y dar a conocer los valores del candidato a la gran audiencia.